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Jorge Fornet, director del Centro de Investigaciones Literarias de la Casa de las Américas. Fotos: Patricia Nuñoa.

Jorge Fornet: Espero que volvamos a tener la cara desnuda y nos haga pensar en aquellas cosas esenciales

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Las palabras que le seguirán a esta breve introducción son fruto de un oportunismo, un tanto decente, si cabe. Entrevistaba a Jorge Fornet para un documental sobre Roberto Fernández Retamar, a quien acompañó por muchos años en Casa de las Américas, particularmente en la codirección durante los últimos diez de la Revista Casa y luego de que disertara sobre el aporte al pensamiento de Cuba, América Latina y el Tercer Mundo de este brillante intelectual cubano que cumpliría 90 años el próximo 9 de junio, no quise perder la oportunidad de conocer su opinión sobre estos días de pandemia, sin previo aviso, para no perder la espontaneidad y lograr el objetivo oportunistamente.

Sobre Jorge Fornet, también director del Centro de Investigaciones Literarias de la Casa de las Américas, me habían dicho de buena y cercana tinta: es la persona que más sabe sobre literatura hispanoamericana y es brillante. Más allá de esa última condición, que reafirmé todo el tiempo en nuestro diálogo, es visible su espíritu tremendamente honesto, propio de una persona excepcional por sus valores, más que por sus conocimientos. Fue muy agradable conversar con él, que me perdone; pero este es el resultado:

“Me ha tocado hablar varias veces frente a una cámara, siempre es difícil hablarle a la cámara, uno se cohíbe, lo que nunca imaginé es que iba a hablar frente a una cámara con nasobuco, esto por una parte es incómodo; pero por otra, tiene una enorme ventaja, ya que me permite ocultar medio rostro detrás del nasobuco y, al mismo tiempo, se pierden algunos gestos, lo que no deja de ser provechoso.

En cuanto a lo que significa la pandemia, es sorprendente lo que estamos viviendo en el mundo, se ha dicho más de una vez que esto parece una distopía, ni en la película más estrafalaria imaginamos que esto nos iba a ocurrir; sin embargo, ha ocurrido y creo que desde el punto de vista de Cuba, hay que estar permanentemente creando. Perdonen que use este símil; pero parece una obra de arte en el sentido de la creación sobre la marcha, una cosa de la que apenas sabemos muy poco, que apenas lleva unos meses en el universo entero y hay que estar creando cómo combatir esto o cómo salir de este atolladero en el que estamos inmersos.

Afortunadamente nuestro país ha sabido hacerlo, ha sido ingenioso, hablábamos hace unos minutos de la manera que hay que entenderse uno dentro del mundo, dentro de lo que hacen los otros; pero adaptado a las propias especificidades cubanas, que son bastantes peculiares, nuestra realidad es muy distinta a la de otros sitios y, sin embargo, creo que se ha sabido maniobrar hasta el punto de que la pandemia está bastante controlada, en sentido general.

No me gusta la idea del distanciamiento social, pienso que es más un distanciamiento físico, estamos distanciados físicamente; pero cercanos socialmente. Estamos discutiendo de temas que nos atañen a todos, nos convocan y tenemos que resolver también entre todos, o sea, mantengamos la cercanía, el acercamiento social y mantengamos, en cambio, el distanciamiento físico que nos ayuda a salir de esta coyuntura lo antes posible.

Tengo un hijo de 25 años y a veces yo le comento cosas del pasado, que era mi presente hace muchos años, y él no me las cree, piensa que son  bromas o delirios míos. Me temo que cuando le cuente a mis nietos que hubo una época en que todos anduvimos así, con la cara cubierta, con estos extraños implementos, no me creerá tampoco, entonces tendré que acudir a las fotos para que vea que sí, que la gente se cubría medio rostro durante semanas o meses en el mundo entero y particularmente en Cuba y nos parecía hasta natural.

Ahora tú ves una persona en la calle y no sabes por qué tiene boca, porque debía tenerla cubierta. Yo recuerdo un texto de Eduardo Galeano sobre un misionero español que llegó a América y se encuentra a todos aquellos indios desnudos y dice: pero, ¿por qué ustedes no se cubren, no se visten? Le responden: bueno, ustedes tampoco tienen vestida la cara; y el misionero: pero bueno, esto es la cara (se refiere al rostro) y para los aborígenes todo es la cara. Entonces, ahora es al revés, la cara no existe, ahora la cara tiene que estar tapada, no puede estar desnuda tampoco. Entonces, vivimos una época extraña.

Yo creo que va a quedar eso, la sorpresa, el impacto de que el mundo puede cambiar mucho en muy poco tiempo y eso nos compete a todos. Ya hay cosas para las que no hay Primer Mundo, ni Tercer Mundo, aunque el Tercer Mundo lo padece y lo padecerá de manera mucho más intensa; pero hay cosas que nos atañen a todos y pueden cambiar de un momento a otro.

En momentos así se aprende a darle valor a ciertas cosas que en la vida cotidiana se olvidan y cuando uno tiene que estar la mayor parte del tiempo encerrado en su casa, por tanto, tiene más tiempo para pensar, reflexiona que a veces hay cosas muy banales, muy triviales, a las que se les ha dado una importancia descomunal, cuando hay cosas más importantes, más esenciales, a las que les damos de lado. De este tiempo espero que en algún momento volvamos a tener la cara desnuda, como decían aquellos indígenas, y que nos haga pensar en aquellas cosas esenciales”.

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Yo creo que va a quedar eso, la sorpresa, el impacto de que el mundo puede cambiar mucho en muy poco tiempo. Fotos: Patricia Nuñoa.
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No me gusta la idea del distanciamiento social, pienso que es más un distanciamiento físico, estamos distanciados físicamente; pero cercanos socialmente. Fotos: Patricia Nuñoa.
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Jorge Fornet, también director del Centro de Investigaciones Literarias de la Casa de las Américas. Fotos: Patricia Nuñoa.