El Ministro de Cultura confía en que las corridas de toros regresen “lo antes posible”
Rodríguez Uribes defiende su gestión en el Congreso ante las duras críticas de la oposición
by Tommaso KochLa agenda original preveía un día agradable: hoy viernes, el ministro de Cultura y Deporte debía viajar a Guipúzcoa para visitar el Centro Internacional del Títere de Tolosa y el museo dedicado a Cristóbal Balenciaga. Sin embargo, José Manuel Rodríguez Uribes esta mañana se encontraba en Madrid, para explicar, ante la Comisión de Cultura del Congreso, su gestión de la crisis del coronavirus. Esa que revolucionó sus planes, y los de todos. En lugar de vestidos y marionetas, pues, el ministró afrontó un duro debate. Durante una hora y media, el ministro presumió de los fondos y la protección que su departamento ha destinado al sector, a través del real decreto aprobado la semana pasada. Y explicó que trabajan para mejorar los “criterios y posibilidades” de los festivales y las corridas de toros, para que vuelvan “lo antes posible”. Aunque, a la vez, escuchó una lista igual de larga de quejas de la oposición. Empezando por su propia aparición: es de los últimos ministros en rendir cuentas, según los portavoces del PP y Vox. En la anterior legislatura, la Comisión de Cultura destacó como un oasis constructivo. En la nueva normalidad, por lo visto, la crispación ha llegado también a las artes.
El 26 febrero Rodríguez Uribes se estrenó ante la comisión para contar sus proyectos para la legislatura. Han pasado solo tres meses y, a la vez, un milenio. Tanto que aquello está apartado temporalmente y la prioridad es la covid-19. De ahí que el ministro recordara las principales medidas aprobadas: 76,4 millones de euros en ayudas a los distintos sectores; 20 millones a la sociedad de garantía recíproca Crea SGR, encargada de avalar a los creadores ante los bancos, con la intención de que todos logren créditos hasta un total de 780 millones, del cine a los libros, de la tauromaquia al videojuego; un aumento del 5% en la deducción fiscal en el IRPF para quien financie iniciativas artísticas; las moratorias en los pagos de alquileres o Seguridad Social; y, sobre todo, la prestación por desempleo para miles de autónomos, cuyo trabajo es a menudo precario y, por su esencia, intermitente.
Uribes omitió, eso sí, que su actuación llegara después de la presión de casi todos los sectores artísticos, que durante semanas le acusaron de inmovilismo e ineficacia. “Quién me ha robado el mes de abril”, lo resumió María Soledad Cruz-Guzmán García, del PP, citando a Joaquín Sabina. El ministro se escudó en el poco tiempo del que ha dispuesto y en las medidas públicas generales que se aprobaron antes de las específicas. Y también recordó su propuesta de un Pacto de Estado para el sector, y que está luchando por un aumento del presupuesto, que apenas supone el 0,3% del total.
Sí aludió a su criticada comparecencia del 7 de abril, y a esa “accidentada” cita de Orson Welles, que molestó a muchos creadores: “Primero va la vida y luego el cine, aunque la vida sin el cine y la cultura tiene poco sentido”. Además, admitió algunas “lagunas” que debieron arreglar sobre la marcha: las primeras líneas de crédito resultaban inaccesibles para las artes, debido a la tradicional desconfianza de los bancos; y los criterios para que los autónomos accedieran a las ayudas fueron modificados varias veces —la última hace dos días— porque excluían a miles de trabajadores: ya no es necesario que los artistas acrediten su situación de falta de actividad derivada de la covid-19, ni se les exigirá encontrarse en situación de alta o asimilada al alta en la Seguridad Social. Ahora, teniendo en cuenta los días trabajados en el ejercicio anterior, si han cotizado de 20 a 54, recibirán una prestación de 120 días. A partir de 55, pasarán a 180 días.
Aun así, el propio ministro se mostró consciente de que queda mucho por hacer. Y, desde luego, se lo dejó claro la oposición. “Usted ha estado políticamente escondido”, le espetó Javier Merino Martínez, del PP. “Reaccionó tarde y mal”, sentenció Joan Margall, de Esquerra Republicana. El Estatuto del Artista, tal vez el mayor logro de la anterior Comisión de Cultura, fue una de las críticas más recurrentes: hubo cierta unanimidad en constatar que, si estuviera en vigor, ahorraría muchos problemas a los creadores.
En general, los distintos grupos se quejaron de falta de diálogo. Y le reprocharon a Rodríguez Uribes la desprotección que sufrieron miles de precarios de la cultura debido a las imperfecciones en los decretos. Guillermo Díaz Gómez, de Ciudadanos, le sugirió un plan nacional para los artistas, como el que aprobó EE UU durante el New Deal. María del Mar García Puig, de Unidas Podemos, avisó del riesgo de que la desigualdad descargue un peso mayor sobre los hombros de las creadoras. Y tanto el PP como Vox insistieron en el olvido del ministro respecto a la tauromaquia. Aunque la principal diana de los ataques fue su gestión del deporte: entre otras cosas, el cese de la liga de fútbol femenina, mientras la masculina volverá en pocos días. “Nunca fue tan desastrosa la política deportiva de este país. Póngase a trabajar. Si no sabe, no puede o no quiere, apártese”, le dijo Merino.
Nada más lejos de las intenciones del ministro. Tanto que, en su réplica a la oposición, prefirió reiterar los logros de su gestión en vez de responder a las preguntas. Eso sí, al final tendió la mano a todos para un pacto por la cultura. Una esperanza, de cara a la desescalada. Aunque poco o nada se dijo sobre planes concretos para el regreso de las artes a su actividad. Y eso que el debate duró cuatro horas.