Recuperación económica salvadoreña será lenta
Plan gubernamental de estímulo presenta errores de exclusión y podría incrementar la desigualdad, señala firma consultora.
La zona emergente de Latinoamérica presenta muchas vulnerabilidades ante el impacto de la paralización económica por la pandemia del covid-19. El Salvador comparte las dificultades y tiene otras en particular que vuelven muy difícil el proceso de recuperación de su economía.
Un estudio elaborado por la firma MAP Economic and Business Advisor, indica que, aunque algunas proyecciones ponen a El Salvador recuperándose este mismo año, en el promedio ponderado de estimaciones del mercado internacional, el país no alcanzaría los mismos niveles precrisis sino hasta el mediano plazo.
Así, mientras países como Panamá, Colombia, Perú y Honduras sí volverían a los mismo niveles este año, El Salvador, Brasil, México y Ecuador no lo lograrán.
Juan Pablo Ronderos, socio director de MAP, explica que esto se debería, en parte, a la alta dependencia de las remesas familiares desde Estados Unidos y las dudas sobre la rápida recuperación en los niveles de desempleo hispano.
Además, a pesar del tamaño del paquete contracíclico aprobado para el Gobierno salvadoreño con endeudamiento internacional ($3,000 millones, equivalentes al 11 % del PIB y uno de los más grandes de Latinoamérica), esta respuesta fiscal agresiva y estímulos al consumo para contener el impacto económico de la pandemia "presenta altos errores de inclusión y exclusión, y podrían generar un incremento en la desigualdad de ingresos", señala el estudio.
Esto debido a que parte de los incentivos a la demanda podría no llegar a los 2/3 de la fuerza laboral que es informal y podría excluir a una alta proporción de los vulnerables. Además, es limitada la capacidad del Gobierno para implementar una agenda de infraestructura, porque depende del sector privado (alta deuda pública).
Debilidades
Entre las debilidades preexistentes en El Salvador, el estudio apunta a la escasa capacidad de adoptar una política "eficiente" de salud pública, que pueden provocar un rebrote de los casos de covid-19 y, en consecuencia, nuevo cierre de la economía; desbalances macroeconómicos que deteriorarán las dinámicas como consecuencia de las medidas sanitarias de aislamiento generalizado (menor recaudación fiscal, menor actividad productiva y exportaciones, baja en las remesas y turismo, etc.); y una constante inestabilidad política.
A juicio de Ronderos, las políticas para atender la crisis deberán atender diferentes objetivos temporales: lo inmediato es evitar una destrucción masiva de valor, es decir, que cierren empresas y haya despidos masivos. Esto puede implicar algunos cambios temporarios en las reglas de juego en materia regulatoria (especialmente en comercio exterior, temas laborales, logísticos, etc.).
En el corto plazo, es necesario darle vigor a la recuperación para que la caída sea lo más corta posible y el repunte tenga forma de "V" y, por ello, reactivar la economía requerirá una liberación inteligente de las restricciones sanitarias.
"Se debe dar mucha potencia al consumo y a la demanda agregada para que respalde el crecimiento esperado de la actividad económica, eso pasa por reactivar la producción lo antes posible", dice.
Para el mediano plazo, en 2021, el foco debe estar en no destruir los incentivos económicos para producir e invertir, puesto que se requiere evitar dañar los factores de crecimiento de largo plazo, particularmente en relación al marco regulatorio (laboral, impositivo, financiero, etc) ante la "nueva normalidad".