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Decisión. Es necesaria una amnistía de rentas no declaradas para empresas y personas naturales, considerando la informalidad de nuestra economía. (Foto: GEC)

Cambios tributarios: con sabor a poco…

Una crisis como la presente requiere entender la gravedad de la situación con una política tributaria coherente y con objetivos claros.

Abogado –Socio de Picón & Asociados

Con la crisis generada por la pandemia del covid-19 y la cuarentena dada por el Gobierno resulta necesario hacer ajustes en el sistema tributario que busquen objetivos que prioricen, en orden: la preservación de puestos de trabajo (se han perdido más de 1.2 millones solo en Lima), evitar la ruptura de la cadena de pagos, recuperar el aparato productivo promoviendo la inversión y la recaudación tributaria (se prevé una caída superior al 10% de lo proyectado para este año).

Fuera de las postergaciones de los vencimientos de las declaraciones tributarias generadas por la cuarentena, el Ejecutivo pidió facultades delegadas al Congreso y emitió cinco normas:

1. Prórroga del beneficio de Recuperación Anticipada del IGV, para promover la adquisición de activo fijo. Es una norma positiva que promueve la inversión en bienes de capital.

2. Ampliación del beneficio de deducción por donaciones a 5 ejercicios, que hasta el 2020 solo podría deducirse en el año que se efectuaba la donación, con el tope del 10% de la Renta Neta Imponible. Esta norma tiene por objeto fomentar el apoyo empresarial a los sectores necesitados.

3. Modificación del coeficiente del pago a cuenta del Impuesto a la Renta 2020, para aquellos cuyos ingresos hayan disminuido en el 2020, pero únicamente aplicable a los meses de abril a julio, lo que resulta absurdo considerando que es un impuesto anual, y que los efectos de esta crisis se van a extender por lo menos a todo el año y no hasta el mes de julio.

4. Depreciación acelerada de algunas cuentas del activo fijo para el periodo 2021 en adelante, destacando la de edificaciones y construcciones (sube de 5% a 20%), equipos de procesamiento de datos (sube de 25% a 50%) y vehículos de transporte terrestre (de 20% a 33% y 50%). Cabe señalar que norma similar se dio con motivo de la crisis financiera del 2008 para edificaciones y construcciones y demostró ser un incentivo para la aceleración de inversiones para gozar de dicho beneficio; entendemos que similar propósito se buscaría al aumentar la depreciación de los otros bienes señalados.

En la misma norma se crea un sistema especial de depreciación para establecimientos de hospedaje, agencias de viaje y turismo, restaurantes y similares. Se otorga una depreciación acelerada, sin condicionarla a nuevas inversiones. Pero la lectura del problema parece ser equivocada. Recordemos que estamos ante un impuesto que grava las utilidades, las que dudosamente se presentarán en estos sectores, por lo que la medida, poco o nulo efecto tendrá en la práctica.

Aunque parezcan tener intereses contrapuestos, en una crisis como la presente, tanto el empleo, como las empresas y la recaudación tributaria, son 3 factores que deben mantener un equilibrio esencial, que no se ve en ninguna de las normas dictadas.

5. Fraccionamiento especial para pagar la deuda tributaria en 3 años y con una tasa anual alrededor del 5%. No es una norma mala, y dará un aire financiero para deudas corrientes a algunas personas y empresas, pero ha perdido una oportunidad excepcional de crear un shock de ingresos al Estado y eliminar contingencias innecesarias de las empresas, se hubiera planteado cambiar los intereses acumulados por inflación y eliminar las multas con la condición de desistirse de litigios, otorgando además descuentos por pagos al contado.

Las normas tributarias aprobadas hasta el momento parecen no entender la gravedad de la situación actual. Aunque parezcan tener intereses contrapuestos, en una crisis como la presente, tanto el empleo, como las empresas y la recaudación tributaria, son 3 factores que deben mantener un equilibrio esencial, que no se ve en ninguna de estas normas. Se requieren decisiones mucho más severas, que deberían incluir, por ejemplo:

• Revisar, reducir o eliminar todos los adelantos de impuestos (retenciones, percepciones y detracciones, pagos a cuenta, ITAN, entre otros) que en una economía en crecimiento tienen sentido, pero en la situación actual pueden terminar siendo la gota que derrame el vaso.

• Amnistía de rentas no declaradas para empresas y personas naturales, considerando la informalidad de nuestra economía y que las normas del 2017 estuvieron lejos de dar el resultado esperado.

• Encontrar vetas de recaudación que eliminen beneficios tributarios innecesarios y graven riqueza sin afectar la inversión formal.

En otras palabras, una crisis como la presente requiere una política tributaria coherente, con objetivos claros, y no pequeños ajustes que develan la falta de claridad en el análisis de las autoridades.