Polémico: un prestigioso economista se animó a decir cómo hay que salir de la cuarentena
by Walter Giannoni- Se trata del tucumano Ricardo Arriazu.
- Dijo que los modelos matemáticos marcan un camino.
- Pidió avanzar en un análisis "multidisciplinario" de la situación.
Los análisis del tucumano Ricardo Arriazu son siempre seguidos con atención en el mundo económico, empresarial y político. Poco propenso al pronóstico –en particular del dólar–, se caracteriza por desmenuzar los datos en el contexto local y mundial, y es asimismo un experto, porque la estudió a fondo en la crisis de principios de la década pasada.
Además de consultor, en su trayectoria ha sido también escuchado en las universidades líderes en materia de análisis económico, tanto en Argentina como en Estados Unidos y en Europa, y participó en organismos financieros internacionales como representante del país.
El martes disertó por teleconferencia especialmente para Córdoba y se permitió entrar en un terreno ríspido para cualquier economista: emitir su opinión sobre cómo debería ser la salida de la cuarentena antes de que la actividad privada quede definitivamente ahogada por el aislamiento.
Reconoció que no era un “experto sanitario”, pero dijo que en su estudio se realizaron “bastantes modelos matemáticos” y ponderó un estudio de la fundación National Bureau Economic Research (NBER).
Arriazu explicó que los modelos matemáticos indican que una salida progresiva pero decidida va a subir la cantidad de casos, pero no la de fallecidos.
Ese trabajo,indicó Arriazu, dice: “Mantenga el aislamiento a las personas con alto riesgo, ya sea por edad o por enfermedades preexistentes”.
“A quienes están en el sector de la salud –agregó–, practiquen testeos muy fuertes y frecuentes. Deje que el resto vaya a trabajar, claramente comenzando por los sectores en los que no hay casos, Catamarca, Salta, Formosa, donde se va probando cómo funciona el sistema”.
Pero planteó que se deben incrementar “fuertemente los testeos para encontrar el virus y a quienes ya están inmunizados. Se lo va haciendo de a poco, de tal manera que la economía se vaya normalizando”, explicó.
Señaló que la NBER, creada en 1920, “elaboró modelos matemáticos y les da que (con esas acciones) bajan el costo económico y el costo de la pandemia”.
“Va a subir la cantidad de casos, pero no la cantidad de muertos, porque antes solamente se medía al que llegaba con síntomas muy severos. Ahora estoy yendo directamente a buscar los casos”, dijo.
También instó “a mezclar” opiniones no sólo desde el lado de la salud, sino con un abordaje multidisciplinario de la pandemia, porque, mientras no haya vacunas, la única posibilidad es el aislamiento, es cierto, pero hay cosas para hacer que permiten mantener ese principio y comenzar a reactivar la economía”.
Aprovechar la crisis
En cuanto a la situación de la economía argentina, Arriazu consideró que el país está “con mucho peligro y algunas oportunidades”. “Si aprovechamos para cambiar todas las cosas que nos llevaron a 100 años de decadencia a fin de volver a ser un país viable, es una oportunidad. Si queremos profundizar todas las cosas que nos llevaron a la decadencia, obviamente vamos a tener una crisis social y política”, resaltó.
En el plano netamente económico, explicó que en los márgenes de rentabilidad empresarial hay una caída por la disminución de ventas producto de la cuarentena. “Los márgenes subieron en noviembre del año pasado porque esperaban un control de precios que efectivamente ocurrió”, señaló.
Ahora los únicos márgenes que suben son los de los alimentos frescos, “porque es lo único que la ciudadanía compra y aparecen dificultades en la oferta”, comentó.
Con la abrupta caída de la demanda, salvo en alimentos, pese a la emisión, no hay razones para una disparada de la inflación, afirmó.
Todo el resto de los márgenes está cayendo. “Se están renegociando primas de seguros, (cuotas de) colegios, casas de deportes (artículos deportivos), ropa, de todo. Por lo tanto, estos precios no suben demasiado”, dijo.
Los servicios públicos, como se sabe, están congelados hasta agosto y, con la baja de los precios internacionales del crudo, estos “continuarán en esa situación”, trazó.
“Lo que queda es el salario, en lo cual los gremios pedían en su momento 'cláusula gatillo', el Gobierno no quería, casi no hay convenios con estas cláusulas y en este momento se está negociando todo”, explicó.
Dijo que la reducción de 25% para quienes permanecen suspendidos por el Covid-19 la solicitó la propia CGT, convencida de que sin una diferencia salarial nadie concurriría a trabajar.
No hay presiones inflacionarias fuera del esquema habitual de suba de precios del país. Las tasas de inflación de abril y de mayo se situarán en torno del 1,5% en cada mes, “la presión va a venir por el tipo de cambio paralelo, si es que empuja al tipo de cambio oficial”, señaló. El dólar informal influye en un 11 por ciento del índice de precios, estimó.
La deuda, mal calculada
En cuanto a la negociación de la deuda, consideró que el sector público “no tiene una deuda neta muy grande”. Cuando se calculaba que era de un 93% del PIB, se tomaba “la deuda bruta, incluyendo la deuda con el Banco Central; la tomaban a fin de año y la comparaban con el producto bruto estimado; error grosero”, alertó.
La deuda neta calculada por el FMI es en realidad de un 48% del PIB, “muy por debajo del promedio mundial”. “El problema argentino es de confianza por la cual no le renuevan los vencimientos. Si quisiera pagarlos con el superávit primario, debería tener un superávit de 16,5 puntos del producto; absolutamente imposible”, explicó.
Un default afecta a toda la economía, especialmente al sector privado, que tiene deudas y necesita acceder al mercado del crédito.
Argentina debería haber presentado un programa de pagos, pedir tiempo y reducir los intereses, planteó. “Lo más probable es que hubieran dicho que sí. En lugar de eso, no presentó un programa, no negoció y en su propuesta los intereses corridos no se pagan; durante tres meses no se devenga ningún interés”, recordó.
Otro factor clave para el rechazo de los bonistas es que en el largo plazo el país propuso un interés de 2,5%, “cuando México, que es investiment grade, paga 4,5%”. Tomó como una buena noticia que existan negociaciones, pero advirtió que hay discrepancias en el interior de ambas partes, el Gobierno y los bonistas.
“Del otro lado hay gente que dice: compramos los bonos, vamos a juicio y después ganamos todos los juicios”, comentó, y rescató un grupo de bonistas que quieren negociar y que impulsaron algo los bonos.
“Lo que la gente no se da cuenta es de que, cuando el Gobierno hace un default, afecta a toda la economía y al sector privado que tiene deudas y acceso al mercado, tiene financiamiento. Si el Gobierno no paga, no baja la tasa de riesgo país, que se usa para la evaluación de proyectos y para la inversión”. Recordó que aun en 2002 y en 2003 el sector privado recibió financiamiento. “Esta vez debería pasar lo mismo, siempre y cuando no quiebren las empresas”, volvió a plantear.
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