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Gira-Sóls: asociación ecológica contra el sistema de 'lo ecológico'
by Eugenio ViñasEn Guía Hedonista queremos ser el único intermediario entre el campo valenciano y el consumidor final. Esta serie es una ventanilla única para conectar lectores con frutas, verduras y plantas aromáticas. Compra directa y de aquí
Nombre: Gira-Sóls.
Productos: 80 variedades de temporada a lo largo del año.
Localización: Xirivella, Horta Sud.
Cultivo: ecológico basado en la "biodiversidad real" y sin certificación.
Tienda online: no.
Venta directa: "no a capricho, sino como parte de la asociación. Recogida semanal o quincenal de cajas, todo el año".
Tienda física: no.
Reparto a domicilio: no
WhatsApp: 607 64 50 19
¿Quiénes sois?
Somos una asociación. En origen, una asociación de autoproductores, aunque finalmente soy yo (Raúl) el que asume este rol principalmente. No produzco para las 15 familias asociadas, sino por las 15 familias asociadas. Nuestra intención es la de trasladar a la alimentación una nueva forma de hacer las cosas. El origen de todo esto fue previo al 15-M, se intensificó con ello y cogió forma en los años siguientes. Ha derivado en un modelo alternativo de agricultura y consumo responsable mediante la ejecución de la Cooperativa Agroecológica de Consumo, que es nuestra definición.
¿Dónde cultivais?
En Xirivella. Las familias asociadas (15 ahora, con capacidad hasta 24) son de Xirivella, Picanya y València.
¿Qué nos vendéis?
Hasta 80 variedades, pero no vendemos: cultivamos. No creemos en un sistema de venta, sino en reinterpretar todo el engranaje de la alimentación a quien come. Cambiamos el sistema de producción, pero también la distribución y la venta. No hay venta. Puedes ser socio para recoger tu cesta semanalmente o quincenalmente. También hay quien es socio con cuota mensual, pero recoge solo cuando necesita.
¿Solo ecológico y de temporada?
Ecológico y fundamentado en la mayor expresión de la biodiversidad. No creemos en la etiqueta ecológica. El sistema de certificación ecológica es otra fórmula del mercado, de hacer las cosas tal y como las hacíamos y, por si fuera poco, para cargarlas de precio. Y decir que apuestas por la biodiversidad no es tener 50 hectáreas cultivando cuatro hectáreas seguidas de patata y no permites mayor diversidad que la de una explotación convencional. Tampoco es hacerlo con plástico negro para matar un insecto, privando del resto de biodiversidad al terreno. Eso es ecológico, según certificación, sin ningún problema. Así que sí, ecológicos, pero sin etiquetas, sino porque lo hacemos de manera natural. Y con biodiversidad, porque nuestros cultivos se compensan entre sí. En mi caso estoy titulado, pero precisamente por haberme formado a través de la Universidad, descreo de ese modelo.
Raúl, explícanos esto a partir de algún ejemplo.
Pues aquí mismo (imagen superior): en el centro hay una compostera. El cultivo es circular y no lineal, no seguimos un patrón de máxima explotación. Además es armónico y nos ayuda a ser biodiversos. En este cultivo, que es solo un ejemplo de muchos aquí (en sus dos hanegadas y media de terreno total) tiene pimientos del padrón, dos tipos de lechugas, albahaca, cebolla y acelgas. Todo a la vez. Los cultivos se apoyan entre sí. La albahaca ahuyenta insectos, las lechugas son un marcador de humedad y otros factores, esas dos acelgas son porque antes había plantadas acelgas en el terreno; si no molestan al resto de cultivos, se respetan y se cosechan. Insisto, es solo un ejemplo, pero todos nuestros cultivos se apoyan entre sí. El espacio se comparte. No hay terrenos ‘limpios’, porque lo que se considera una mala hierba puede tener una función protectora interesante. Depende del caso.
Sois familias autoabastenciendoos y abiertas a una mayor participación. ¿Hay algún agricultor entre vosotros?
No, solo prueba y error. Con la anterior crisis yo me topé con la agricultura por casualidad. Trabajé antes en el sector hostelero y en la construcción. No vivía en València y por motivos familiares acabamos en Xirivella, para tener familia, digamos. Hace poco más de diez años nunca había plantado una lechuga. Empecé en un huerto ecológico, aprendí y me di cuenta que con unas horas de trabajo y atención estaba repartiendo verdura en mi escalera. Pensé junto a un amigo en tener un campo. Ha sido una experiencia muy larga hasta llegar aquí, pero en 2013 presenté mi proyecto en el Centre Jove de Xirivella. Para entonces ya había bastante prueba y error y resultados. Salí de esa presentación con lista de espera y hasta hoy.
