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Dennis Hopper, en una imagen de 1976. (Foto: AFP)

Dennis Hopper, uno de los rebeldes que transformó a Hollywood

Se cumplen 10 años de la muerte del director de "Easy Rider". Un nuevo documental intenta reamar el rompecabezas de lo que fue su producción más frustrada.

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Detrás de las grandes estrellas, los enormes estudios y el puro negocio, la historia de Hollywood está cimentada con personajes anónimos imprescindibles, callejones sin salida y algún que otro relato de redención. La historia de Dennis Hopper cumple con todo eso. El actor, director, fotógrafo y pintor, que murió hace diez años, fue uno de los revolucionarios que cambiaron el anquilosado Hollywood de finales de los sesenta y principios de los setenta. Lo hizo con una pequeña producción que, ante la sorpresa de todos, resultó ser un gran éxito popular y económico: Easy Rider, en 1969. Esta película, que dirigió y protagonizó, marcó a una generación y le abrió las puertas de la industria como creador, pero su siguiente proyecto fue todo un fracaso. Un momento clave en la historia del cineasta que retrata el documental Dennis Hopper, compañero de viaje, está hilado a través del punto de vista del que fuera mano derecha del actor y asistente, Satya de la Manitou.

Satya, como se lo conoce en Hollywood, y el director del documental, Nick Ebeling cruzaron sus caminos en 1992 en un hipódromo de Los Ángeles, aunque no se dieron cuenta de haberlo hecho hasta que comenzó la producción del documental hace un lustro. En aquella pista de carreras, Ebeling, entonces un actor en ciernes, tenía 14 años y estaba obsesionado con la película Terciopelo azul, en la que Hopper dejó uno de los personajes más memorables de la filmografía de David Lynch. “Mis padres me mandaron a recoger algo a un bar estilo años treinta que había allí. En medio de la sala, con un cigarro en la mano, estaba Dennis, la única estrella que me importaba en ese momento. Reuní el poco valor que tenía para pedirle un consejo sobre actuación”, cuenta Ebeling a través de una videoconferencia desde su casa de Los Ángeles. Y junto a Hopper, estaba Satya.

El asistente conoció al actor durante el rodaje de Easy Rider. Se convirtieron en amigos y labraron una relación profesional y personal durante cuatro décadas hasta la muerte del intérprete. Ebeling quiso conocer a Satya para la elaboración del documental y escuchando sus vivencias terminó por convertirlo en coprotagonista junto a Hopper después de interminables reuniones aderezadas de donas y mucho café. “Crecí en Hollywood y vi lo que la ciudad puede hacerle a la gente. Conocí a famosos y a gente que fue destruida o que se autodestruyó, pero lo que nunca había visto es a alguien que aguante ahí como asistente durante cuarenta años, eso no ocurre aquí. Satya es como un Sancho Panza psicodélico, todo un personaje", explica el director.

Hopper firmó con Universal Pictures para hacer una película con libertad artística con un presupuesto de un millón de dólares. Más de lo que le había costado Easy Rider, pero aun así, la película más barata del gran estudio en 1971. The Last Movie, que rodó en Perú, tuvo una posproducción caótica (con muchas drogas, alcohol y sexo) en el rancho de Hopper en Nuevo México y no fue entendida por nadie. El estudio trató de hacer cambios, pero terminó por dejarla de lado. El cineasta terminó hundido, pero el film se convirtió en una película de culto. Y Ebeling se obsesionó con ella cuando la descubrió en un videoclub underground de Los Ángeles. “Era un film con una imagen de un vaquero fumándose un cigarro. Me la llevé a casa y nunca la devolví”, cuenta el director. La vio y la estudió: “No estoy seguro de haberla entendido entonces, pero lo que me gustaba de ella es que era completamente diferente de cualquier cosa que hubiese visto antes. Me inspiró a agarrar una cámara super 8 y una de 16 milímetros. Dejé la actuación y empecé a hacer mis propias películas, y eso me llevó a otras películas y a la escuela de arte y a la literatura, cambió mi dirección. Probablemente fui el primero en ver The Last Movie antes que Easy Rider, ni siquiera sabía qué era”.

A lo largo de sus conversaciones con Satya, el director fue dándose cuenta de que si iba a hacer un documental sobre The Last Movie, no lo iba a hacer de forma tradicional, sino imitando el nuevo Hollywood de aquella época en la que surgieron cineastas independientes que rompieron con las viejas estructuras de los grandes estudios. "Lo deconstruimos todo. Fue una de las grandes eras de la historia del cine americano y creo que la película podría ser la expresión última de esa idea. La gente nos decía, no se hace una película así, y nos la quitábamos de en medio y buscábamos a otra persona que lo entendiera”, dice Ebeling. “Dejé Hollywood y estuvimos dos años y medio en la carretera rastreando la historia, con el espíritu de Dennis y de gente como John Cassavetes”, remata el director.

El realizador tuvo varios modelos en dos estrellas de su época: James Dean y Marlon Brando. De ellos sacó la rebeldía contra todo lo que olía a viejo en Hollywood y del primero también su amor por el arte y la fotografía. “Dean fue su mentor en la interpretación. Se conocieron en Warner. La primera vez que Dennis lo vio, este estaba con Elia Kazan y unos ejecutivos del estudio y Dean salía de una oficina a todo correr, se giró, levantó el dedo corazón y dijo, dirigiéndose a cada uno, ‘que te jodan’ repetidamente. Dennis vio eso a los 17 y lo impresionó de por vida”, cuenta el director del documental, que añade: “Lo que vi en Hopper, que no se lo vi a nadie más, es que tienes un gran actor, que es innovador, que es también un gran fotógrafo, uno de los mejores de los años sesenta, es respetado por artistas y músicos casi como un igual, gente como Andy Warhol, Frank Gehry, The Doors. Esta gente se dio cuenta de que iban en el mismo barco. Y además es un gran director también, quien sabe qué habría pasado si The Last Movie hubiese sido un éxito”.

Hopper fue trabajando como actor con cineastas como David Lynch, Wim Wenders o Francis Ford Coppola, incluso fue candidato al Oscar a Mejor actor de reparto por Hoosiers, pero como director no fue hasta los años ochenta que tuvo un notable resurgir con películas como Fuera de control y Vigilantes de la calle. Pero nunca llegó a enmendar su relación y sus sentimientos con The Last Movie. Ebeling tenía clara la finalidad de su documental: “Mi película es una historia de lealtad. Hollywood es un destructor de relaciones, como dice Satya. Dennis no llegó a rendir cuentas con The Last Movie, así que para Satya y para mí se convirtió en una misión conseguirlo”.