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Alemania: La burocracia sindical derrotó la huelga de Voith

La huelga de Voith en Sonthofen, que comenzó el 23 de abril, duró 33 días. El resultado es el cierre de la fábrica y un plan social para los trabajadores, pero quienes realmente querían luchar por la preservación de su fábrica. Las cosas podrían haber resultado diferentes, pero el sindicato metalúrgico se abstuvo de una lucha constante contra la patronal.

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La lucha en Voith ha terminado. La planta industrial de Sonthofen cerrará después de 500 años de historia. El martes, el 87,1 por ciento de los huelguistas votaron a favor del plan social, que fue negociado por la dirección del sindicato metalúrgico IG Metall y la patronal de Voith. Johann Horn, secretario sindical de IG Metall Baviera y negociador local, está satisfecho con el resultado: "Los empleados han luchado y entrado en huelga duramente por este plan social. Ahora recibirán una indemnización adecuada por la pérdida de sus empleos".

El resultado de la votación puede parecer bastante claro, pero puede explicarse por el hecho de que los trabajadores se enfrentaron a una votación con premisas falsas: plan social o nada. La continuación de la lucha por la preservación de la fábrica no se presentó como una opción realista en el corto tiempo entre la negociación y la votación. Y esto a pesar de que uno de los lemas más importantes de los huelguistas desde el principio fue: "Voith puede irse, nosotros nos quedamos aquí!"

Los responsables de IG Metall Baviera apoyaron esto con palabras, pero oficialmente lideraron la huelga desde el principio sólo por el plan social. Una de las razones que dieron para esto era que no estaba legalmente permitido llamar a la huelga en contra del cierre. Sin embargo, sostuvieron que tenían por objeto aumentar los costos del cierre hasta tal punto que Voith cambiaría de opinión. Sin embargo, desde el principio quedó claro que esto no sería suficiente. La empresa había decidido incurrir en inmensos gastos para cerrar una planta rentable. Así que no fue una sorpresa que las negociaciones y también los posteriores procedimientos de arbitraje finalmente fracasaron el 14 de mayo. La familia Voith no quiso involucrarse en la continuación de la fábrica o en la venta a un inversor. A partir de ese momento, a más tardar, se difundió entre los trabajadores la idea de que era imposible mantener la fábrica en funcionamiento y que la huelga tendría que luchar por la indemnización por despido, una empresa de transferencia y medidas de formación continua.

El lunes pasado, los funcionarios del sindicato informaron a los trabajadores de Voith que habían negociado un plan social con la patronal. Sólo se fijó un día como período de reflexión, por lo que los trabajadores entraron en la votación del martes sin información detallada y sin tiempo para discusiones profundas.

La colaboración social nos permite elegir entre la peste y el cólera

Los funcionarios del mayor y tal vez más poderoso sindicato del mundo, con más de 2,2 millones de miembros, no tomaron ninguna medida seria durante la fase caliente de la huelga para luchar por la preservación de la planta. La huelga no fue más allá de los - ciertamente grandes - esfuerzos de los propios trabajadores. No se hizo ningún esfuerzo para convencer a los trabajadores de otras plantas organizadas por IG Metall para participar en huelgas de solidaridad. La dirección de IG Metall en Baviera no mostró ninguna iniciativa para presionar al gobierno provinzial para estatizar la planta. Los llamamientos a la solidaridad en todo el país se limitaron a alentar a los trabajadores a luchar más por un plan social en lugar de adoptar una postura ofensiva para mantener la planta abierta.

Todo esto se saltó, pero no sin razón: para hacerlo, la burocracia habría tenido que saltar sobre su propia sombra, dejar de cooperar con la patronal y el gobierno y entrar en una verdadera confrontación con la gestión de Voith. Por el contrario, impuso que el plan social se votara en un procedimiento acelerado. Incluso se jacta de haber liderado una "huelga exitosa", como si la pérdida de cientos de empleos fuera una historia de éxito.

El plansocial evita que los trabajadores se vean arrojados a la miseria financiera del desempleo de la noche a la mañana. Pero para muchos de los trabajadores las perspectivas no estarán claras después de que finalicen las medidas de formación continua remunerada. En particular, Sonthofen perderá una tradición de 500 años y puestos de trabajo asegurados para las siguientes generaciones. La vida y el trabajo de toda una región no estarán determinados por los propios empleados, sino a la manera clásica de los industriales del siglo XIX por una familia de multimillonarios.

