Crucial el rastreo de contactos en la reapertura social y económica de Puerto Rico

El doctor Juan Reyes afirma que solo el monitoreo de casos y más pruebas permitirán medir el impacto de esta segunda fase

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Durante el pasado fin de semana largo, se flexibilizaron las medidas del gobierno para frenar el COVID-19 en el país. (Ramón “Tonito” Zayas)

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Aumentar el uso y la disponibilidad de pruebas diagnósticas de COVID-19 y reforzar el rastreo de contactos será crucial para monitorear el efecto de la flexibilización de medidas de la segunda fase de reapertura económica del país, advirtió ayer el epidemiólogo y miembro del “task force” médico del gobierno, Juan Reyes.

Siempre ha sido importante, pero ahora más que nunca la investigación de casos y el rastreo de contactos, ese componente de epidemiología va a ser supervalioso”, afirmó Reyes en entrevista con El Nuevo Día.

Reyes, también director del Departamento de Bioestadísticas y Epidemiología del Recinto de Ciencias Médicas de la Universidad de Puerto Rico, sostuvo que la estrategia del rastreo debe incluir la administración de la prueba molecular o diagnóstica a todos los contactos que se identifiquen, aun cuando no tengan síntomas.

En esos contactos, va a haber gente asintomática, (con) síntomas leves, va a haber de todo; a esos contactos, hay que hacerles la prueba, aunque no tengan síntomas claros”, explicó Reyes. “Si la persona sale positiva, pasa de ser un contacto a un caso, y pasa a un aislamiento”, añadió el líder de epidemiología del “task force”.

Reyes recordó que alrededor de un 80% de las personas que se infecta con el novel coronavirus son pacientes con síntomas leves o asintomáticos.

El epidemiólogo enfatizó en que “la literatura es bastante consistente en que hay de ocho a diez personas sin detectar” por cada caso positivo. En ese sentido, aun si solo se tomaran en cuenta los 1,241 positivos mediante prueba diagnóstica, el número real de casos a través de la isla sería muchísimo mayor al detectado.

El número total de casos reportados por el Departamento de Salud, hasta ayer, era 3,324, incluyendo los positivos por pruebas serológicas o rápidas. “Tenemos fácilmente de 12,000 a 30,000 personas infectadas en el país”, alertó el epidemiólogo.

Para el presidente del Colegio de Médicos Cirujanos de Puerto Rico, Víctor Ramos, ese rastreo no solo es medular, sino que es importante que se centralice el sistema para evitar que haya diferencias entre el proceso a nivel central y el de los municipios. Destacó que la reapertura, en Estados Unidos, ha generado un alza dramática de casos en 25 estados, particularmente en Illinois, Virginia, Maryland y Washington, D.C.

“Lo importante es mantener un nivel de control con las pruebas y el rastreo”, señaló Ramos.

Reyes, entretanto, hizo un llamado urgente a la ciudadanía para que sea precavida, sobre todo, luego de un primer fin de semana con menos restricciones en el que se reportó una gran cantidad de personas en las playas sin aplicar necesariamente las medidas adecuadas de protección y prevención de contagios.

Se dirigió particularmente a los jóvenes que, aunque están en menor peligro de sufrir una enfermedad severa de COVID-19, no significa que estén menos propensos a un contagio o no tengan la capacidad de contagiar aotros.

Ese peligro aumenta si se toma en cuenta que es posible, por ejemplo, que haya una mayor cantidad de jóvenes en la casa de sus padres o abuelos, durante este período, por diversas razones, como el cierre temporal de los hospedajes universitarios y el aumento del desempleo por efecto de la pandemia.

“Te puedo asegurar que todos esos muchachos que estuvieron en los ríos y los sitios sin mascarilla y sin distanciamiento físico van a llegar a una casa donde hay una abuelita, un abuelito o unos papás mayores de 50 años”, manifestó Reyes.

