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Real Madrid

Di Stéfano evitó el desastre

El Madrid estaba eliminado en Viena en octavos de la segunda Copa de Europa. Perdía 3-0. En el Bernabéu había ganado por 4-2. Hasta que el «9» anotó el 3-1 que forzó el partido de desempate, que el once blanco ganó 2-0

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El majestuoso estadio Santiago Bernabéu, cerrado ahora desde principios de marzo, en obras para convertirse en el mejor coliseo del planeta, vivió su primera final de la Copa de Europa en la seguna edición, en 1957. Inaugurado el 14 de diciembre de 1947, fue desde el primer momento el templo de un equipo que pocos años después no paró de hacer historia. Y buena parte del mito se generó en casa. La segunda Copa de Europa tuvo como escenario el fortín, donde se pertrechó el equipo que dirigía José Villalonga para ir superando escollos y ganar su segundo título continental seguido . Todo el mundo quería estar en aquel Real Madrid. Lo mismo sucede ahora.

El 30 de mayo de 1957, hace nada menos que 63 años, el Real Madrid ya era el equipo más valioso del mundo. Aquel día lograba la segunda Copa de Europa, al imponerse por 2-0 al Fiorentina. La fiesta, nada menos que los 120.000 espectadores que por entonces podía acoger, transformó al Real Madrid en un mito. Dos Copas de Euroap consecutivas. El estadio levantado en el Paseo de la Castellana fue vital para revalidar el título.

Hoy se cumplen 63 años de aquel 30 de mayo, cuando Di Stéfano y Gento sentenciaron la final ante la dura Fiorentina por 2-0, goles marcados en los minutos 70 y 76. Pero aquella edición tuvo un momento decisivo, grave, que definió el devenir de la competición.

Sucedió en los octavos de final. El cuadro de Villalonga, campeón unos meses antes de la primera Copa de Europa, estuvo al borde de ser eliminado en el otoño, en el estreno de la segunda edición.

El Real Madrid venció al correoso Rapid de Viena por 4-2 en el encuentro de ida, con dos tantos de Alfredo Di Stéfano y otros dos de Ramón Marsal. Sin embargo, en la capital austríaca, en el duelo de vuelta, bordeó el desastre. Di Stéfano salvó al club de una eliminación que habría impedido la historia legendaria. Un gol suyo, para perder por 3-1 en Viena, evitó la derrota absoluta. Y el partido de desempate permitió a los blancos seguir en liza y triunfar en el torneo. Pero expliquemos ese momento crítico.

Entonces no existía la norma moderna del valor doble de los goles a domicilio, ni había prórroga tras los partidos. El calendario no estaba cargado.

Tras el 4-2 en un Bernabéu lleno, el 3-0 del Rapid puso las cosas muy complicadas. Y fue Di Stéfano el autor de ese 3-0 que forzó el duelo de desempate en otra fecha. El Real Madrid respiró. Se había salvado del horror.

Hubo un partido de desempate y Raimundo Saporta logró que se disputase en el Bernabéu. Joseíto y Kopa marcaron en la primera parte y establecieron el definitivo 2-0 que clasificaba a los blancos tras un encuentro tenso en el que fueron expulsados Rafael Lesmes y el recordado Ernst Happel, gran entrenador posteriormente.

El Real Madrid liquidó en cuartos de final al Niza en el Bernabéu por 3-0 y ganó también la vuelta en el Leo La Granje por 2-3.

Volvió a tener como gran aliado al Bernabéu en la semifinal ante el todopoderoso Manchester United, al que superó por 3-1 en Madrid, para luego empatar a dos tantos en Old Trafford.

No lo tuvo tampoco fácil la Fiorentina, que progresó ante Norrkoping, Grasshoppers y Estrella Roja con resultados bastante ajustados. Se presumía que iba a ser un rival complicado en la final para un equipo estelar, el español, bien pertrechado en la parte de atrás por Marquitos, Lesmes, Miguel Muñoz, Zárraga y compañía y con la magia de Kopa, Rial, Di Stéfano, Gento, Joseíto, Mateos y compañía.

Y el Real Madrid impuso su clase en la final. Los hombres de Fulvio Bernardini supieron resistir magníficamente el empuje de los futbolistas consagrados de Villalonga, quien tras cambiar de idea en el trayecto desde la concentración al estadio se decantó por una formación integrada por Juanito Alonso, Torres, Marquitos, Lesmes, Muñoz, Zárraga, Mateos, Rial, Kopa, Di Stéfano y Gento. Los italianos solo comenzaron a entregarse bien avanzada la primera parte. Era cuestión de paciencia, de madurar el partido, para el equipo español. Un penalti sobre Enrique Mateos, que se escapaba tras recibir un pase de Kopa, permitió a Di Stéfano abrir la cuenta a los 70 minutos.

No modificó el planteamiento de la Fiorentina el gol y el Real Madrid, ambicioso, siguió arrinconando a su rival. De nuevo la visión de Kopa fue determinante. Esta vez Paco Gento no encontró freno y firmó el definitivo 2-0 para dar paso a la gran fiesta del Bernabéu, que por primera y única vez, hasta hoy, vio celebrar una Copa de Europa del Real Madrid en su campo tras conquistarla en ese césped.

El club de las trece Copas de Europa ha ganado únicamente una en su casa. Quizá porque es mejor ser profeta en el extranjero, para conquistar el mundo con el balón por montera.