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La violencia es un problema que compete a todos, por lo que el silencio nos hace cómplices. Foto: Tomada de Internet

Violencia contra la mujer

La intención, expresa o subyacente, en este tipo de violencia es controlar a la mujer, desposeerla de dignidad, autoestima, autonomía y voz; así, ella es modelada como una extensión del hombre y todo su valor radica en la unión de la belleza y utilidad, su «respeto» de las normas que le son señaladas, su obediencia y su disposición a cumplir tareas básicas: orden hogareño, acompañamiento, placer y reproducción

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Se llama así al conjunto de actitudes, acciones, expresiones, discursos y dispositivos de todo tipo que tienen como objetivo controlar, humillar, degradar u ocasionar sufrimiento o daño físico, moral, económico, sexual o sicológico a una mujer solo por su condición. Es una característica constitutiva de las relaciones de dominación-sumisión y quienes participan del proceso ocupan los roles de victimario o víctima. La intención, expresa o subyacente, en este tipo de violencia es controlar a la mujer, desposeerla de dignidad, autoestima, autonomía y voz; así, ella es modelada como una extensión del hombre y todo su valor radica en la unión de la belleza y utilidad, su «respeto» de las normas que le son señaladas, su obediencia y su disposición a cumplir tareas básicas: orden hogareño, acompañamiento, placer y reproducción.

Las manifestaciones de violencia contra la mujer lo mismo pueden ser continuas que discontinuas, refinadas o burdas, sutiles o evidentes, cargadas de ira y aplicación de fuerza física (empujones, golpizas) que sicológicas y expresadas a través del silencio, el desinterés o la desvalorización de aquello que la mujer piensa o siente. Los dispositivos mencionados cubren todos los ámbitos y momentos en la vida de la víctima y se presentan como una mezcla en la cual hay –actuando en conjunción– elementos de prevención, «educación», vigilancia, control, chantaje, disciplina y castigo.

Si bien los casos extremos (golpiza, ataque físico, violación o feminicidio) se tornan públicos –gracias a la intervención de la Ley y los medios masivos–, la mayor parte de la violencia contra la mujer está «naturalizada» y transcurre en el espacio público, en situaciones de aparente normalidad, o «puertas adentro» de las familias, donde no hay testigos. La violencia contra la mujer le niega a esta el derecho a decidir qué tipo de intervención desea o acepta, qué formas de intercambio social y hasta cuáles límites. Son ejemplo de lo anterior acciones de contenido sexual como el piropo, el contacto físico no solicitado, el acoso y la agresión sexual; la discriminación (directa o indirecta, laboral o de otro tipo) por condición de mujer; las amenazas respecto a la manutención o potestad de los hijos, y las dinámicas de autoritarismo patriarcal y androcéntrico en el seno familiar, espacio laboral o cualquier sitio del espacio público y la sociedad.

Bibliografía consultada (principales fuentes):

El género en el derecho. Ensayos críticos. / Ramiro Ávila Santamaría; Judith Salgado y Lola Valladares (compilación).  Quito: Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, 2009.

Gamba, Susana- Diz, Tania. Diccionario de estudios de género y feminismos.  Buenos Aires: Biblos, 2007.

Jokin Azpiazu Carballo. Masculinidades y feminismo. Barcelona: Virus Editorial, 2017.

Straka, Úrsula (coordinadora). Violencia de género.  Caracas: Universidad Católica Andrés Bello, Posgrado Área de Derecho; Amnistía Internacional; Reforma Judicial, 2015.

Cuadernos de género: Políticas y acciones de género. Materiales de formación. / Marta Aparicio García; Begoña Leyra Fatou y Rosario Ortega Serrano (editoras). Madrid: Instituto Complutense de Estudios Internacionales, 2009.