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Carlos Henrique Raposo, el 'Kaiser' (Otras Fuentes)

La inverosímil historia del ‘Kaiser’ Carlos Henrique Raposo, el futbolista que no sabía jugar a fútbol

Carlos Henrique Raposo se marcó como objetivo llegar a la élite y pasó hasta por 10 equipos profesionales gracias a su labia y sus contactos

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Hay jugadores excelentes que se han convertido en leyenda, pero también historias que se han vuelto incluso más grandes que esos relatos. Este podría ser bien el caso de Carlos Henrique Raposo, más conocido como ‘Kaiser’, que cumplió su sueño de ser un jugador de fútbol profesional sin a penas saber si la pelota era redonda o cuadrada.

Brasil, cuna de los mejores jugadores y más virtuosos seguramente de la historia, vio nacer a Raposo un 2 de abril de 1963, que a falta de su talento se movió gracias a sus contactos y su labia para jugar al lado de los mejores. Lo hizo tan bien que llegó a pasar por hasta 10 clubs, sin haber disputado nunca un partido.

La gente conmigo celebraba dos veces. Cuando llegaba y cuando me iba

Fue en 1986 cuando ‘Kaiser’ empezó a forjar su historia. Con 23 años, empezó a frecuentar discotecas en busca de alguna plantilla de primer nivel, y una de esas noches conoció a Mauricio De Oliveira Anastácio, icono entonces del Botafogo y, gracias a su carisma, logró convencer al delantero para que lo representara.

Lo primero fue ponerle el apodo del ‘Kaiser’, ya que se parecía a Franz Beckebauer y, a partir de ahí, elaborar un currículum falso en el que ponía que Rasposo había formado parte del Independiente campeón de la Copa Libertadores e Intercontinental de 1984, con una fotografía que valía para comprobarlo, aunque el que aparecía no era él, sino Carlos Enrique, sin la ‘h’.

Fue entonces cuando llegó a Botafogo, con además vitola de estrella. No obstante, el ‘Kaiser’ odiaba el fútbol, solo quería el dinero y la fama, y para evitar jugar tenía su estrategia. “Iba a los entrenamientos y a los pocos minutos de ejercicios me tocaba el muslo o la pantorrilla y pedía ir a la enfermería. Durante 20 días estaba lesionado. En esa época no existía la resonancia magnética”, confesó a Globo Esporte tras colgar las botas.

Cuando los días pasaban, tenía un dentista amigo que me daba un certificado médico con algún problema físico. Y así pasaban los meses. En Botafogo creían tener en mí un crack, y era objeto de misterio

“Cuando los días pasaban, tenía un dentista amigo que me daba un certificado médico con algún problema físico. Y así pasaban los meses. En Botafogo creían tener en mí un crack, y era objeto de misterio”, insistía Rasposo, que añadía que “firmaba el contrato de riesgo, el más corto, normalmente de unos meses. Recibía las primas del contrato, y me quedaba allí durante ese periodo”.

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Una vez pasado ese periodo, la estrategia del ‘Kaiser’ era la de cambiar de equipo para no levantar sospechas. Su personalidad le hizo forjar más contactos y Renato Gaúcho lo llevó al Flamengo. Allí siguió con sus artimañas. Llegaba hablando inglés por teléfono haciendo ver que tenía ofertas de Europa, incluso un día Ronaldo Torres, preparador físico del ‘Fla’, descubrió que “no hablaba con nadie”.

Aun sin haber jugado un solo minuto, encontró una nueva casa y, además, a nivel internacional. Unos colegas suyos lo dejaron bien en un artículo y eso le sirvió para dar el salto al Puebla de México. “Tengo facilidad en hacer amistades. A muchos periodistas de mi época les caía bien, porque nunca traté mal a nadie”, explicaba Carlos Enrique, que llegó más tarde al Paso Patriots de Estados Unidos, Bangú, Ajaccio, Fluminense, Vasco Da Gama y América FC.

“Partidos completos, probablemente he jugador 20 o 30, pero todos amistosos”, insistió el ‘Kaiser’, que cerca estuvo de jugar uno en 1989 cuando estaba en el Bangú. “Me toco ir al banco. Coritiba se puso 2-0 y a los pocos minutos de juego suena el radio de Moises (entrenador), atendió, y me dijo que tenía que entrar, que era un pedido de Casto De Andrade (presidente del club). Comencé a calentar y vi que algunos hinchas estaban insultando al equipo de atrás del alambrado. salté el cerco y fui a pelearme con ellos. Me expulsaron antes de entrar”.

Su discurso para excusarse cuando De Andrade fue a por él no tuvo desperdicio. “Antes que diga cualquier cosa, Dios me dio un padre biológico y me dio otro. Así que nunca voy a permitir que los hinchas digan que mi padre es un ladrón, que hace cosas malas y eso es lo que dijeron los hinchas de usted”, relató el ‘Kaiser’, que explicó la reacción del entonces entrenador: “me abrazo por el cuello y me dio un beso. Le dije, perdón doctor, de acá a una semana o 15 días se va a librar de mí, pero él llamo a un dirigente para que me renovaran seis meses más”.

El famoso entreno en Francia

Uno de los días de más temor de Carlos Henrique Raposo fue cuando, fichado por el Ajaccio, tuvo que hacer un entrenamiento con público. “El estadio era pequeño, pero estaba lleno de hinchas. Creía que solo entraba a saludar a los simpatizantes, pero había infinidad de balones. Teníamos que entrenar. Se iban a dar cuenta de que era horrible. Empecé a agarrar pelota por pelota y se las pateaba a los hinchas mientras al mismo tiempo saludaba y besaba el escudo de la camiseta. Los aficionados enloquecieron pero los dirigentes se agarraban la cabeza porque los hinchas se llevaron de recuerdo todos esos balones. Tiré como cincuenta y no quedó ni uno”.

Así lo recuerdan

Ricardo Rocha: “No sabía jugar ni a las cartas. Tenía un problema con el balón. En una disputa al mayor mentiroso, Pinocho perdería con ‘El Kaiser’ Es un gran amigo, una excelente persona. Todo el mundo le quería mucho”.

Mauricio De Oliveira: “Quería estar en el medio de los futbolistas, quería ser considerado como tal pero no quería la responsabilidad de un jugador profesional”.

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