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Ursula Von der Leyen, durante la reunión de la Comisión Europea. /E. P.

Bruselas diseña un plan de reconstrucción que otorgaría 140.000 millones a España

Propone un fondo de 750.000 millones contra la pandemia, con medio billón en subsidios que rechazan los 'frugales'

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Del 'sálvese quién pueda' al 'o te ayudo o no nos salvamos nadie'. Así ha evolucionado la UE en estos meses de pandemia. Otra lección (aparentemente) asumida a golpe de crisis histórica. Aparcada la primera reacción caótica al coronavirus, entramos en una nueva fase en la que la 'salvación' del proyecto comunitario (en la práctica, del mercado interior) pivota sobre un plan de recuperación que la Comisión Europea presentó este miércoles, con tres semanas de retraso.

Con un título llamativo, 'Next Generation EU' ('La Próxima Generación UE') y un principio clave: ayudar a los países más castigados por el patógeno (Italia y España, la tercera y cuarta economías del euro) en interés de todos. La fórmula, si finalmente cristaliza –que no es seguro–, les permitirá recibir una cobertura de urgencia sin precedentes.

EN SU CONTEXTO:
11.500
millones de euros prevé la Comisión que podrían ya estar disponibles en otoño si se aprueba su plan antes del verano. Aunque por definición, el grueso se activará con el nuevo Presupuesto, el 1 de enero de 2021.
Subvenciones sí, pero bajo control.
El Ejecutivo comunitario insiste en que, aunque propone miles de millones en ayudas no reembolsables, estás van a estar vinculadas a la vigilancia del Semestre Europeo -periodo de control económico de Bruselas-. Los planes de recuperación nacionales tendrán que ser validados por Bruselas y el resto de los socios.
30
años será el periodo de vencimiento establecido para los bonos de deuda que emitiría la Comisión Europea. El horizonte máximo está en 2058.
Desplome económico sin precedentes.
El fondo se gesta para responder a un desplome en la economía que, según las últimas previsiones de la Comisión, será del -7,4% en Europa y mucho más contundente en España (-9,4%) que recuperaría terreno en 2021 (7%). La tasa de desempleo escalará este año hasta el 18,9%.

Las cuantías se concretarán este jueves, pero en un primer cálculo, Italia obtendría 172.745 millones de euros (en torno a 82.000 solo en subvenciones) y España, 140.446 (77.000 sin reembolso). Un altruismo que emana de la gran cifra absoluta de esa suerte de 'Plan Marshall': 750.000 millones de euros, de los que unos 500.000 se habilitarán como subsidios y 250.000 en préstamos.

Se propone también una histórica emisión de bonos en los mercados para apuntalar su financiación, además de nuevos impuestos (al comercio de emisiones de CO2 o la tasa digital) para conseguir ingresos extraordinarios; disponibilidad, hasta 2024. Y dos condiciones para quienes reciban el dinero: deben orientarlo a potenciar el reto de la Europa verde y digital; y las recomendaciones socieconómicas que semestralmente lanza Bruselas para la corrección de los balances nacionales (reglas presupuestarias, ajustes…) no pueden (como hasta ahora) desatenderse; han de llevarse a cabo.

Es el trazo grueso de esa propuesta para la reconstrucción postpandemia que, se insiste, no es definitiva. Queda por delante un calendario difícil: ronda de negociación con las capitales; aprobación unánime de los Veintisiete estados miembro –el próximo Consejo Europeo se celebrará el 19 de junio y si se mantiene el formato de videoconferencia la negociación será más compleja–, el 'sí' imprescindible de la Eurocámara y la validación en varios parlamentos nacionales.

El paquete 'excepcional' de 750.000 millones irá colgado de ese presupuesto plurianual (2021-2027) de la UE que se surte de las aportaciones estatales y que, según la iniciativa de la Comisión, se debería mover en el entorno del 1,1% de la Renta Nacional Bruta (RNB). Su cuantía rondaría los 1,1 billones de euros, superior a la propuesta de febrero (1,095 billones; 1,074% de la RNB). Ya entonces fracasó; demasiado alta para unos y poco ambiciosa para otros.

¿Los detalles del nuevo plan? Aquí, algunos: el 80% del dinero que se obtenga en la emisión de deuda se transferirá a los Estados a través de una de las herramientas de ese presupuesto (la Facilidad para la Resiliencia y la Reconstrucción). El parámetro fundamental será el impacto del coronavirus lo que, en combinación con otros tradicionales (se insuflan también los fondos de Cohesión, Transición Justa, o Agrícola), otorga las multimillonarias coberturas en proporción directa con el daño causado por el virus.

