Toallas, camisetas, trapos o cualquier tela blanca se la utiliza como una bandera en La Comuna, un barrio ubicado en noroccidente de Quito. Los vecinos las cuelgan en sus casas y esperan que las autoridades o las fundaciones las vean. Quieren enviar un mensaje directo: aquí pasamos hambre.
A lo largo de las calles Humberto Albornoz, Capillauco, Yumbarumi y Sol de Occidente se contabilizaron 51 banderas este miércoles 27 de mayo del 2020. Unas cuelgan de pequeñas astas de madera que se sostienen en las ventanas o las puertas de hierro. Otras están atadas a las varillas oxidadas de alguna columna que quedó a medio construir.
Mercedes Tonato vive en la calle Capillauco desde hace 25 años. Ella deja de barrer la entrada de su casa para contestar unas preguntas. No tiene mascarilla y agradece a Dios cuando alguien le regala una.
Dice que hace tres semanas recibió un kit de alimentos para su familia por parte del Municipio y que han sobrevivido con eso. Ella no puede trabajar por una hernia en su abdomen y por la diabetes. Su esposo tampoco ha podido conseguir trabajo como albañil por la emergencia sanitaria que rige en el país desde el 16 de marzo del 2020.
“Aquí está nuestra casita para que no se olviden de nosotros”, comenta mientras extiende una camiseta que la utiliza como bandera. Otro estandarte blanco se ve pasando dos casas. Dos mujeres que hacen arreglos dicen que también pasan necesidades y requieren de ayuda. Ellas tampoco portan mascarilla.
Además del hambre, este barrio enfrenta otro problema. Es parte de la parroquia Belisario Quevedo, con la mayor cantidad de contagios por covid-19 en Quito. Hasta el 27 de mayo se registraron 262 casos positivos. Representan el 6,95% de los pacientes por coronavirus en todo el Distrito.
La Comuna (cuyo nombre completo es Comuna de Santa Clara de San Millán) se ubica a los 3 100 metros sobre el nivel del mar y queda a menos de 10 minutos de la zona comercial Quito. Su ubicación permite ver los edificios de la González Suárez, una de las zonas con mayor plusvalía en la urbe. Más allá, se observan los glaciares perpetuos del volcán Cotopaxi y las puntas del monte Rumiñahui.
La Comuna es parte de la parroquia Belisario Quevedo, con la mayor cantidad de contagios por covid-19 en Quito. Foto: Julio Estrella / EL COMERCIO
Al interior del barrio no hay lujos. La mayoría de casas son de bloque visto. También hay gente que improvisó los cercados de sus propiedades y colocó planchas de zinc o capós de vehículos.
En la calle, dos jóvenes gritan “hambre, hambre, queremos comer” a camionetas que suben y tienen el logo municipal. El presidente del Cabildo de La Comuna, Patricio Tumipamba, está consciente que hay estas necesidades y por eso se ha planificado una reunión con la Secretaría de Seguridad del Municipio para este viernes a las 10:00. Ahí se evaluará la realidad en la que viven los moradores y se darán lineamientos que deben cumplirse en el eventual cambio del color de semáforo. La ciudad dejará el rojo y pasará al amarillo ‘modificado’ desde la próxima semana.
Él señala que han tenido colaboraciones de distintos sectores. De hecho, este sector ha sido considerado prioridad en la entrega de kits por parte del Municipio. En la administración Eugenio Espejo, a la que pertenece, se han entregado 14 943 kits hasta el pasado jueves.
El dirigente explica que los vecinos fueron golpeados en sus economías porque se dedican a las ventas informales, la construcción o actividades que generan ingresos diarios y que no permiten ahorrar. Señaló que esta precariedad los ha obligado a seguir trabajando a pesar de la emergencia y que esa es una de las razones del alto contagio.
El 2 de mayo, los moradores enviaron un comunicado al alcalde Jorge Yunda. Ahí le pidieron que "declare en situación de emergencia a todo el territorio de la Comuna de Santa Clara de San Millán (...), debido al alarmante incremento de contagios; y de esta manera garantizar el apoyo y respaldo para que nuestra comunidad reciba permanentemente donaciones de kits de alimentos, fumigación y sanitización".
Dicen que eso no ha sido tomado en cuenta y que ellos han adoptado sus propias medidas. Todos los días barren y desinfectan las entradas a sus casas. También se ha dado la orden que porten mascarillas. Esta última disposición no es tomada en cuenta, sobre todo por los más jóvenes que pasean sin cubrirse la boca.