Horas y horas detrás del mostrador: la historia de los trabajadores espirituanos del Comercio en tiempos de pandemia (+fotos)
Las 583 bodegas de la provincia se mantienen activas, ellas constituyen el lugar más frecuentado por los consumidores dentro de los barrios y comunidades
by Xiomara AlsinaMucho se habla por estos días acerca del papel que desempeñan las unidades del Comercio en la provincia para asegurar que los productos de la canasta básica familiar u otras mercancías lleguen oportunamente a la población.
Tampoco se ignora el incremento de contenido y de horas de labor que diariamente ponen a prueba la capacidad de esta fuerza, en momentos en que los espirituanos acuden a las unidades con más sistematicidad para adquirir abastecimientos necesarios que aseguran las prolongadas estancias en los hogares.
El caso es que desde que se anunciaron las nuevas medidas implementadas a nivel de país, a propósito de la COVID-19, los trabajadores de Comercio han tenido que apretarse el cinturón para cumplir con las ventas y también con los reclamos de los 456 000 consumidores vinculados a 184 283 núcleos familiares de la provincia.
BODEGAS EN LA RETAGUARDIA
Jorge Emilio Marín González, administrador de la unidad 129, conocida como El Aeropuerto y ubicada a la entrada de la ciudad de Sancti Spíritus, reconoce que en tiempos del nuevo coronavirus el centro se ha convertido en un punto de concentración determinante, porque atiende núcleos de los barrios de Santa Cruz, Pajonal, El Aeropuerto, Jobo Dulce, Rancho Hatuey y La Quinta, con 2 577 comensales.
“Tratamos de hacer cumplir las medidas de distanciamiento e higiene implementadas —dice Jorge—, pero a veces la población no colabora. Aquí solo tenemos dos dependientes, aunque la plantilla es de tres, por lo que las ventas se retrasan un poco. Nos pasamos el día en la unidad y nos vamos de noche, sobre todo cuando entra el pollo o el aseo, que vendemos hasta tarde”.
La realidad de la bodega La Casa Grande, perteneciente al Consejo Popular de Garaita, es diferente. Allí los consumidores se mantienen en la cola con las precauciones establecidas, algunos acuden en busca de los productos normados y otros para adquirir los surtidos que se expenden en el área de mercado. “Pasamos muchas horas detrás del mostrador —asegura Maury Iturriaga, dependienta—, antes de la COVID-19 el trabajo se concentraba, por lo general, en los primeros días del mes, pero con el incremento de surtidos, pasamos mucho tiempo en la unidad”.
José Ramírez Aguilar, subdirector que atiende Comercio en el Grupo Empresarial de Sancti Spíritus, explica que las bodegas constituyen el lugar más frecuentado dentro de los barrios y comunidades. “Con el reordenamiento de la venta de aseo —aclara— llegamos a todas en la provincia. Pero se organizó, además, la entrega de otros productos que antes se vendían en las ferias dominicales y ahora los acercamos a sitios rurales y apartados, en ese caso están los surtidos de la Alimentaria, el Cárnico, el Lácteo y otras entidades.
“Hasta la fecha hemos llegado a más de 160 comunidades mediante un sistema que permite, en días alternos, abastecer primero a cuatro municipios y en la siguiente jornada los restantes, luego estos, en coordinación con el Consejo de Defensa y el Gobierno local, definen a qué lugar se extienden las ventas. De esta forma pretendemos cubrir todos los asentamientos importantes de la provincia”, destaca el directivo del Grupo Empresarial.
LA INICIATIVA DE LA CASIGUAYA
Para Belkis Torrez Santos, la administradora del mercado más frecuentado de la provincia, La Casiguaya, el apoyo de los integrantes del Ministerio del Interior en el ordenamiento de la cola resulta determinante. “Antes de la implementación de las medidas de control —afirma— esto era un verdadero problema, los revendedores asediaban constantemente, resultaba imposible vender y cuidar la puerta a la vez, pero ahora todo fluye sin dificultad, entregamos los productos de manera equitativa y trabajamos mejor.
“Ahora todos saben que los productos, aunque sean liberados, llevan un control, para que lleguen a más consumidores. Además, en estos tiempos de pandemia, aplicamos la iniciativa de acercar las ofertas a las casas de algunos vecinos que padecen enfermedades crónicas, son impedidos físicos o ancianos que viven solos. Mediante una solicitud previa y bajo las mismas condiciones de venta que se establecen para el resto de la población, les entregamos la mercancía, con la ayuda de algún dependiente”, explica Belkis.
El caso es que en cualquier municipio espirituano los comerciantes de una u otra rama de Comercio se mantienen activos llueva, truene o relampaguee, para garantizar que la leche, el pan, el café o cualquier otro surtido llegue oportunamente al consumidor. Quizás los aplausos de cada noche también puedan extenderse a los trabajadores de este sector, esos que pasan horas y horas detrás de un mostrador.