“Si no te preocupa tu salud, es bien probable que puedas contagiarte, no enfermarte gravemente y llevarlo a tu casa, y matar a tus papás, a tus abuelos”, dijo al dirigirse a los jóvenes.

La prevalencia de enfermedades crónicas preexistentes representa un peligro adicional para las personas mayores de 50 años.

“Después de los 50 años (de edad), en Puerto Rico, la prevalencia de condiciones crónicas, especialmente hipertensión, obesidad y diabetes es superalta, es una de las más altas en la región”, sostuvo.

Reyes explicó que si bien la gobernadora Wanda Vázquez Garced acogió la recomendación de que la apertura por fases fuera cada 21 días, el grupo no había recomendado la apertura de centros comerciales, iglesias y restaurantes con comedores interiores en la segunda fase que inició ayer. La recomendación de los 21 días responde a que una persona infectada puede tardar hasta 14 días en presentar síntomas.

“Queríamos tener la oportunidad de ver cómo se comporta la apertura de los sectores y tener una semana de oportunidad de reaccionar”, indicó.

Reyes aseguró que Salud le proveyó, al grupo médico, una gráfica que refleja la distribución diaria de las 41,701 pruebas moleculares que la agencia informó, el sábado, que se había realizado en la isla, con un 96% de ellas negativas.

El epidemiólogo indicó que, basándose solo en esos datos, el pico de casos habría ocurrido entre finales de marzo y principios de abril, aunque aclaró que “uno quisiera ver más pruebas en el país” para unas estadísticas certeras.

El número de positivos diarios mediante diagnóstico continuó disminuyendo, aunque la cantidad de pruebas realizadas aumentó de manera paulatina, apuntó Reyes. No obstante, dijo que esos datos aún no están depurados, por lo que podrían cambiar. De lo que se observa en la gráfica, Reyes indicó que, durante las últimas semanas de mayo, se refleja una “leve reducción” en la cantidad de pruebas diagnósticas.

“Eso es algo que no puede pasar. Si nosotros queremos estar conscientes y monitoreando lo que está pasando, tenemos que mantener el ritmo, o lo perfecto sería aumentar la cantidad de pruebas PCR (diagnósticas) para que podamos ver cómo se está infectando la gente a partir de la apertura, y ojalá no se infecten”, manifestó.

Otra señal del efecto que pudiera tener la apertura, durante las próximas semanas, será observar el número de fallecimientos por COVID-19, cuyo pico, explicó Reyes, ocurrió el 13 de abril, con seis decesos. El epidemiólogo dijo que “en las últimas dos semanas hemos tenido muchos días en los que no se han reportado muertes”.

En ese sentido, el número de muertes podría ser un indicador si la situación se saliera de control. Además, advirtió que no se puede perder de perspectiva que “nuestro sistema de salud es bien frágil y tiene poca capacidad de manejar esto”.

Sobre los hospitales, mencionó que las hospitalizaciones han subido un poco, particularmente de pacientes no relacionados con COVID-19, pero aún se mantienen bajas.

Según la Asociación de Hospitales, el censo de pacientes hospitalizados se mantiene bajo, aproximadamente de poco más de un 40%.

Sobre ese particular, el presidente del Colegio de Médicos sostuvo que “había que reabrir, porque no había justificación en el número de hospitalizaciones y uso de ventiladores”. “La preocupación es que se sigan los protocolos porque donde no ha sido así ha habido muchísimos problemas”, agregó Ramos.

Respecto a la nueva orden ejecutiva de Vázquez Garced, Ramos dijo que su preocupación principal es la reapertura de las playas ante la dificultad para que se cumpla con lo permitido en estos lugares: ejercicios y actividades solitarias, como surfing, entre otros.

“¿En un sitio abierto, como playas y ríos, quién va a reforzar las leyes allí? Hay que trabajar un protocolo, como en otros lugares, que se han puesto cercas y la gente puede respetar más”, dijo el pediatra.

La periodista Marga Parés Arroyo colaboró en esta historia.