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Pilar Canicoba

Realismo y anticipación

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En las últimas semanas, hemos visto cómo las medidas tomadas en relación con la protección sanitaria ante el covid-19 han paralizado gran parte de los sectores de nuestra economía, con consecuencias muy negativas para el tejido empresarial gallego, si bien no todos los sectores se han visto igualmente afectados. En este contexto, las compañías han realizado sus mejores esfuerzos en variabilizar en la medida de lo posible su estructura productiva, en aras de minimizar los costes fijos. Además, para poder afrontar el pago de estos gastos fijos sin apenas ingresos, las empresas han tenido que utilizar las fuentes de financiación a su alcance. En primera instancia, disposición de las líneas de circulante, y posteriormente, una vez habilitadas las líneas de avales del ICO y del Igape, nueva financiación con esta garantía.

Una vez estabilizada la tesorería del negocio para afrontar el período de bloqueo, y comenzado el período de desescalada, la actividad comienza su recuperación, si bien a ritmos muy distintos en función del país y sector económico de que se trate. El entorno sanitario irá marcando la recuperación y definiendo cuáles serán las nuevas reglas de juego. Bajo esta premisa, las empresas deben definir distintos escenarios de actividad revisando en detalle su estructura productiva, redefiniendo la gestión de la cadena de suministro, desde la dependencia de sus principales proveedores y su situación financiera y analizando todos los procesos productivos y la red logística, flexibilizando su operativa al máximo.

Adicionalmente, es imprescindible una adecuada gestión del capital circulante en esta situación. Realizar una gestión activa de las relaciones con los clientes y proveedores y optimizar los niveles de existencias para mejorar la tesorería de los negocios es absolutamente crítico en estas circunstancias.

Todo ello tiene su reflejo en la estructura de capital y financiación con la que las compañías afrontarán los próximos meses. Un análisis realista del plan de negocio, contemplando los distintos escenarios e incorporando todas las medidas identificadas de mejora en el proceso productivo y en la optimización del circulante, será clave para definir cuál es la estructura de financiación más adecuada en esta situación.

Se abre un nuevo panorama para los negocios, con una demanda en previsible recuperación (aunque asimétrica por sectores), con un déficit estructural por el parón sufrido estos meses, una elevada incertidumbre y unos niveles de endeudamiento superiores al período pre-covid. Desde una perspectiva financiera, cada compañía debe realizar un análisis del calendario de vencimientos de la financiación existente pre-covid junto con la financiación recibida bajo los avales del ICO e Igape, y compararlo con la generación de caja prevista por el negocio. Por un lado, las sociedades con un balance sólido y pulmón financiero verán la posibilidad de consolidar su posición en el sector. Por otro lado, para las compañías con una situación financiera menos favorable en las que bajo un escenario estresado su volumen de actividad no permita generar la caja suficiente para afrontar el pago de sus deudas, es fundamental anticiparse y afrontar un ejercicio de realidad para poder analizar las distintas opciones y alternativas de financiación para resolver la situación antes de que sea demasiado tarde. Hay que evitar por todos los medios que «los mercados puedan mantener su irracionalidad más tiempo del que puedes mantener tu solvencia», como afirmaba Keynes, lo que nos lleva a pensar que el sentidiño y prudencia del empresariado gallego también en el ámbito financiero será un factor clave para salir airosos de esta situación.