Grande-Marlaska construye un muro
by Fernando ÓnegaSi este cronista fuese militante de la oposición, escribiría lo que seguramente muchos lectores quieren leer: Grande-Marlaska intentó tapar con dinero el «error Pérez de los Cobos». En su primera intervención tras el Consejo de Ministros no hizo la menor referencia a la destitución y se refugió en el plan de inversiones, 600 millones de euros, y aprovechó el momento para anunciar la última fase de equiparación de salarios de guardias civiles y policías nacionales a los de las policías autonómicas. Con ello intentó pasar a segundo nivel el cese y tranquilizar a las fuerzas de seguridad del Estado, por si se estaba urdiendo algún tipo de rebelión.
Como este cronista no es militante de nada, añade: señoras y señores, estamos ante dos versiones del último episodio escandaloso. Una es la periodística y otra es la del ministro del Interior, que inscribe el suceso en un relevo más de una «política normal» de «construir nuevos equipos». No le busquemos más pies al gato, porque Marlaska, treinta años de juez, sabe perfectamente cuáles son las obligaciones y derechos de la policía judicial. También hay dos versiones de la posterior dimisión del número dos de la Guardia Civil. Para la periodística, se trata de una renuncia casi rebelde, en solidaridad con el coronel. Para el ministro se trató de un relevo solicitado por él mismo e incluso apalabrado para el día 13 de mayo.
Lamentablemente para el ministro, aquí también se cumple el principio de que «quien da primero da dos veces», y quien dio primero ha sido la versión más perjudicial para él: Pérez de los Cobos fue destituido por negarse a informar a sus superiores del contenido del informe sobre responsabilidades políticas en las manifestaciones del 8 de marzo, investigación encargada por la juez instructora. Si esa tesis es la real, el Gobierno, y no solo la cúpula del ministerio, se encuentra ante un grave problema: castigó a un policía judicial que obedecía una orden judicial. Hay que negarlo como sea y ante quien sea.
Veremos, por lo tanto, cómo Grande-Marlaska se constituye en un muro frente al seguro asedio de la oposición, que no contaba con encontrar un argumento tan fácil para el acoso al Ejecutivo. Por cuestiones menores se efectuaron reprobaciones en el Congreso de los Diputados. No olvidemos que la querella fue presentada contra el presidente Sánchez y los 17 delegados del Gobierno, con lo cual será el propio presidente quien ordenará -habrá ordenado ya- a Grande-Marlaska una actitud numantina. Y no le faltarán plumas que demuestren que el informe de Pérez de los Cobos es parcial y está plagado de errores, medias verdades y malas intenciones. El espectáculo no hizo más que comenzar.