La segunda línea de acción estará en el incentivo de las inversiones privadas. Y a todo lo anterior se añadirá una tercera muy específica: el refuerzo a la sanidad para que gane músculo ante futuras crisis con 9.400 millones y a la investigación, con 94.400.

Con este programa, Ursula Von der Leyen asume las directrices que Alemania y Francia le marcaron el pasado día 18 en cuanto a la dimensión del fondo y al peso de los subsidios. Convence a Roma y Madrid después de que ambos transigiesen con no tener ni coronabonos ni deuda perpetua e incluso renunciar a un alcance mucho mayor, de hasta 1,5 billones de euros.

Reacciones inmediatas

«Recoge muchas de nuestras propuestas» y es una «base para la negociación», reaccionó Pedro Sánchez con un mensaje en Twitter en el que también hizo un llamamiento a «alcanzar pronto un acuerdo para acceder a recursos que nos permitan reactivar la economía y superar la crisis».

En la misma red social, mismo tono de Giuseppe Conte, primer ministro italiano: «Gran señal de Bruselas. Va en la dirección indicada por Italia. Ahora vamos a acelerar las negociaciones para disponer de los recursos pronto». Y, por supuesto, 'autobombo' del francés Emmanuel Macron: «Es un día esencial para Europa. El acuerdo franco-alemán ha hecho posible este progreso. Debemos actuar rápidamente y adoptar un acuerdo ambicioso con nuestros socios europeos».

Pero, ¿y más al norte? El 'plan Von der Leyen' nace para intentar conciliar con ese club que se autodefine 'frugal' (Países Bajos, Austria, Suecia y Dinamarca). Exigía préstamos (nada de ayudas); reformas como contrapartida; y límite de tiempo en la cobertura especial. Y aquí no está tan claro que la presidenta del Ejecutivo comunitario haya conseguido empatizar. La primera reacción desde ese flanco no pinta nada bien. «Las posiciones están muy distanciadas. La negociación llevará tiempo», alertaba un diplomático holandés nada más desvelarse el plan. Porque sí, son cuatro, y Angela Merkel les ha 'abandonado' –Alemania estrena, además, el 1 de julio la presidencia rotatoria de la UE–. Pero el 'ok' al paquete requiere unanimidad. Tensión.


Von der Leyen confía convencer a los austeros

No le fue mal a Ursula Von der Leyen en la primera prueba que debió pasar este miércoles –la de la propia presentación del plan ante los eurodiputados–. En su intervención en el hemiciclo lanzó un par de mensajes a al club de los 'frugales'. El primero, explicativo: «Déjenme ser clara: estas subvenciones son una inversión conjunta en nuestro futuro. No tienen nada que ver con la deuda pasada de algunos países de la UE». Vamos que es una medida «excepcional», limitada en el tiempo, estará bajo control y ni conduce a los eurobonos ni tampoco a una mutualización por la puerta de atrás, como criticaban los 'frugales'. Conclusión: confía en poder ganarselos.

El segundo mensaje, con carga de profundidad;_la advertencia: «Estamos ante una crisis sin culpa y se deben arrinconar los antiguos prejuicios». Ni la moralina ni los reproches arrojados por los austeros en la anterior crisis de deuda soberana encontrarán hoy comprensión. «Esta crisis ha sacudido nuestro modelo económico de los últimos 70 años» y exige «medidas audaces porque esa (audacia) es la que nos ha permitido construir un modelo (la Unión_Europea) inédito en el mundo». «Nos enfrentamos al verdadero momento de la verdad», subrayó en otro momento de su intervención.

Y sí, escuchó reproches en un parlamento semivacío por razones obvias. Pero desde las filas de las familias con mayor peso específico hubo apoyo (más o menos frío, pero apoyo al fin y al cabo). El popular Manfred Weber, habló de la vuelta «de la solidaridad europea; ya no estáis solo», lanzó tras recordar que no hace mucho, un puñado de semanas, «se quemaban banderas de la UE » en una Italia que contaba cientos de muertos a diario, frustrada por el abandono de sus vecinos. La socialista Iratxe García, calificó la iniciativa de Von der Leyen de «ambiciosa, europeísta» y alineada «con lo que venía reclamando este Parlamento».

Dacian Ciolos, el portavoz de los liberales calificó de «sorprendente la solución, sin precedentes en la historia de Europa», aunque difería con «algunos detalles». Desde los Verdes, Ska Keller hizo un llamamiento a no caer en los errores de la anterior crisis, y acabar «imponiendo la austeridad» a los países más castigados por el Covid-19. Desde la izquierda, el GUE/NGL habló de un plan que se «se queda a medias». Mientras que desde el grupo de extrema derecha Identidad y Democracia se emplazó a Países Bajos, Austria, Suecia y Dinamarca a «seguir oponiéndose a esa locura». Un aliado incómodo.