Garibaldi y Cuba

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Giuseppe Garibaldi .Foto: Internet

 
De si Giuseppe Garibaldi estuvo o no en Cuba, se ha especulado un poco y hace algunos años el investigador Enrique Pertierra Serra comentó el descubrimiento de la historiadora italiana Anna Tola , sobre el particular. Sin embargo, hemos visto que su declaración de apoyo a los cubanos durante la Guerra de 1868 es mucho menos tratada.
 
El cronista español Justo Zaragoza , el patriota cubano Juan Arnao y el etnólogo Fernando Ortiz, apuntaban la certeza de que el paladín de la independencia italiana, visitó Cuba, de manera secreta, entre 1850 y 1851 como pasajero del vapor Georgia. A ellos se sumó el investigador Enrique Pertierra Serra, quien en su libro Italianos por la libertad de Cuba, y cuatro años después, afirmaba que aunque no existían pruebas documentales que concluyeran categóricamente que Garibaldi estuvo en La Habana, existían evidencias de ellos.

Se aventuraba a decir que por mediación del italiano Antonio Meucci debió conocer a Gaspar Betancourt Cisneros, Cirilo Villaverde y John Anderson, “este último negociante de tabaco y simpatizante de la unificación de Italia, quien había estado en La Habana en varias oportunidades y dominaba la situación política de Cuba”.

En el 2008, Pertierra se hacía eco de una buena noticia para la Historia: existen documentos que prueban que Garibaldi estuvo en La Habana. La investigadora italiana Anna Tola halló, en el Museo Estatal de Palermo, el diario de a bordo del vapor Georgia, escrito en inglés por el propio Garibaldi, quien anotó en la cubierta: De New York al istmo de Panamá y retorno.

El héroe de Aspromonte viajó con el nombre de Joseph Paine, con el fin de burlar la vigilancia de las autoridades españolas, evitar ser molestado o apresado y transitar libremente, a su antojo.

Para algunos Garibaldi no estuvo en Cuba con el objetivo de conspirar, solamente quiso pulsar el ambiente que se respiraba en la Isla. Lo cierto es que partió de New York el 12 de noviembre de 1850 y arribó a La Habana a las 11 de la mañana del 17.

Desde esa hora se mantiene en el lugar hasta el martes 19 en que levan anclan y ponen proa a Chagres (Panamá). En el diario señala que el propósito de la escala era el de abastecerse de carbón y cambiar pasajeros.

Cuando llegaron a Chagres cargaron pasajeros, equipajes, se reabastecieron de carbón y regresaron a través del Caribe utilizando el Canal de Yucatán para penetrar en el Golfo de México y continuar viaje a La Habana siguiendo la línea costera de la Isla.

Luego, de regreso, anotaría: “Domingo 1 y lunes 2 de diciembre: “Nos detuvimos en La Habana y partimos a mediodía con buen tiempo”.

En ninguna de las dos ocasiones consigna su estancia en tierra cubana.
Todos estos apuntes Pertierra los documenta en el Archivio di statu di Palermo. Giornale di Bordo del Bastimento Georgia autógrafo di Giuseppe Garibaldi. Miscellanea archivística 1 no. 212. Tomado del libro Garibaldi. La Felicitá Nella Libertá. Garibaldi per la Libertá di Cuba. Paolo Sorba Editore 2007, de Anna Tola.

Así queda demostrado que Guiseppe Garibaldi estuvo en La Habana en noviembre y diciembre de 1850, pero quedan abiertas las interrogantes: ¿Con quién o quiénes se relacionó? ¿Qué hizo en tierra cubana? ¿Dónde y cómo conoció a Gaspar Betancourt Cisneros, Cirilo Villaverde y John Anderson?

En esa fecha Betancourt Cisneros se encontraba residiendo en Nueva York, pues en 1846, complicado en una supuesta conspiración se había visto obligado a abandonar Cuba.

Allí enarboló la bandera de la rebeldía contra España, pero no pedía la independencia de la Isla, sino su anexión a los Estados Unidos. Presidía el Consejo Cubano, una delegación de los distintos grupos que en la Isla propugnaban la anexión y, sin embargo, en el movimiento de Narciso López no tuvo más participación que la de espectador.
 
En tanto Villaverde, por estar involucrado en la conspiración de Trinidad y Cienfuegos había sido detenido en 1848 y, al año siguiente, cuando pudo escapar, se trasladó a Nueva York. Se desempeñaba como secretario del venezolano Narciso López, en la fecha en que Garibaldi viaja a esa ciudad.

¿Dónde y cómo entonces se relacionaron con Garibaldi? Lo único cierto es la carta que Emilia Casanovas, esposa de Cirilo Villaverde, le escribiera al “ciudadano del Orbe”, como ella misma lo califica y las dos misivas de él a ella, referentes a Cuba.

