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Cañete: Hospital Rezola colapsado por COVID-19. (Video: Fernando Zavala)

¿Meseta o cordillera?

“No entendemos por qué el jefe de Estado asume el riesgo periódico de hacer anuncios y vaticinios que son inmediatamente corregidos y desmentidos por la dura realidad”.

Periodista

En una columna anterior (Gestión 12.05.2020) ya habíamos comentado que periódicamente, y desde el 3 de abril, el Presidente viene anunciando que ya llegamos al pico de contagios y que después comienza el descenso.

Lo hizo el 13 de abril nuevamente. Más cerca, el 13 de mayo dijo que “ya el Perú llegó al tope, a la cima (de contagios por coronavirus), y comienza ya este nivel lento de descenso”. Y hace apenas cuatro días, el 25 de mayo, le dijo al país que “estamos en una meseta donde no suben más los casos, pero todavía no disminuyen como quisiéramos”.

Lo cierto es que luego de cada uno de esos anuncios se han batido varios récords de contagio y de fallecidos, y sigue habiendo nuevos “picos”. Lo más saltante quizás sea lo de los días inmediatamente posteriores al 25 de mayo. El 26 y el 27 se registraron 5,776 y 6,154 casos de contagios, respectivamente. Cantidades nunca antes registradas. Y el número de fallecidos también estableció, lamentablemente, un nuevo récord.

No entendemos por qué el jefe de Estado asume el riesgo periódico de hacer anuncios y vaticinios que son inmediatamente corregidos y desmentidos por la dura realidad, y hasta por sus cercanos colaboradores, quienes, como la doctora Pilar Mazzetti, señalan que “se nos vienen momentos difíciles, semanas difíciles, porque las personas van a ir enfermando”, aunque también se cuiden de no contradecir al Presidente en lo de la meseta, y empiezan a acuñar curiosos términos como “mesetas fluctuantes” o “mesetas con forma de cordillera” (¿?).

Desde hace algún tiempo, venimos preguntando cómo es que alguien puede –tratándose de un virus, una pandemia, y de contagios entre tantos millones de personas, sobre todo con las características del Perú– señalar con exactitud cuándo será el pico y cuándo empezará la bajada.

¿Qué hace que alguien pueda decir con exactitud que el 23 de abril (faltaba solo la hora), que entre el 23 y el 26 de abril, que la primera o la segunda semana de mayo, o que la segunda de junio será la caída del coronavirus? Nadie acertó, por más que hablaban de estudios de especialistas de fuera y de dentro. Es más, ahora toda la información y proyección que llega de fuera es mucho más pesimista de lo que hubiéramos imaginado, y las cifras son más preocupantes.

La población creyó, desde el primer momento, en las proyecciones y en las estimaciones que se anunciaban al país. Creyó también en los escenarios que se describían, y en las fechas que se planteaban. A partir de ello, asumió que el sacrificio era necesario y que tendría buenos resultados.

Pero desde hace algunas semanas todo está cambiando. Ya no sabe qué ni en quién creer. No sabe si “empezó la bajada” o “se vienen semanas difíciles”; si “ya llegamos al pico” o mañana habrá un nuevo récord de contagios y fallecidos que haga que las mesetas tengan forma de cordillera; o si agosto es el nuevo junio.