«Mi vida cambió tras el accidente de moto; tuve que construirla de nuevo»
Menchu Iglesias sufrió un siniestro en Cedeira cuando tenía 17 años. Se golpeó la espalda contra un árbol y una roca
by José Manuel PanLa moto iba demasiado deprisa aquel sábado de 1988 por una carretera rural de Cedeira. Menchu, 17 años, iba de paquete, sin casco. De pronto, el accidente. La joven salió despedida y estrelló su espalda contra un árbol y contra una roca. Sufrió graves lesiones: en la cabeza, en la cara, en las piernas, y en la médula espinal. La recuperación fue larga y difícil, con varias operaciones para estabilizar la lesión. «Mi vida dio un giro total. Tuve que construirla de nuevo», asegura.
El año anterior al accidente, Menchu Iglesias Rey había ganado el campeonato gallego de atletismo de 200 metros en pista cubierta, y fue tercera en el campeonato absoluto en la misma distancia. Hasta la caída de la moto: «Ni mis planes ni mis sueños encajaban en la nueva situación tras el accidente. Así que tuve que empezar casi de cero y planificar y soñar una nueva vida, muy diferente».
Tengo una vida que intento disfrutar. Soy consciente de que puede ser muy corta»
La lesión medular que sufre le permite ponerse de pie, pero su vida se mueve en una silla de ruedas. Todo ha cambiado: «He dejado de correr, de ir a darme un chapuzón a la playa, de caminar por el monte, de ir a sitios nuevos sin la preocupación de pensar si podré llegar, si podré entrar». Confiesa que algunos días se despierta pensando que va «a correr un rato, pero enseguida activo el plan B, el de la realidad», esa a la que le ha costado mucho adaptarse.
«Sí, claro que me ha costado adaptarme. Aceptas la nueva situación y aprendes a vivir y a ser feliz con lo que eres y con lo que tienes», dice Menchu, que cuenta que en la nueva realidad tras la lesión medular, «intenta disfrutar de la vida plenamente, aunque creo que al cien por cien no me adaptaré nunca».
Entusiasta, alegre, inquieta, Menchu Iglesias tuvo que planificar un nuevo futuro después del accidente de moto. Tiene trabajo. Es la directora de Inserta-Empleo de la Fundación Once en Galicia. «Tengo un trabajo fantástico que me permite, junto al resto del equipo, apoyar a las personas con discapacidad que están buscando un empleo». Lo que menos quiere es lamentarse por lo ocurrido hace 32 años en aquella carretera: «Tengo una vida plena que intento disfrutar al máximo, porque soy consciente de que puede ser muy corta».
Tiene pareja y hace deporte (agility y detección deportiva) con sus dos perras, Silva y Fada. Viajo con todos a las competiciones. «Van todos en el mismo lote», bromea antes de asegurar que trata de disfrutar lo máximo posible con su familia y con sus amigos.
Nos creemos invencibles y pensamos que algo así nunca nos va a pasar»
Pero se pone seria cuando se le pregunta por los nuevos casos de lesiones medulares que se están registrando en Galicia, por los últimos que han sido causados por zambullidas en el mar y por los que se producen debido a los accidentes de tráfico. Por esos siniestros que casi siempre son evitables.
«¿Qué pienso cuando veo eso? Pues que nadie escarmienta en la cabeza de otro. Que nos creemos invencibles y que pensamos que algo así nunca nos va a pasar. Pero sí que pasa, y las consecuencias son tremendas y te cambian la vida, si tienes la suerte de no perderla», advierte Menchu. Ella piensa que muy poca gente se para a pensar en lo que puede llegar a suponer un exceso de velocidad en la carretera o una mala zambullida en una playa, en una piscina o en un río. «Quizá si fuesen un día a ver una unidad de lesionados medulares, o a visitar a una de las asociaciones de parapléjicos, como Aspaym, tal vez se lo pensarían dos veces y aprenderían a valorar más los riesgos», afirma Menchu, que tiene muy claro que «en un solo segundo puedes destrozar el resto de tu vida».
La vida no se termina por ir sentada en una silla de ruedas»
Desde el accidente de moto, Menchu tiene una nueva vida, que intenta desarrollar en toda su plenitud. Está convencida de que se puede, de que nada es imposible. Por eso también quiere lanzar un mensaje positivo a las personas que están ahora hospitalizadas en una unidad de lesionados medulares, como estuvo ella durante muchos meses en la de A Coruña: «La vida no se termina por ir sentada en una silla de ruedas. El camino de la recuperación es muy difícil y hay que aprender a sortear miles de obstáculos. Pero se trata de resoñar los sueños y de seguir el camino».