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HENNING BAGGER | EFE

¿Una grada virtual para paliar la falta de público?

La liga danesa creó la primera grada virtual que reunió a más de 10.000 hinchas a través de videoconferencia. ¿Será el futuro de los estadios sin público?

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Sin mucho ambiente y con interacción limitada: así fue el estreno de la grada virtual, el invento del AGF para compensar la ausencia de público en las gradas por la pandemia del covid-19 en el regreso de la liga danesa tras dos meses, acorde con un gris derbi comarcal (1-1). La publicitada primera grada virtual del mundo reunió a más de 10.000 hinchas para compartir a través de la aplicación de videoconferencia Zoom su experiencia de seguir el AGF-Randers, partido aplazado con el que volvió el fútbol a Dinamarca, uno de los primeros países europeos que ha retomado la competición.

Los aficionados de ambos equipos pudieron sacar de forma gratuita su entrada «virtual» y elegir grada para seguir el partido juntos, aunque por cuestiones de derechos solo se podían ver las imágenes del encuentro por televisión o por un dispositivo digital, lo que generó malestar en algunos hinchas despistados. No se le puede achacar falta de ideas al AGF, histórico club de Aarhus (segunda ciudad danesa), para compensar la descafeinada vuelta del fútbol: además de la tribuna virtual, se habilitó un autocine con pantalla gigante y los hinchas pudieron decorar el estadio con figuras de cartón con su foto, bufandas y banderas.

Además del sonido enlatado de cánticos, varias pantallas gigantes colocadas a lo largo de un lateral, que mostraban imágenes aleatorias de los hinchas que seguían el partido por Zoom, acompañaron a los jugadores los 90 minutos. Y antes del partido sonó un clásico de la estrella de pop local, Thomas Helmig, «Málaga», en honor a la ciudad donde pasa parte del año y que se ha convertido en una canción habitual en los partidos de casa del AGF.

En una de las gradas de animación del Ceres Park de Aarhus se juntaron decenas de hinchas de todas las edades, solos, con amigos, en familia, en pareja, incluso varios aficionados rusos. El club había avisado de que 50 moderadores supervisarían las gradas virtuales para evitar insultos o actos vejatorios, que podrían provocar la expulsión del foro virtual. Pero al menos en esta grada no hizo falta. Ni de lejos.

Quizás por falta de hábito o por el nivel dudoso mostrado por ambos equipos en el campo, sin pasar por alto el carácter en general tranquilo de los naturales de la península de Jutlandia, el ambiente fue más bien apagado, sobre todo en la primera parte. «Kom så De Hviie!» (¡Vamos los blancos!, como se conoce al AGF) se escuchaba alguna vez de fondo, mientras en el chat se intercambiaban las típicas preguntas sobre lugar de procedencia o se criticaban los problemas de sincronización de imagen.

El tedio solo lo rompieron los comentarios de sorpresa por el grosero fallo de Eskelinen, el portero local, que se comió un tiro sin mucho peligro de Piesinger desde el medio del campo: 0-1, y el recuerdo de los once partidos seguidos sin derrotar al rival comarcal acabó con el poco ambiente que había. Ni los intentos de los moderadores por proponer un brindis conjunto al descanso o empezar la segunda parte con algún cántico surtieron efecto alguno.

Hasta que llegó el último cuarto de hora. La combinación de los efectos acumulados del animado consumo de cerveza de muchos hinchas y la presión de los jugadores locales calentaron el ambiente, mientras el AGF acumulaba ocasión tras ocasión sin ser capaz de marcar. En el descuento, apareció Mortensen, el goleador del AGF, para salvar un empate que fue recibido con júbilo moderado: no rompe la horrible racha contra el Randers, pero mantiene al equipo -condenado desde hace años a luchar por el descenso- tercero y con ilusión de volver a jugar en Europa, a falta de 12 jornadas.