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Abogados. El martes pidieron la reapertura judicial. (La Voz/Archivo)

La imagen de la Justicia en manos de un guionista de terror

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“Si me opero de apendicitis, voy a decir que soy albañil”, confesaba esta semana un fiscal conocedor de que los judiciales pasan por un pésimo momento frente a la sociedad. El parate de la cuarentena ha destapado una serie de realidades que en curiosa seguidilla de malas noticias desprestigian la imagen de la Justicia y de sus integrantes, desde lo más encumbrado hasta los empleados más novatos.

Esas novedades parecen ser obra de un guionista de terror que maneja magistralmente los hilos de lo que sucede en torno de los palacios tribunalicios; los que están abriendo y los que siguen cerrados.

No han sido nada positivos para el Poder Judicial provincial estos más de 70 días de receso. En este lapso, se recibieron críticas de quienes sostienen que la Justicia es un servicio esencial, de aquellos que se quejan porque el esfuerzo del teletrabajo es insuficiente y de quienes señalan que es una locura abrir edificios con tanta circulación de personas.

Largo fue el embate social mientras se discutía si los funcionarios y magistrados debían bajarse los sueldos. Y una salida extraña generó una reacción peor. Ya está instalado que los jueces no pagan Ganancias, ahora se actualizó aquella polémica sobre la intangibilidad de sus salarios.

En una vuelta atrás con la cuarentena, el Ejecutivo envió al Legislativo una reforma jubilatoria entre “gallos y medianoche”, resistida por todos los estatales. Magistrados emitieron un documento con cuestionamientos y volvieron a ser criticados por ser “duros cuando les tocan el bolsillo”. El guion indica que luego llegó la “impopular” idea del Ministerio Público de imputar a dos médicos en plena pandemia. Sí, los trabajadores con máximo respeto en plena crisis sanitaria. A uno se le reprocha que contagió, con dolo, una enfermedad asintomática que portaba, sin saberlo. Esto se inició con una denuncia del Ejecutivo, a través del Ministerio de Salud.

Mientras el Colegio de Abogados negocia con el Tribunal Superior de Justicia para reabrir la sede “más difícil”, la de Capital, un grupo de colegas quiso imitar a los médicos ante el éxito de su masiva caravana y salió en su “marcha de las corbatas”, olvidándose de todas las colegas mujeres.

Los trabajadores, agrupados en el gremio de los judiciales, rechazaron el cese de la feria judicial de invierno y recibieron algunas críticas por no querer trabajar, siendo que dicen estar a full con el teletrabajo y poniendo el lomo en la primera línea de atención presencial, desde marzo.

Cuando el sol del lunes 25 venía acostándose, en medio del escándalo por los médicos a “alguien” se le ocurrió difundir que los judiciales se aumentaban un 10 por ciento el sueldo. En realidad, el Ejecutivo eligió ese momento para que se anuncie que en julio empezará a pagar un aumento que no da desde diciembre.

Convendría preguntarse a quién beneficia esto que parece un perfecto guion de terror, que incluye un serio cuestionamiento a un vocal del TSJ. Acaso convenga interrogarse si este no es un nuevo embate en contra de otro gremio estatal.

Tal vez sea demasiado tarde para que el Poder Judicial se acuerde de aquello falsamente atribuido a Bertolt Brecht, en el sentido de que muchas veces no se preocupó por otros, total no eran de su clase. Tal vez hoy sea demasiado tarde. A veces, la independencia de poderes no es mala idea.