Poder, delito, impunidad

by

Si aceptamos que las casualidades no existen, existe una secreta conexión entre la última temporada de The good fight y la serie documental Jeffrey Epstein: filthy rich (Netflix). En la ficción de The good fight , el argumento gira en torno al misterioso memorándum 618. Un memorándum que impone voluntades a los jueces y que establece un código de impunidad que permite delinquir a una minoría selecta de poderosos. Cada vez que los abogados encuentran las pruebas para justificar una denuncia, se estrellan contra el muro infranqueable de una secta arbitraria. En el documental sobre Epstein lo que se explica es la trayectoria de un multimillonario y de cómo levantó una red de complicidades basada en el soborno, el chantaje y el control de la voluntad de personas influyentes. La serie está pensada para reivindicar la causa y la trayectoria de las víctimas. Unas víctimas que empezaron siendo niñas vulnerables y desesperadas atraídas por el dinero fácil y por mecanismos espurios de seducción y que fueron redimidas gracias a la influencia de la causa del #MeToo como principio del final de una era de privilegios con secundarios de lujo como, por ejemplo, Bill Clinton y Donald Trump y con un desenlace a la altura del argumento: el suicidio del protagonista. Las buenas intenciones de la serie desatienden parte del pasado de Epstein y la influencia de la fascinación del personaje, que provocó que cientos de chicas aceptaran una situación que, como adultas, les parece repugnante y perversa. A veces el documental cae en cierta reiteración de testimonios, concentrando toda la carga en una acusación que relativiza los posibles matices del caso. Como detalle anecdótico, aparece una víctima, Sarah Ransone, que huyó de aquel círculo trágicamente vicioso y hoy vive en Sitges. Ah, y en el último capítulo emitido de The good fight , se habla explícitamente del suicidio de Epstein.

TORRENTE. Típica polémica artificial que define el darwinismo de la industria de la actualidad: que se critique que la plataforma Filmin incluya toda la saga Torrente en su catálogo. Como es habitual, todo nace de una acumulación de petardos viscerales amplificados por el eco de Twitter. Ojalá existiera una manera de descubrir cuántos de los que se apuntan al carro de la descalificación recreativa son suscriptores de la plataforma.

INCITACIÓN INFLAMABLE. Buena película en Movistar: Incitación , dirigida por Yaron Zilberman. Cuenta la preparación del atentado contra Isaac Rabin y, sobre todo, los mecanismos de inflamación del fanatismo en contextos envenenados por la intransigencia religiosa. Incorporando muy bien la parte documental, la película explica, a través de una hipótesis rigurosa de ficción, la radicalización individual y colectiva que, en Israel, Palestina y tantos otros lugares, degenera en violencia y exacerba la lógica ancestral del ojo por ojo. Si el documental sobre Epstein recuerda lo que plantea The good fight , Incitación conecta con el contenido del excelente y oportuna La línea invisible , también en Movistar.