El incendio de Ciudad Juárez
by Héctor De MauleónEntraron de madrugada por José Dolores Villegas, El Iraquí, líder del grupo criminal conocido como Los Aztecas. El gobierno de Chihuahua lo acusa de haber ordenado al menos 50 ejecuciones en calles de Ciudad Juárez. Solo en enero pasado, El Iraquí habría ordenado la muerte de 20 personas relacionadas con el narcomenudeo, incluida gente de su propia estructura.
Su detención, en Torreón, Coahuila, a donde había ido a refugiarse de la guerra entre bandas que una vez más inunda de sangre la ciudad fronteriza, desató una serie de ataques a policías de Juárez, así como a su cuartel general.
De manera impresionante, la violencia está de vuelta en Ciudad Juárez. De un mes a otro, las ejecuciones crecieron 43%.
Juárez figura hoy entre los cinco municipios con más violencia en los últimos doce meses, según el conteo de Lantia Consultores (los otros cuatro: León, Tijuana, Acapulco y Culiacán).
En plena pandemia, los asesinatos no paran: hubo 159 en marzo, 175 en abril, iban 108 hasta el pasado 20 de mayo. Todo esto se suma a las cifras de horror del año pasado: más de mil homicidios en solo ocho meses.
En 2017, la pandilla conocida como Los Aztecas, decidió separarse de La Línea, el brazo armado del Cártel de Juárez. Fuentes de inteligencia señalan que hubo un reclamo por el reparto de ganancias del narcomenudeo: esto marcó el inicio del nuevo ciclo de violencia.
Al separarse de La Línea, los Aztecas se dividieron. Un grupo encabezado por René Gerardo Garza Santana, El 300, decidió enfrentarse a “Los Aztecas viejos” para quedarse con el control de la venta de droga en calles y antros.
Se estima que en esa ciudad hay más de cien mil consumidores de enervantes, y más de 20 mil adictos. Se trata de un mercado de al menos cuatro millones de pesos diarios —en efectivo.
De esa magnitud fue la guerra que sobrevino.
Garza Santana fue detenido en noviembre de 2018. Al frente de “Los Aztecas nuevos” quedó Luis Gerardo Méndez, El Tío. Méndez volvió a acercarse a La Línea: el apoyo de Los Aztecas fue replanteado. Un reporte del gobierno estatal indica que el fruto de esa nueva alianza fue la organización conocida como La Empresa.
Para reforzar su poder, La Empresa invitó a formar parte de la alianza a una de las “gangas” más numerosas de la frontera, Los Mexicles, compuesta por pandilleros locales y migrantes deportados, tanto mexicanos como centroamericanos.
Una parte de la pandilla aceptó el trato. Otra se rehusó a hacerlo —puesto que Los Aztecas han sido siempre enemigos de Los Mexicles.
Vino así una nueva confrontación. José Eduardo Soto Rodríguez, El Lalo, le ordenó a su gente, desde la cárcel (está preso desde 2009), “que se alineara con La Línea”. El jefe de los Mexicles en el Distrito Valle, Sergio Rosales, apodado El Checo, decidió mantener a su grupo fuera de la alianza.
“La Línea pone las armas y la droga. Los Mexicles y los Nuevos Aztecas la fuerza de venta y los sicarios”, explica un funcionario de seguridad.
Mucho de lo que Ciudad Juárez está viviendo es precisamente el choque entre Aztecas viejos y nuevos: las pugnas por territorio, así como las venganzas personales entre los miembros de estos grupos. “Todos se conocen, saben dónde vive cada uno, saben dónde venden la droga. Se les facilita ubicarlos, ir a dispararles o a ‘levantarlos’”, agrega el funcionario consultado.
El pasado 16 de mayo, Luis Gerardo Méndez, El Tío, fue detenido en Cuernavaca. Al momento de su detención era responsable de 900 muertes ocurridas en la frontera. Se cree que tras esta detención vendrá una nueva serie de ejecuciones en Juárez.
La pandemia complicó aún más el panorama fronterizo. Las calles están vacías, los antros están cerrados, los grupos se disputan a los consumidores e intentan ensanchar sus territorios.
Al mismo tiempo, muchos de los jefes y lugartenientes encarcelados durante la crisis de 2010-2013 han cumplido sus sentencias o están por alcanzar la preliberación, y ansían regresar por su tajada. En ese caso se encuentran los sujetos apodados El Chuyín, El Dientes de Ajo y El Negro; también, un conocido exagente de la fiscalía que se pasó del lado de los narcos: Ramón Soto Valenzuela.
Estos parecen ser los ingredientes del tósigo que ha llevado otra vez a Ciudad Juárez al top de las ciudades más peligrosas de México.