La colaboración social significa que la burocracia sindigal de IG Metall Baviera se abstiene de defender los lugares de trabajo junto a los trabajadores, sino prefiere arrodillarse delante de la patronal en Heidenheim. En consecuencia, el resultado de la huelga es recibido con disgusto por muchos trabajadores: "Hubo muchos grandes eslóganes y discursos, tal como que ya lo vamos a mostrar a la patronal en Heidenheim, pero al final, el cierre es el resultado. Esto es una gran decepción para nosotros".

¡La huelga podría haberse ganado!

Aunque en en Alemania no existe en las últimas décadas una fuerte tradición de luchas exitosas contra el cierre de plantas, la posición inicial de los trabajadores de Sonthofen fue extraordinariamente buena: iniciaron la huelga con un 98 por ciento de aprobación y mantuvieron una tasa de participación en la huelga correspondientemente alta casi en todo momento. Sólo en las cinco semanas de la huelga, es probable que los daños a la empresa hayan ascendido a millones. Al mismo tiempo, no fue difícil convencer al público de las preocupaciones de los huelguistas: al fin y al cabo, la empresa quería cerrar una planta que funcionaba bien y que tenía una larga tradición y que estaba firmemente anclada en la región, sólo para obtener beneficios aún mayores para una familia súper rica. Rara vez ha sido tan obvio como aquí que el futuro de cientos de empleados y sus familias se sacrifica por el balance de una empresa.

Y la fábrica no estaba sola en esto: las plantas de Voith también se cerrarán en Zschopau y Mühlheim. Y tales planes también suponen una amenaza latente para todas las demás localizaciones de Voith. Podrían haberse movilizado todos para una huelga conjunta. Además, la IG Metall podría haber llamado a huelgas solidarias en otras empresas de la industria metalúrgica. Por último, Voith es también un precedente para los próximos meses, si no años. Después de todo, Sonthofen es parte de una ola de despidos en Baviera y la primera gran empresa que luchó por el cierre durante la crisis del coronavirus. El resultado de estas luchas decidirán hasta dónde llegarán los empresarios en sus próximos ataques.

Con los 500 huelguistas y los recursos del IG Metall, habría sido posible una gran campaña que, por un lado, llamara a otras empresas a realizar acciones de solidaridad por la huelga y, por otro lado, presionara a los políticos para que presentaran no sólo palabras cálidas sino medidas reales en interés de los huelguistas. De esta manera, la perspectiva de la re-nacionalización de la planta podría haber sido traída a primer plano desde el principio.

Todos estos elementos dejan una cosa clara: ¡la batalla de Sonthofen podría haberse ganado! Esta es también una de las lecciones más importantes para todas las fábricas que están amenazadas de cierre en el próximo período.

¿Pero cómo pudo el IG Metall perder esta batalla? ¿Y por qué quiere vender esto como un éxito? Ambos tienen que ver con su papel social como mediador entre el capital y el trabajo.

Los funcionarios a tiempo completo prefirieron terminar la disputa laboral en una solución amistosa con la empresa en lugar de imponer la escalada necesaria para mantener realmente la fábrica en marcha - después de todo, no se trataba de sus propios trabajos. La razón por la que la burocracia sindical prefiere confiar en el plan social es la ideología conciliadora de clase de la colaboración social. Dice que los trabajadores y los capitalistas tienen intereses que se superponen y pueden encontrar compromisos comunes. Sin embargo, esto requiere un organismo mediador, en este caso el aparato sindical, que está en una situación materialmente mejor que los miembros. Los burócratas, como el comité ejecutivo de IG Metall o sus representantes en niveles inferiores, son pagados para negociar con la patronal. Por lo tanto, no tienen ningún interés material en que las empresas queden bajo el control propio de los trabajadores, porque entonces su mediación ya no sería necesaria. Esta casta de "expertos", como en el caso de la huelga de Voith, establece los límites de un conflicto laboral. Una verdadera democracia de la huelga, que presupone reuniones abiertas y el pleno poder de decisión de los trabajadores en huelga durante el curso de la misma, no tiene lugar en este concepto.

Los trabajadores han demostrado que son combativos: Con un alto grado de sindicalización, han estado en huelga hasta el último día con una participación casi total y también han utilizado métodos de mayor alcance como el bloqueo temporal de la puerta de la fábrica. Lo que faltaba, sin embargo, para no permitir que la dirección del sindicato traicionara la huelga, era la autoorganización de la base. Habría sido necesario proponer en las reuniones de huelga un plan de acción para la ampliación de la huelga, movilizaciones y una campaña de solidaridad nacional como alternativa a la táctica de negociación, y ponerlo en práctica incluso contra la voluntad de la burocracia sindical.

