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Mila y Cristina, la mujer e hija de Paco, uno de los campistas confinados, en su parcela. /LP

El camping de Torrent recupera la actividad tras el confinamiento de 232 residentes

Las instalaciones de La Pirámide se cerraron tras el decreto del estado de alarma y nadie podía entrar ni salir sin un permiso especial

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El camping La Pirámide de Torrent, ubicado en la Serra Perenxisa, va recuperando poco a poco su normalidad. Durante cerca de dos meses, 232 personas han permanecido confinadas en el recinto, cumpliendo a rajatabla las indicaciones sanitarias pero disfrutando de la vida al aire libre propia de unas instalaciones como estas y lejos de los agobios de pisos pequeños en la gran urbe.

Durante todo este tiempo, el camping, de naturaleza privada, ha estado cerrado a cal y canto. La asociación de propietarios bloqueó el libre acceso y el conserje comprobaba las entradas y salidas mediante un censo de vecinos, con la colaboración de la Policía Local y Guardia Civil. Nadie podía acceder sino disponía de una permiso y los agentes tuvieron que intervenir en al menos una ocasión para impedir el paso a un propietario que se había trasladado de su domicilio habitual.

A pesar de disponer de 150.000 metros cuadrados, divididos en un millar de parcelas, las normas han sido iguales para los campistas que tampoco podían salir de sus recintos ni recorrer las calles entre las residenciales más que parar tirar la basura o pasear al perro, antes de la desescalada. Por ello, la junta directiva habilitó el supermercado con un horario restringido para que los usuarios pudieran tener acceso a los productos básicos y pusieron en marcha un servicio de compra de medicamentos, para evitar los desplazamientos.

También se intensificó la limpieza y desinfección de los baños e instalaciones comunes. "Se ha vivido con menos riesgo, en mejores condiciones que en cualquier piso", comenta el secretario de la junta, Patxi Gómez.

El matrimonio formado por Rafa y Paquita, son unos de los más de 200 vecinos a los que el confinamiento les pilló allí y decidieron quedarse. "Hemos estado muy seguros pero también muy vigilados", comenta Rafa. "No hemos salido de la parcela e incluso hablábamos con los vecinos por teléfono. No veíamos a nadie pasando por las calles", explica. "Ha sido toda una experiencia porque nunca habíamos pasado un invierno aquí", así "he aprovechado el tiempo para hacer apaños, arreglar el jardín e incluido hacer ejercicio", comenta el hombre.

La junta directiva se ha encargado de suministrar medicamentos y abrir el supermercado con horario restringido 

Por su parte, Paco comparte parcela con cinco personas más, su mujer, sus dos hijas y el novio de una de ellas. "Pensábamos que era solo para 15 días cuando nos vinimos aquí antes del 13 de marzo", apunta, "pero hemos estado muy bien, aprovechando los días de sol para comer al aire libre". "La sensación ha sido de estar más seguros aunque cuando se han levantado las restricciones nos hemos dado cuenta de la gente que había aquí, mientras no nos cruzábamos con nadie", explica. Tanto la familia como el matrimonio se quedarán en el recinto para pasar el verano.

Ahora, con la desescalada y el permiso para trasladarse a las segundas residencias, el acceso ya no está restringido y desde la junta directiva de propietarios están estudiando las medidas que deben tomar para el cumplimiento de la normativa. De momento, se va a proceder al vallado del perímetro de la piscina para controlar el aforo y las instalaciones deportivas se abrirán, siguiendo las mismas restricciones que en el municipio.