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La hora de volver a Valencia para Pasieguito

Tras ser destituido como técnico del Sporting, el mito de Hernani fue nombrado director deportivo del club de Mestalla. Su primer fichaje fue Castellanos | La adquisición más trascendente fue la de Kempes y el gran descubrimiento fue Mijatovic

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Un joven reportero radiofónico, en su etapa de meritorio, vigila la escena desde una prudente distancia. Se trata de su primera guardia informativa. Al llegar al lugar de la noticia rebosa emoción y entusiasmo que no tardan en evaporarse. La bienvenida no ha sido cordial. Pasieguito le ha lanzado una mirada intimidatoria. Un aviso por su molesta presencia. Ni se te ocurra acercarte. Mensaje recibido. No está el horno para bollos. En una mesa del restaurante del hotel Renasa hay una cena con el entrenador recién aterrizado. Koldo Aguirre está acompañado por Rafa García, preparador físico del Valencia, y Pasieguito, secretario técnico de una entidad a la deriva.

El presidente Ramos Costa se ha visto obligado a dimitir. La crisis es asfixiante. El ambiente se ha crispado. El equipo va camino de segunda división. Miljanic no ha sido la solución esperada. Hay que poner al día al nuevo técnico, el tercero del ejercicio. La última esperanza. Quedan siete partidos para revertir la situación. Una carta a la desesperada. Ese fue el último servicio prestado por Pasieguito al Valencia en su etapa como responsable de la parcela técnica. Un cambio que obró el milagro. Al final de la campaña 82-83 se evitó el desastre. Misión cumplida. A continuación, Pasieguito dejó el cargo con la discreción de la que siempre hacía gala.

Ocho años antes, Bernardino Pérez Elizarán, su nombre real, dirigía al Sporting de Gijón por tercer ejercicio consecutivo. Sin embargo, después de seis jornadas, fue destituido. Aquella salida antes de hora le convenció para explorar nuevos horizontes. Después de permanecer más de una década en varios banquillos por todo el país llega la hora de regresar a casa. En ese momento, el Valencia se dispone a vivir un importante cambio de rumbo. Por la experiencia adquirida, su extraordinaria intuición natural y el profundo conocimiento del fútbol, Pasieguito es el hombre adecuado sobre el que se va a levantar un ambicioso proyecto. La dimisión de Ros Casares abre un período transitorio que culmina con el nombramiento de Ramos Costa como máximo mandatario en los primeros días de enero de 1976. Ese mismo mes se confirma el primer fichaje para un futuro que se intuye espléndido. Ángel Castellanos, a quién el sabio de Hernani conoce por haber coincidido en Sabadell y en Granada, se compromete con los de Mestalla.

Hay otro nombre en la recámara, el de un artillero casado con el gol. Se trata de Enrique Castro 'Quini', futbolista al que conoce bien después de haber sido su entrenador. El Sporting baja a segunda pero no hay acuerdo y Quini se queda en Asturias para confirmar sus magníficas cualidades. El Valencia fija entonces su objetivo en 'Lobo' Diarte, un delantero explosivo, joven, potente y completo. La bomba de aquel verano que rompe todos los registros en los traspasos del fútbol español. Pasieguito recluta a otros jugadores como Juan Carlos y Carrete, más tarde Botubot, para armar una plantilla poderosa que rescate al club de la atonía en la que estaba sumido. El nuevo presidente desea relanzar al club por la vía rápida. Queda un fichaje estelar. La guinda del pastel. Todos deseaban a Rainer Bonhof pero el alemán no puede venir y en el escenario aparece Mario Kempes.

Su nombre lo llevaba apuntado Pasieguito en su inseparable libreta donde sólo él era capaz de encontrar la información que buscaba. Se había empapado sobre un jugador de Rosario Central que, a los 22 años, había jugado un Mundial con Argentina y que no se cansaba de marcar goles. Su compatriota Mario 'Colorado' Killer, a las órdenes de Pasiego en El Molinón, le habló maravillas. Sin más compañía se fue a por el jugador, se informó de su personalidad, de su realidad familiar y se empapó sobre el que iba a ser el fichaje que le iba a consagrar. No resultó fácil la operación. Superadas las reticencias iniciales del club 'canalla', Pasieguito se trajo a Kempes.

La historia es conocida. Un debut desastroso y un alud de críticas. Escepticismo en el ambiente que desapareció muy pronto. Pasieguito confiaba en las inmensas posibilidades del 'Matador', pero aquel inicio le hizo sufrir más de la cuenta. Después vinieron más fichajes, algunos de jugadores conocidos, otros, de perfil menos llamativo y, sin duda, descubrimientos como el de Pedja Mijatovic en el verano de 1993, diez años después de su salida por la puerta falsa. Con Arturo Tuzón en la presidencia, el club transformado en sociedad anónima deportiva y un entorno convulso, el club de su vida decidió recuperarlo para reforzar la secretaria técnica de la que había salido Roberto, a la que había aterrizado Paquito y en la que continuaba Juanjo Rodri.

Pasieguito se fue a un país que se desintegraba, Yugoslavia se hallaba sumida en un conflicto interno. En Belgrado, su ojo clínico demostró, una vez más, la proverbial capacidad para detectar el talento y la calidad. Era el hombre a fichar. No tuvo dudas. Ese fue su gran último acierto para un club al que sirvió con lealtad desde diversas funciones. Un caso único en la historia de la entidad valencianista y que, con el paso del tiempo, terminó por hacerse amigo de aquel reportero que le amargó una cena.