El COVID-19 golpea a los migrantes y exige despolitizar la frontera entre Colombia y Venezuela
El secretario de Frontera y Cooperación Internacional para Norte de Santander, Víctor Bautista, advirtió que de no establecerse un manejo conjunto en la frontera colombo-venezolana, la crisis del COVID-19 "nos puede explotar en las manos".
by Santiago Serna Duque - Agencia AnadoluTrochas. Ese es el nombre que reciben los angostos caminos irregulares que surcan el departamento de Norte de Santander, Colombia, y el estado Táchira en Venezuela. Unos 100 de estos senderos polvorientos han servido como rutas de escape para los millones de venezolanos en éxodo que salen de su país por cuenta de la crisis humanitaria y económica.
Pese a que Colombia responde de buena forma ante una ola migratoria para la que no está preparada, la aparición del coronavirus (COVID-19) ha hecho que unos 65 mil venezolanos decidan retornar a su país, según datos de Migración Colombia.
"Llegamos aquí con la idea de tener un mejor futuro, pero nos tocó volver. A la falta de trabajo se sumó la pandemia”, comentó Camilo González, uno de los venezolanos que tuvo que desandar sus pasos en el marco de la pandemia.
En este plano, y durante los días de aislamiento obligatorio decretados por el Gobierno de Iván Duque para contener la propagación del virus, el masivo tránsito de personas en municipios fronterizos como Villa del Rosario aumentó la preocupación de las autoridades en Norte de Santander.
“Somos conscientes del carácter de esta frontera y entendemos que la movilidad humana va en directa proporción con la capacidad de transmisión del virus. Por eso nos hemos preocupado mucho por que los decretos y normas que se escriben cumplan con la realidad”, le dijo a la Agencia Anadolu el secretario de Frontera y Cooperación Internacional para Norte de Santander, Víctor Bautista.
El funcionario añadió que para evitar que el departamento se convierta en un foco nacional de la pandemia, se incrementó la vigilancia en los pasos fronterizos, incluidos los espacios por donde retorna el corredor humanitario hacia Venezuela.
“Tenemos algo muy claro y es que Norte de Santander no debe convertirse en un segundo Amazonas. No queremos tener la misma crisis que está ocurriendo entre Leticia y Tabatinga (frontera entre Colombia y Brasil)”, destacó Bautista.
Según el Ministerio de Salud colombiano, en Leticia van más de 1.500 personas contagiadas por la enfermedad surgida en China. Por su parte, la Amazonía brasileña suma más de 31 mil infectados.
“Entre Norte de Santander y Táchira hay un montón de personas vulnerables que viven sin normas de aseo, sin saneamiento básico, sin agua potable -señaló Bautista-. Tenemos muchos temores en esta zona y por eso nos hemos concentrado en espacios tan sensibles como La Parada en Villa del Rosario. Allí hay unas cuestiones de hacinamiento de población migrante muy graves”.
Habitantes de este municipio alegan que en una sola casa pueden pernoctar hasta 50 migrantes, mientras que cerca a los cruces binacionales circulan a diario entre 300 y 500 venezolanos.
Al represamiento de personas hay que sumarle la problemática de las trochas. “Pensar que existen esos pasos es un dolor de cabeza y es algo de lo que se debe tener conciencia en estos días de la pandemia. En un punto fronterizo legal uno puede ubicar al personal de salud para que mida la temperatura y haga el filtro sanitario, pero en las trochas es imposible porque no se le puede dar un trato institucional a la gente”, afirmó el funcionario.
Al otro lado, en San Antonio del Táchira, el Gobierno de Nicolás Maduro ubicó una serie de refugios llamados Puntos de Alojamiento Social Integral (PASI). En estos lugares, los venezolanos provenientes de Colombia deben cumplir un aislamiento obligatorio de 14 días en precarias condiciones.
"Nosotros aquí en el refugio (una escuela) estamos luchando por lo de la comida -comentó Camilo González-. Nos dan una porquería de alimento, las cocinas están todas llenas de excremento y no hay agua potable para tomar. Estamos pasando muchas necesidades".
González, quien termina su periodo de cuarentena este 29 de mayo, manifestó que el refugio lo comparten unas 300 personas incluyendo adultos, mujeres embarazadas, menores de edad y ancianos. También hay una familia con síntomas de coronavirus que está separada del grupo.
En este contexto, el secretario de Frontera y Cooperación Internacional para Norte de Santander dijo que de no establecerse un manejo conjunto en la línea fronteriza colombo-venezolana, la crisis del COVID-19 "nos puede explotar en las manos. Nosotros estamos seguros de que la frontera sin comunicación no funciona”.
Lo dicho por Bautista va más allá de un argumento retórico. Es por eso que en los últimos 60 días se ha reunido con las autoridades de Táchira para hablar sobre tres temas esenciales que afectan paralelamente a la región.
El primer punto es el del coronavirus. Para contener la emergencia generada por la pandemia se estableció una comisión llamada ‘COVID-19, Táchira-Norte de Santander’, la cual es apoyada por la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
Bautista también subrayó que en días pasados una misión científica alemana hizo una donación en equipos por más de 2.000 millones de pesos para el hospital Erasmo Meoz en Cúcuta, además de entregar un lote de 20 mil pruebas para detectar el virus.
“Nosotros tenemos tres laboratorios en marcha para realizar análisis de los test de COVID-19. La misión hizo una evaluación de dichos laboratorios con el objetivo de fortalecerlos en términos de capacitación de su personal y en dotación”, explicó el secretario de Frontera.
Se espera que el primer laboratorio para estudiar unas 100 pruebas diarias esté en funcionamiento durante la segunda semana de julio.
Otro de los temas neurálgicos es el de la contaminación del aire por el mal manejo de residuos sólidos y la quema de basura en el área metropolitana binacional. “Con las autoridades de Norte de Santander y el Táchira trabajamos en un plan de mitigaciones para mejorar la calidad del aire porque se nos volvió una crisis más grave que la del COVID-19. Eso estaba afectando la respiración de todos los que vivimos acá", apuntó Bautista.
Finalmente, está el fenómeno migratorio que estalló hace cinco años y que pone a Colombia como el mayor receptor de venezolanos en el mundo, con cerca de dos millones de personas.
Al respecto, Bautista advirtió que: "Si Norte de Santander recibiera 10 mil migrantes diarios tendríamos una tragedia en el manejo social de ese volumen de gente". Frente a esta situación hipotética, el secretario de Frontera le pidió al Gobierno nacional que por día solo deje llegar entre 500 y 600 personas a la frontera.
"Cuando hablamos de estos ejes, lo que hay que imaginar es que es imposible manejar esto sin comunicación. Nosotros como Norte de Santander sí creemos que hay una necesidad de separar la tensión político-diplomática entre Caracas y Bogotá", concluyó Bautista.
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Santiago Serna Duque - Agencia Anadolu
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El COVID-19 golpea a los migrantes y exige despolitizar la frontera entre Colombia y Venezuela
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