El 3 de enero de 1869, ya iniciada nuestra guerra libertaria, Emilia Casanova, esposa de Villaverde y en ese entonces secretaria de la sociedad Liga de las Hijas de Cuba, le escribe:

Mott Haven, New York, enero 3 de 1869.

Muy señor mío:

No debe extrañar que una persona que le es absolutamente desconocida le dirija a usted estas líneas. Es usted ciudadano del Orbe, amigo de todos los pueblos ilustrados, campeón de la libertad y estos títulos me dan derecho para ello.

Desde que estalló la revolución de mi patria en Octubre de 1868, vengo observando la prensa por si encontraba una palabra siquiera de aliento a favor de los cubanos del heroico Garibaldi, jamás y en ningún caso ha negado su espada, ni apoyo e influencia de su gran nombre, a ninguno de los pueblos que han luchado por la libertad. Después de algunas reflexiones me he convencido que la causa del silencio de Garibaldi es porque no conoce la cuestión cubana ni sabe el alcance de sus aspiraciones políticas.

Nosotros principiamos la revolución dando la libertad a nuestros propios esclavos, armándoles e incorporándolos en las filas patrióticas y por esto comprenderá usted que nuestro propósito de libertad universal, es digno de la consideración de todos los hombres libres.

Con el lema de abolición de la esclavitud, libertad e independencia, hemos conmovido toda la población criolla, y a estas horas a pesar de los grandes inconvenientes con que hemos tropezado, ya los patriotas dominan la tercera parte de la Isla.

A veces me figura que la indiferencia aparente de vosotros hacía el movimiento de los cubanos, nace del errado concepto que de él tiene generalmente Europa. Se me figura que vosotros, los políticos europeos, no creéis que nuestro propósito es sacudir el yugo español, erigirnos en estado republicano e independiente, sino agregarnos a la Unión Americana.

No niego que entre mis paisanos haya muchos anexionistas, pero la mayoría inmensa, del pueblo cubano, está resuelta a constituirse independiente.

De otra manera yo no me explico porque hasta ahora los caudillos de la libertad de Europa callen respecto a nosotros, al paso que aplaudieron a los candiotas apenas se alzaron contra los turcos, y a los españoles no bien triunfó la revolución militar que derribó de su trono a Isabel de Borbón; aunque en aquel caso no se sabía el objeto final del alzamiento y en éste todo ha venido a aparar en la sustitución de un despotismo por otro.

Al cabo de un de más de un año de guerra de independencia contra los españoles de hoy, que no han variado de los españoles del principio de siglo, he esperado impacientemente, con tanta más impaciencia cuanto que soy una mujer, esa palabra de aprobación que conforte al menos de boca del inmortal Garibaldi.

Yo soy Secretaria de la Sociedad Secreta de las Hijas de Cuba, creada para levantar fondos, socorrer al ejército patriota, y ella me ha facultado para escribir a usted, no con el fin de pedirle socorro pecuniario, pues por una parte no creemos que usted sea rico, y por otra estamos persuadidas que la palabra escrita suya, aprobando el gran movimiento radical cubano, como esperamos que lo apruebe ahora, que no conoce, equivaldrá a un verdadero capital para nosotros.

Concédanos pues, la gloria, lustre Garibaldi, de ser el conducto por donde llegue su voz a oído de los bravos cubanos, que casi inermes y absolutamente solos, luchan hoy y llevan camino de triunfar contra el despotismo español en Cuba.

No queriendo distraer su atención por más tiempo, tengo el honor de suscribirme con la más alta consideración, de usted atenta admiradora. (7)

La respuesta demoraría un año, pero el paladín de la libertad le confiesa:

Con toda mi alma he estado con Uds. desde el principio de su gloriosa revolución.
No es solo la España quien pelea por la libertad en casa y quiere esclavizar a los demás pueblos fuera. Pero yo estaré toda la vida con los oprimidos, sean reyes o naciones los opresores.

Y el 22 de febrero de 1870, en una segunda carta, le dice:

En otra mía yo manifesté a Ud. el interés que tenía por la libertad de Cuba.
Yo soy por los republicanos de España, pero, no, por ese gobierno reaccionario y deseo a su bella patria la total independencia por la cual tan heroicamente pelea.

José Martí, el 16 de septiembre de 1881, en La Opinión Nacional –periódico de Caracas, Venezuela -- escribía: “Un corazón existe en Europa, vasto y ardiente, en que hay lugar para todo dolor y goce humano, y hecho a todo acto heroico o sentimiento generoso. De una patria, como de una madre, nacen hombres; la Libertad, patria humana, tuvo un hijo, y fue Garibaldi:--fue él”.

Estuviera o no en La Habana Garibaldi para apoyar la lucha de los cubanos por su independencia de España, sus notas a Emilia Casanovas de Villaverde demuestran la simpatía por los que combaten.

Y no esta lejos de verse como a este bueno, generoso y bravo paladín que califica José Martí y describe como amador ardiente de toda víctima oprimida, soldado gentil de toda idea que sufre y redime y guerreador de capa roja y acero que llamea.