Espectáculo

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No sé ustedes, pero yo estoy por comprar las famosas palomitas del amigo Boye. Este espectáculo de lucha truculenta entre las fracciones que controlan los diversos poderes del Estado es tan bochornoso como grandioso, especialmente para quienes han sufrido, en propia carne, los abusos de Interior.

De hecho, es pura justicia poética observar como los micrófonos de la España del sanchismo, podemismo y resto del progresismo sandunguero se rasgan las vestiduras, escandalizados por las “manipulaciones” que descubren en los informes contra el Gobierno de los “expertos” de la Guardia Civil, los mismos que se inventaban cuentas suizas de Xavier Trias o hacían montajes para desprestigiar a Artur Mas, en plena campaña electoral. Sí, esos mismos que chapoteaban en los espesos pantanales de los Villajero, allí donde se construían miserables tejemanejes. O esos mismos que, presuntamente, debían hacer caso al ministro del ángel de la guarda, un tal Fernández Díaz, que se cargaba la sanidad catalana y montaba campañas contra líderes independentistas, según benditas grabaciones, en un revival del famoso sex, lies and videotape , aunque sin el sex, se supone. Todo el relato acusatorio penal contra el independentismo ha sido un edificio de patrañas elevado a categoría de suma vergüenza. Y en la cima de este monumento a la manipulación, el gran montaje penal contra los Jordis , cuya sentencia convierte a activistas del pacifismo en unos Tejeros cualquiera. O contra la presidenta de un Parlamento, tratada como delincuente por permitir un debate parlamentario en una democracia. Toda, todita, toda la progresía se zampó, sin indigestarse, los montajes, las campañas difamatorias y la construcción al completo de un relato de anulación de las causas reales del conflicto catalán, en un magno proceso de negación de la verdad que aplaudirían los grandes manipuladores de la historia. Todos callaron, aplaudieron o, en el mejor de los casos, miraron a otro lado. Y ahora han descubierto la inapelable verdad de la fábula de la rana y el escorpión: estaba en su naturaleza... ¿O pensaban que los sucios métodos que servían para perseguir al independentismo no servirían para otros menesteres?

Es lo que pasa cuando los guardianes del grial democrático no surgen del equilibrio y la independencia de los diferentes poderes de un Estado de derecho, sino de los salvadores patrios, estratégicamente encastados en espacios clave de poder. Con el añadido del añejo nacionalismo español, que siempre consideró que España era más importante que el derecho y la libertad.