Sin embargo, una auto-organización clasista desde las bases no se desarrolla espontáneamente de un día para otro. Después de décadas de política del movimiento obrero basada en la colaboración social que prevalece en Alemania, no había puntos de partida ni tradiciones de lucha que los empleados pudieran haber asumido. Por lo tanto, la conciencia promedia se mantuvo al nivel de la colaboración social. Al final, los trabajadores de Voith fueron traicionados por la dirección del sindicato en su lucha contra los patrones, porque la dirección no quería dejar el suelo de la colaboración social.

La construcción de una corriente clasista y antiburocrática en los sindicatos tiene hoy una importancia decisiva para el movimiento obrero en toda Alemania y también a nivel internacional para dar respuestas a las crisis que se avecinan. Los despidos masivos ya son una amenaza en otras áreas: Galeria Karstadt Kaufhof, TUI, Lufthansa, sólo para nombrar los ejemplos más recientes. En la industria, cientos de miles de puestos de trabajo se verán amenazados por la reestructuración en los próximos años.

En los próximos conflictos laborales, se planteará necesariamente una y otra vez la cuestión de cómo los trabajadores pueden elaborar un plan de acción y aplicarlo contra la voluntad de la burocracia sindical. El cierre de Voith ha demostrado que la patronal puede ignorar completamente las demandas como la preservación de una fábrica. Los trabajadores deben mostrar una alternativa con la que puedan intervenir en la discusión pública e influir en la política. En este sentido debe entenderse la demanda de expropiación y nacionalización sin indemnización bajo el control obrero: Es una demanda que nunca será aceptada por la patronal, la burocracia sindical o los partidos burgueses e incluso de izquierda reformista. Por lo tanto, es necesario un partido de trabajadores independiente, que se apropie de las tradiciones revolucionarias del movimiento obrero internacional y presente un programa independiente en todas las luchas laborales, que sea una alternativa al reformismo con su colaboración social, que siempre termina en la derrota.

El periódico como la voz independiente de la clase trabajadora

En Alemania la clase obrera no tiene un perfil político independiente porque está bajo el liderazgo del reformismo. La burocracia sindical, el SPD y el Partido Die Linke se funden ideológica y materialmente con los intereses del Estado alemán. Esta es la razón por la que el número de huelgas es todavía tan bajo y por la que las luchas laborales que aún así tienen lugar no crecen todavía más allá de las demandas económicas mínimas. El reformismo inculca a los trabajadores la idea de que su futuro sólo está asegurado cuando las empresas alemanas mejoran su posición en el mercado nacional e internacional y reciben ayuda económica del Estado. Los verdaderos intereses de los trabajadores, que no necesitan patrones o mediadores burocráticos, se presentan como una distopía.

Con nuestro periódico Klasse Gegen Klasse queremos contribuir a dar pasos hacia la construcción de un partido socialista revolucionario que permita a los trabajadores defender sus intereses independientemente del estado capitalista, las corporaciones y las burocracias. También debe preparar a toda la clase para tomar el control no sólo en una empresa sino en toda la sociedad. El periódico sirve como instrumento para que los trabajadores entren en procesos comunes de discusión y experiencia.

Acompañamos toda la huelga con esta convicción. Queríamos discutir un programa alternativo con nuestros colegas para que no aceptaran la elección forzada entre el plan social o la rendición incondicional. Tratamos de mostrar la perspectiva de la lucha de clases de que la huelga puede hacerse por la demanda de nacionalización sin indemnización bajo control obrero. Esta demanda parece ser ajena a las amplias masas de Alemania, también porque ningún periódico informa sobre ello. Utilizando ejemplos internacionales, hemos subrayado la posibilidad real de esa salida.

Durante la huelga recogimos mensajes internacionales de solidaridad para elevar la moral de los huelguistas y mostrar la conexión con otras luchas. Con nuestro propio dossier, a veces hemos publicado casi a diario información importante sobre el estado y la importancia de la huelga.

La lucha en Voith ha terminado. Pero no está sola. En Alemania, es inminente un período de cierres, despidos y recortes. Esto hace que sea aún más importante que los trabajadores defiendan sus posiciones contra los ataques. Les invitamos a utilizar el periódico como su instrumento para hacer oír su voz y luchar contra las condiciones de explotación y opresión.

Artículo original en alemán