¿Qué sucedió en la semana, eh?
La 'aceptación digital' o cómo pasar del no al ¿por qué no?
by Borja AdsuaraUn viejo chiste de bilbaínos cuenta que se encuentran dos amigos por la calle un domingo y uno le dice al otro: "Epa, Patxi. ¿De dónde vienes?". Y el otro le contesta: "De misa". "¿Y de qué ha hablado el cura en la homilía?". "Del pecado". "¿Y qué es lo que ha dicho?". "Que no es partidario".
Sirva este chiste para ilustrar la posición de algunos sobre la tecnología. Hay gente que es partidaria y gente que no es partidaria. Lo cual no quiere decir que no la use o, más bien, que no se vea obligada a usarla. Pero lo hará ‘arrastrando los pies’ y quejándose todo el rato de los fallos e inconvenientes.
Por eso, tras publicar el artículo de la semana pasada, sobre la adaptación digital, estuve pensando que la clave de la ‘adaptación digital’ es la ‘aceptación digital’. Mucha gente no se ‘adapta’ al entorno digital porque, simplemente, no lo ‘acepta’, se resiste. Si le empujan a la piscina, nada. Pero no lo hace ‘convencido’.
Las fases de un duelo
Dicen que las etapas o fases de un duelo son cinco: 1. Fase de Negación; 2. Fase de Enfado, Indiferencia o Ira; 3. Fase de Negociación, 4. Fase de Dolor Emocional (o depresión); y 5. Fase de Aceptación. Y a partir de esta última es cuando empieza el aprendizaje y el desarrollo personal.
Pues bien, las crisis son como los duelos y en esta crisis algunos siguen en la fase de negación de los cambios y otros están en la fase de ira, negociación o depresión. Hay que pasar cuanto antes a la fase de aceptación y aprendizaje para adaptarnos a la nueva vida. Pero para eso hay que escalar (desde el fondo) y no ‘desescalar’.
Y lo mismo pasa con los cambios de entorno. Un cambio de entorno es una crisis y, como en toda crisis (también en las rupturas sentimentales), se dan las mismas etapas que en un duelo. El aprendizaje digital sólo viene tras la aceptación digital: "Cuando el alumno está preparado, aparece el Maestro".
¿Y ahora qué?
Tras la etapa de confinamiento y de obligatoria -y urgente- transformación digital, en la que hemos tenido que cambiar -de la noche a la mañana- la forma en la que hacíamos las cosas, usando herramientas y plataformas digitales para casi todo, cabe preguntarse qué va a pasar ahora, en la fase de desconfinamiento.
¿Volveremos a hacer las cosas como las hacíamos antes? ¿El impulso que se ha dado -con todos los fallos que conllevan las prisas- al teletrabajo, la administración electrónica, la educación online, la telemedicina o teleasistencia, la justicia digital, se perderá, o permanecerá e, incluso, mejorará?
Es ahora cuando se va a comprobar si, con ocasión de esta crisis, se ha producido una verdadera y profunda aceptación y adaptación digital o si, realmente, no se ha producido un auténtico cambio en la forma de pensar y sólo había, simplemente, una resignación digital, como un mal menor y pasajero.
Motivar es dar motivos
Una frase que le leí hace mucho a Alfonso Alcántara @Yoriento y que me pareció muy buena es: "Motivación no es tener ánimo, es tener motivos". Y Juan Luis Polo utiliza una muy similar: "Si quieres un equipo motivado, empieza por darle motivos". Porque, efectivamente, motivar no es animar, sino dar motivos.
Y para pasar a la fase de aceptación digital y de aprendizaje y adaptación digital, lo que se necesita es eso: tener motivos. No simplemente una necesidad urgente, porque la actividad digital cesará en cuanto pase aquélla, sino unos motivos que se hayan interiorizado y que no sólo sean externos y circunstanciales.
Y esos motivos deben ser suficientemente fuertes como para cambiar de actitud y de forma de pensar, y para empezar a pensar en digital. Motivo viene de ‘movere’ (como también viene ‘motín’) y, por tanto, deben ser razones convincentes para mover no sólo el cuerpo, sino, sobre todo, el ánimo y la mente.
Ser partidario, como punto de partida
Ser partidario de la tecnología no quiere decir hacer todo a partir de ahora en digital, porque lo presencial seguirá siendo una parte muy importante de nuestras vidas y, desde luego, hay que preservar la presencia en muchas cosas y parcelas de ella, tanto en la vida profesional como en la personal.
Para mí la educación presencial es mejor que la formación online y prefiero que me atienda un médico o un abogado presencialmente a que lo hagan telemáticamente. Y, aún mucho más, que me escuche un fiscal y un juez en persona. Pero eso no quiere decir que determinadas tareas o trámites no puedan hacerse digitalmente.
Ser partidario de la tecnología no es obviar los inevitables problemas que, sin duda, va a presentar su uso, sino cambiar el punto de partida y, en vez de poner pegas, pensar soluciones. Ser partidario de la tecnología es aceptar que ya estamos en el entorno digital y aprender para adaptarnos a él. Pasar del no al ¿por qué no?