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El concesionario Luis Aragonés, de Renault y Dacia, se ha adaptado al nuevo escenarioMGUEL VILLAR

Renault suprimirá 15.000 empleos en todo el mundo pero descarta el cierre de sus plantas en España

El grupo francés avanza que el ajuste se hará sin despidos, mediante jubilaciones anticipadas, voluntarias y negociadas con los representantes de los trabajadores

Los casi 14.000 trabajadores que el Grupo Renault tiene en España permanecen en vilo ante el  anuncio que lanzó hoy la multinacional automovilística francesa y que apunta hacia una reestructuración del modelo de negocio. Todavía desconocen las consecuencias que acarreará el plan de ajuste que acometerá la empresa hasta el 2024 para reducir los costes anuales en 2.150 millones de euros. Lo que sí reveló la dirección de la compañía desde París es que la hoja de ruta para garantizar la supervivencia de la firma convella forzosamente la supresión de 15.000 empleos en todo el mundo, al menos 4.600 de ellos en Francia. Al respecto, un portavoz de Renault España ha indicado que el ajuste de plantilla se hará sin despidos, mediante jubilaciones anticipadas, voluntarias y negociadas con los representantes de los trabajadores.

El grupo francés cuenta en España con casi 14.000 empleados. De todos ellos hay al menos 11.650 trabajadores desempeñando actividades de producción en sus cuatro factorías en territorio nacional. Hay dos plantas de piezas: la de Sevilla, especializada en las cajas de cambio, y la de Valladolid, en motores. Otras dos se dedican al ensamblaje de los modelos Captur (Valladolid), Megane y Kadjar (Palencia). Hasta el 85 % de la producción de la fábrica palentina se exporta. 

En Valladolid se sitúa la primera fábrica que el grupo fundó en España, inaugurada la unidad de Carrocería en 1966 y la de Montaje en 1972, fusionadas en 1995. La de Motores se inauguró en 1965, y cuenta con tres talleres y una planta de inyección de aluminio. Es aquí donde la compañía tenía previsto producir su primer coche híbrido enchufable, en una versión del modelo Captur. La de Sevilla, por su parte, se dedica a la fabricación de cajas de velocidades desde 1966, y cuenta con una superficie de 211.842 metros cuadrados. Aunque el cierre de los centros en España está descartado, Renault no ha revelado cuántos puestos de trabajo se perderán ni a qué divisiones afectará el plan de recorte. 

El 16 de marzo, dos días después de aprobarse en España el estado alarma, la empresa decidió parar toda su actividad industrial en España y anunció la aplicación de un Expediente de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) para los más de 11.000 empleados de Renault España.

En el primer trimestre de este año, Renault perdió más de 5.000 millones de euros tras caer su facturación un 19,2 %. Sus ventas de vehículos sufrieron un recorte del 25,9 %, hasta 672.962 unidades. En España, la cifra de ventas alcanzó los 182.026 vehículos, un 3,3 % menos que en el mismo período del año anterior, según EFE. El presidente de la empresa, Jean-Dominique Senard, subrayó que los cambios que se avecinan «son fundamentales para garantizar la sostenibilidad de la empresa y su desarrollo a largo plazo». El plan de reestructuración está pensado, según Senard, para «lograr una gestión rigurosa de los recursos» en áreas como la movilidad eléctrica, los vehículos comerciales, la economía circular o la innovación. 

La reorganización industrial de la compañía conducirá a una reducción del 18 % de su producción mundial hasta el año 2024. Pasará de fabricar 4 millones de vehículos a unos 3.3 millones. La firma francesa apuesta por concentrar los esfuerzos de inversión en territorio galo a cambio de la asistencia del Estado francés, que no ha dudado en aprovechar la relajación del marco europeo de ayudas públicas para extender cheques a sus gigantes automovilísticos con la garantía de que relocalizarán parte de la actividad en Francia. 

Renault ya ha dado los primeros pasos porque ha anunciado que reducirá la diversidad de componentes de vehículos, para ganar eficiencia y ahorrar 800 millones de euros, promoviendo la concentración del desarrollo de tecnologías estratégicas de alto valor añadido en sus centros de Ile-de-France. El dinero se invertirá en la optimización de sus centros en Francia para la fabricación de nuevas gamas de vehículos comerciales eléctricos y en la creación de un «ecosistema de economía circular» en la factoría gala de Dieppe. 

El cambio de rumbo afectará negativamente a las plantas de Marruecos, Rumanía y Rusia, donde se han paralizado los planes de aumento de la producción. 

Esta misma semana el vicepresidente del Banco Central Europeo, Luis de Guindos, criticó la laxitud del nuevo marco temporal para las ayudas de Estado y sus efectos perniciosos sobre la competencia. Lo hizo después de conocerse la intención del Gobierno galo de inyectar hasta 8.000 millones de euros al sector automovilístico para (Renault y PSA) a cambio de garantizar la fabricación de vehículos eléctricos y de baja contaminación en territorio galo, en detrimento de las factorías de otros países vecinos como España.