Nerea Barros, una actriz de Goya enfermera de residencia por el coronavirus

La intérprete, gracias a sus estudios de Enfermería, lleva semanas dedicada a cuidar ancianos para ayudar en la crisis sanitaria y en recuerdo de sus propios abuelos

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Ella misma advierte: “El titular es clarísimo. Del Goya y la alfombra roja a enfermera de residencia de abuelos”. Sin embargo, la historia no es tan simple. Nerea Barros (Santiago de Compostela, 39 años) tiene el Goya, cierto, como actriz revelación por La isla mínima (2014), de Alberto Rodríguez. Y un largo currículo de películas y series. El año pasado apareció en, por ejemplo, la miniserie de Netflix Días de Navidad, dando vida a Valentina, personaje que heredaba Ángela Molina, para darle vida en una etapa de más edad. Y el 31 de julio estrena una de las primeras películas españolas que llegarán a las salas: Voces, un filme de terror con familia recién mudada a una casa encantada. Pero Barros no es tan solo actriz, "algo que me apasiona, y que me mueve desde que era niña”, confiesa. También ha producido el documental Morir para contar (2018), de Hernán Zin; ha dirigido su primer cortometraje, Memoria, en cuya posproducción se encuentra actualmente, y es enfermera titulada. “Desde que vine a Madrid hace 14 años no había vuelto a trabajar en ello, aunque siempre me han interesado y me interesan la medicina y la enfermería, y por eso decidí retornar a ello cuando se declaró el estado de alarma”, cuenta por teléfono. Por eso, hoy, Nerea Barros es enfermera en una residencia de ancianos en Madrid.

Hace tiempo y durante varios años, Barros trabajó en el Hospital Clínico de Santiago “en la UCI y en neonatos”. De aquellos días, que ocurrieron hace más de tres lustros, recuerda: “Allí vivías dramas durísimos. También grandes alegrías cuando un bebé se recuperaba”. Hoy dedica sus horas a trabajar en una residencia de ancianos. “Cuando llegué a España desde Uzbekistán, donde había estado rodando mi corto, encontré un país a pocos días de que se decretara el estado de alarma, con una crisis sanitaria galopante. Este virus a quienes más ataca es a las personas mayores. Al haber miles y miles de personas infectadas, sentí que nos olvidábamos de los ancianos. En mi vida mis abuelos fueron muy importantes y cuidé de ellos hasta que nos dejaron. Tenía que ayudar. Se me rompía el corazón”. Barros buscó la residencia que necesitaba más ayuda, una con medio millar de personas internadas, telefoneó para ofrecerse y a los dos días comenzó a trabajar allí.

En la residencia, la nueva enfermera se puso rápidamente en marcha: “La adaptación fue más a su ritmo, a su rutina de trabajo, con medicamentos diferentes a con los que yo trabajaba. En dos días ya estaba integrada”. Y allí cuida de un grupo de residentes, tiene reuniones con auxiliares... “Lo que es la dinámica diaria. A los ancianos hay que hacerles pasear, inspeccionarles todos los días, vigilar su piel, que coman adecuadamente, que se hidraten. Todo con mucha paciencia. Y con un control absoluto de su medicación”. Barros recuerda muy emocionada el primer día que bajó a la farmacia de la residencia y le confirmaron que los residentes a su cargo ya estaban limpios de covid-19. “El equipo médico y todos los compañeros se han dejado la piel durante la crisis. Les admiro profundamente”.

Aunque la experiencia le esté marcando, Barros no va a dejar la creación: “Mi trabajo como enfermera dependerá del tiempo que me necesiten estas personas y sobre todo de mis compañeros. En cuanto se vayan reincorporando los que están de baja, cuando los ancianos ya tengan ese cuidado, volveré a mi pasión, mi carrera como actriz y como creadora, que ahora se completa como directora”. Curiosamente, Memoria, su primer corto como directora, del que estos días encara la posproducción, está protagonizado por un abuelo y su nieta, vecinos del mar de Aral. “Para que te des cuenta de lo importantes que han sido en mi vida mis abuelos”.

Según datos publicados este martes por el Gobierno, 19.200 personas han muerto por el coronavirus o con síntomas en centros de mayores y en residencias para discapacitados y de salud mental. Eso hace que Barros lleve más allá de la enfermedad su reflexión: “Tenemos que analizar qué pasa con nuestros ancianos, sobre todo en las grandes ciudades. Estamos en deuda con ellos. Las residencias deben de ser lugares agradables, donde las personas estén muy bien atendidos y puedan disfrutar de su vida. Y lo mismo ocurre con quienes están en su casa: merecen toda nuestra preocupación”. ¿Y nadie la ha reconocido? Se echa a reír. “No. Un par de días antes de mi cumpleaños, cuando conté mi experiencia en Instagram, avisé a mis compañeros. Pero los residentes, con toda la protección que llevamos, solo ven mis ojos y escuchan mi voz. Alguno a veces dice que mi cara les suena, y mi respuesta es que tengo un rostro muy normal”.

El cambio climático

Nerea Barros ha rodado su corto 'Memoria' en el mar de Aral para levantar acta de cómo el ser humano está provocando el cambio climático, y mostrar en pantalla sus consecuencias. Y señala la relación directa entre esta pandemia y el calentamiento global. "Ver Madrid vacío te hacía sentir en tu carne el apocalipsis. Era tan duro como extraño. Pero eso fue mutando en algo más bonito cuando la naturaleza fue desbordando y conquistando el asfalto. De repente aparecieron animales que hacía tiempo que no pisaban un terreno que le habíamos quitado. La naturaleza tiene barreras para protegernos de estos virus; si la seguimos aniquilando, iremos por un sendero que nos lleva a la extinción", afirma la intérprete.

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