Alejandro Zertuche: Yo solo quiero ayudarle, Sr. Presidente

Es momento de rediseñar los sistemas anteriores y aplicar nuevas reglas que nos permitan enderezar la balanza de la calidad de vida en toda la sociedad.

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Alejandro Zertuche FuentesFuente: Cortesía

Le escribo esta carta Sr. Presidente para ofrecerle mi ayuda. Primero quiero compartirle que amo a mi país y no me refiero únicamente a sentirme orgulloso por él, ya que el amor es mucho más grande que eso.

La vida me ha traído la oportunidad de despertar como un mejor ser humano y me ha llevado hacia una nueva forma de ver las cosas; lejos de la polarización y los conflictos generados por el ego. No tengo partido político de preferencia. No soy fanático o seguidor de nada ni de nadie y, por supuesto, no acostumbro escribir este tipo de cartas.

Gracias a un par de invitaciones para escribir en algunos medios, descubrí que es una oportunidad para compartir lo que creo. En mis columnas nunca he hablado mal de nadie, ni señalado a un individuo en especial. Posiblemente, al hacerlo así, eso mismo no las hace tan atractivas en un mundo que inconscientemente vive de la controversia y la disputa por tener la razón.

En mi vida ya viví en la cima y conocí el suelo. Disfruté de la abundancia y aprendí de la escasez. Me he dado cuenta de que el equilibrio siempre me lleva al mejor camino y es por eso que he dejado, desde hace tiempo, de ser un seguidor de lo externo para ocuparme de mi interior. Esto me ha liberado de la necesidad de enjuiciar y calumniar a las personas, incluyéndome a mí. He aprendido a abrazar la incertidumbre y a usar la vulnerabilidad como una fuerza. A responder con un “no sé” más veces para accesar a más posibilidades de aprender.

He recibido reclamos de algunos lectores por no señalarles a usted y a otros políticos como responsables de lo que hoy pasa en México. Les he enfrentado con una pregunta: Y tú ¿qué harías en su lugar? Normalmente las respuestas no han sido claras. No hemos entendido todavía que todo lo que sucede lo creamos inconscientemente en colectivo y, por lo tanto, todos somos responsables.

¿Por qué le cuento todo esto? Es una simple introducción para presentarme y ser coherente con mi propuesta de ayudarle con mi único interés de por medio: México. Puedo adivinar que por más que se muestre controlado ante las cámaras, dentro de usted Sr. Presidente habita un huracán de emociones porque las cosas no se dan como las espera; más aún ante la crisis de salud y económica que llegaron para quedarse.

Ante todo esto que se vive hoy y lo que no hemos logrado resolver como humanidad, tenemos el gran reto de ubicar al ser humano en el centro de nuestras decisiones. Estoy de acuerdo en que los sistemas creados anteriormente no han funcionado para todos. Es momento de rediseñarlos y aplicar nuevas reglas que nos permitan enderezar la balanza de la calidad de vida en toda la sociedad.

No obstante estar en sus zapatos se convierte en algo difícil de entender. No significa no saber hacer el trabajo, sino tomar las mejores decisiones. ¿Cuáles son? Lo sabremos hasta no poder voltear atrás y aprender de todo esto. Lo importante aquí es lo que se encuentra dentro de usted señor Presidente, más allá de construir desde la mente, experiencia o conocimientos previos, la fuerza para sacar a nuestro hermoso país adelante solo se puede construir desde el corazón.

Entiendo que en estos momentos pasa por uno de los retos más grandes de su vida. Salir con este barco sin ir a la deriva. Las tormentas no cesarán ya que hemos entrado a la zona de mayor turbulencia y no solo eso, existe una realidad; la tripulación clama por ser escuchada y tomada en cuenta. No consiste en que los mexicanos le den más oportunidades, sino en que usted decida tomarlas y que con ellas construya el México que continuará hacia adelante.

Es momento de construir consciencia. Una palabra que usted usó al inicio de su mandato y que estoy seguro de que sigue siendo la oportunidad para transformar a nuestro país. La humanidad esta tomando poco a poco este camino y nosotros no nos quedaremos atrás. El despertar individual de la conciencia se esta convirtiendo en una fortaleza que llegará al colectivo con una fuerza tal que no habíamos observado anteriormente.

Estoy seguro de que su causa más profunda no está equivocada y ésta es su mejor espada. Sin ella, hoy debe enfrentarse al miedo y a una incertidumbre colectiva en los mexicanos que se está convirtiendo en su peor batalla. La oportunidad que hoy tiene frente a usted Sr. Presidente es aceptar ayuda o solicitarla sin miedo a la vulnerabilidad. Seguro habremos más de uno que realmente queremos ayudarlo a usted, para así ayudar a México.

Usted sabrá como localizarme y yo sabré como ayudarle. A sus órdenes Sr. Presidente.

Esta es una columna de opinión. Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad únicamente de quien la firma y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.