"CON EL TEMA DE LA COVID-19 ME HA QUEDADO CLARO QUE PUEDE HABER GENTE QUE PASE HAMBRE TENIENDO A SU ALREDEDOR UNA HUERTA COMO LA VALENCIANA"
¿Cómo ha evolucionando el proyecto?
No como me gustaría en un sentido: el campo es de las personas de la asociación. Aquí puede venir cualquiera a limpiar, cosechar o hacer cajas. No es algo mío, pero a efectos prácticos y con la excepción de Moncho (un jubilado, casi tan habitual como Raúl), soy yo el que está en el día a día. Antes cosechábamos todos y todas, en media hora estaba hecho, pero ahora la participación es más limitada. Igualmente, no puedo decir que funcionemos como cualquier otro sitio. Las y los asociados saben qué se cultiva y dónde y si alguien quiere fresas, va al bancal donde están y las coge. Hay una actitud activa y hay conocimiento. Aprendemos de los errores y seguimos creciendo. Por ejemplo, ahora estamos proyectando un bosque de frutales. Nos costará unos tres años el prueba y error, pero ya vamos viendo resultados. Ya hemos repartido nísperos y la próxima temporada habrá bastante cantidad de peras.
¿Cómo os conocen y cómo se hacen socios?
A través de WhatsApp, sin más. Hay dos canales, uno de ellos puro de información para que hable de los cultivos e informe de las cajas de cada semana. Vienen a recogerlas. Las cajas van muy surtidas y llenas de una variedad mucho mayor que la de cualquier tienda. Pero a través de este canal de comunicación todos y todas somos conscientes de si algo ha crecido, ha ido bien, si ha habido algún problema, etcétera.
¿Cómo definirías vuestra filosofía en Gira-Sóls?
El producto es la huerta. No producimos patatas o rábanos o nísperos. La medicina para nosotros es repensar todo el modelo de producción. Y te soy sincero, con el tema de la Covid-19 me ha quedado claro que puede haber gente que pase hambre teniendo a su alrededor una huerta como la valenciana. Yo soy de Jaén, donde todo son olivos. ¡He tenido que venir yo para verlo! A un paso de su casa tienen una fuente alimentaria con la que abastecerse sobradamente. Que el mundo esté jodido no es algo nuevo, pero para rehacerlo hay que repensar cómo alimentarnos. Y ser críticos con la idea de lo ecológico. Algo es ecológico siempre y cuando no use productos que han sido catalogados como no ecológicos. Pero hay productos no excluidos. Además, una certificación es algo pervertible a medio plazo. Un papel que dice que ya eres ecológico… Es cuestionable.
Nosotros rompemos el molde de la cadena de producción alimentaria. Apostamos por la biodiversidad, porque no creemos que poner plástico negro e invernaderos, cultivar cuatro hectáreas intensivamente de cualquier especie o utilizar los mismos canales de venta, sin que consumidoras y consumidores pisen, conozcan y vivan el cultivo... no creemos que eso aporte nada nuevo. Aprendemos desde hace más de 10 años y nuestros campos están llenos de vida. De plantas aromáticas, que siempre van en las cajas, a nuestras muchas variedades de lechuga que sirven para controlar el campo.
Creamos nuestro propio compost, por eso tu te llevas tu caja semanal o quincenal, pero nos traes los restos orgánicos porque nos ayudan a completar el ciclo. Y a partir de ahí combinamos liliáceos (ajo tierno, seco, cebolla tiernna, seca, roja, puerro…), crucíferas (repollo, kale, rúcula, nabo, col de bruselas…), cucurbitáceas (calabacines, calabazas, chayote, pepinos, melón…), leguminosas (haba, judías,, guisante, lentejas, garbanzos, cacahuetes…), solanáceas (tomates, berenjenas, pimientos, patatas…), rosáceas (fresas), quenopodiáceas (acelga, remolacha, espinaca), umbelíferas (perejil, cilantro, apio, hinojo, zanahoria…) y compuestas (lechugas, diente de león, escarola, caléndula, alcachofas, girasol…).
La prueba de que todo esto funciona es venir. Venir a conocer el campo, cuando quieras. Y luego, si quieres, pagar una cuota mensual por vivirlo y formar parte. 30 euros, caja quincenal, y 55 euros caja semanal. Con eso tienes derecho a una caja que está llena de un montón de especies y comida, pero también en una forma de romper con la cadena de suministros. Sabemos que hacemos las cosas mal, pero desde Gira-Sóls nos replanteamos el modelo por completo y llevamos ya muchos años haciéndolo realidad. Es posible, por supuesto.