Cable a tierra
Coprecovid: Cuando nos sirven atole para beber
by Karin SlowingA muchos nos causó sorpresa y desencanto la redacción del acuerdo 65-2020, con el cual el gobierno crea la comisión presidencial de atención a la emergencia covid-19 (Coprecovid). La razón de ser de la Comisión, tal y como fue redactada, resulta disonante con lo que había expresado el presidente y el propio doctor Asturias en distintas entrevistas, de que sería designado como comisionado y estaría a cargo de conducir a un grupo de expertos que tendrían como principal función recomendar al gobierno cómo proceder de ahora en adelante con el manejo de la epidemia y la preparación para una reactivación económica sanitariamente inteligente.
Lo que quedó redactado en el acuerdo está bastante lejos de ese planteamiento. En primer lugar, la Coprecovid no es una comisión de expertos en salud pública y manejo de epidemias; es una especie de gabinete específico de gobierno, de carácter temporal, integrada por ministros de Estado de cinco carteras —Salud, Finanzas, Trabajo, Desarrollo Social, Agricultura y Segeplán—, donde destaca la notoria ausencia del Ministerio de Economía, ente que debería estar allí tan solo por el hecho de que varios de los brotes epidémicos en el área metropolitana de la ciudad de Guatemala se están dando en maquilas, negocios y empresas; no digamos porque es de los ministerios que más necesitarían del consejo científico multidisciplinario para cumplir con sus enormes responsabilidades pospandemia.
Segundo, la Coprecovid está presidida por el ministro de Salud, no por el doctor Asturias. Él ocupará el puesto de director ejecutivo, un rol muy lejano en jerarquía y peso simbólico a lo que inicialmente todos imaginamos que iba a tener. Sin prejuicio de que Asturias mantenga su voz y criterio científico dentro de esa instancia, y estoy totalmente convencida de que no es de las personas que se acomodará en un rol solo por mantener un puesto y posición. Es indudable que el papel de director ejecutivo no le da la misma contundencia e influencia que la que pudo haber tenido de haber sido nombrado comisionado presidencial.
Nunca he visto al doctor Asturias como un mesías salvador de la ríspida situación que vivimos actualmente, pero sí valoro positivamente que alguien con su nivel de reconocimiento científico a escala internacional venga a hacer sinergia y a acuerpar a los trabajadores de la salud que a diario se enfrentan con la enfermedad y la muerte por covid-19 en condiciones de total indefensión, gracias a las deficiencias de gestión en el Ministerio de Salud, lugar donde siguen campeando los intereses de las empresas frente a las necesidades de la población. Valoro también que venga a compartir sus conocimientos y haga reverberar la voz y aportes de infectólogos, neumólogos, intensivistas y otros profesionales de la salud que desde el inicio han estado aquí, en el país, tratando —sin mucho éxito— de ser escuchados y de aportar elementos al gobierno sobre cómo enfrentar mejor la epidemia.
Este acuerdo gubernativo, redactado con el cuidado de quien sabe cómo usar la ley y los procedimientos para desactivar una potencial amenaza al estado actual de las cosas, se lleva por delante mucha de esa expectativa. Confiamos en que el doctor Asturias maximizará su experiencia en toreo de vilezas que ha adquirido durante tantos años de moverse en la arena mundial, para ampliar el acotado margen de maniobra que le dejaron y que, aun así, hará llegar sus recomendaciones a donde corresponde. A la par, queda claro también que la responsabilidad de escuchar, atender y actuar sobre esas recomendaciones queda doblemente en manos del gobierno y del doctor Hugo Monroy, actual ministro de salud y quien preside la Coprecovid.