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Grande-Marlaska, este miercoles durante la sesión de control al Ejecutivo. /Chema Moya / EFE

Marlaska esquiva la ofensiva conjunta de PP, Ciudadanos y Vox

El ministro del Interior niega en el Congreso cualquier «injerencia» y conocer el informe del 8-M

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«Ejemplar», «honesto», «valiente» e «impecable». El coronel Diego Pérez de los Cobos se ha convertido este miércoles en protagonista involuntario de la sesión de control al Gobierno en el Congreso. El PP, Ciudadanos y Vox han cerrado filas con el exjefe de la Comandancia de la Guardia Civil de Madrid cuyo cese se ha interpretado como un intento de injerencia del poder ejecutivo en el judicial y han lanzado una ofensiva conjunta contra el responsable de Interior, Fernando Grande-Marlaska, por forzar su destitución.

Las tres formaciones han exigido su dimisión y ha acusado al ministro de haber presionado al coronel «para que cometiese un delito» y le informara de la investigación sobre el 8-M que se desarrolla en un juzgado madrileño. Pero Grande-Marlaska ha negado cualquier «injerencia política» sobre el poder judicial y ha culpado a la derecha de fomentar la «crispación» y el «odio» contra el Gobierno y de lanzar acusaciones «repletas de falsedades».

El exmagistrado ha asegurado, una vez más, que no conoce el informe sobre el 8-M y ha vuelto a enmarcar la destitución de Pérez de los Cobos en la reorganización de la cúpula de Interior pese a que se produjo por vía teléfonica el domingo por la noche. «No ha habido ni habrá ninguna injerencia de este ministerio con otro poder del Estado», ha insistido.

Cuestionado sobre por qué ha anunciado la equiparación salarial de la Guardia Civil en plena polémica, Marlaska ha defendido que este ha sido un propósito de su Ministerio desde la segunda mitad de 2018, que ya en febrero pasado avanzó ante la respectiva comisión del Congreso que realizaría el primer tramo en breve y que fue retrasado por el estado de alarma).

«Sabotear» la indpendencial judicial

El primero en pedir la salida de Grande-Marlaka del Ministerio del Interior ha sido el líder del PP, Pablo Casado: «Señor Sánchez, el que sobra en esta farsa convertida ya en tragedia no es un coronel. El que sobra es su ministro».

Casado ha exigido responsabilidades al jefe del Ejecutivo «por sabotear la independencia judicial». Es lo que cree que se esconde tras el cese decidido por Grande-Marlaska después de que la Guardia Civil remitiera al juzgado un informe sobre la manifestación del 8-M una semana antes del estado de alarma. «Qué penosa metamorfosis del faisán -se ha referido al caso sobre el chivatazo a ETA que investigaba el ministro del Interior como magistrado de la Audiencia Nacional- al pato cojo».

Casado, que responsabiliza al Ejecutivo de poner «en riesgo miles de vidas» por autorizar la marcha del Día Internacional de la Mujer, también acusa al Gobierno de un intento de «amordazar al pueblo español», una consideración que ya ha sugerido en otras ocasiones. «Desde Roldán -ha insistido- nadie había manchado así a la Guardia Civil».

«Lo mismo que la ultraderecha»

Pedro Sánchez, por su parte,no ha hecho referencia expresa a su ministro del Interior. Simplemente, ha reprochado al PP una estrategia de oposición total y que los populares no «hayan estado con el Gobierno» ante la pandemia «más grave» en cien años. «Nos criticaron por no haber aprobado el estado de alarma, ahora nos critican por no levantar el estado de alarma; nos criticaron por un lapsus de un Guardia Civil en una rueda de prensa y ahora por haber destituido a un Guardia Civil; en fin, ustedes se oponen a cualquier cosa», se ha dirigido al líder del PP.

También en la política de gestos ha habido desencuentro. Si Casado le ha afeado al jefe del Ejecutivo no haberse puesto antes la corbata negra en señal de luto -«ya si es capaz de contar bien a los fallecidos, alcanzaría la nueva moralidad»-, Sánchez ha atribuido al presidente del PP una oposición «de posados» en la que «compite con la señora Ayuso».

Finalmente, el jefe del Ejecutivo ha instado al PP a reflexionar sobre su estrategia: «Si usted habla como Vox, actúa como Vox y vota lo que Vox, podemos inferir todos los que estamos aquí que si no es lo mismo, empieza a parecer lo mismo que la ultraderecha, y eso es un problema para la democracia española».