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Apuntes del Secretario

 Cuando el temido pico de casos de coronavirus se acerca, es natural que los titulares de los últimos días hayan quedado acaparados por las cifras de contagiados y fallecidos en el país, preocupantes pero todavía alejadas de los espeluznantes números que se manejan en el mundo y sin ir más lejos, en el vecino Brasil, que ya es la segunda nación más afectada del planeta por la devastadora afección, detrás de Estados Unidos. Entre esas noticias y el incierto rumbo económico se reparten las principales informaciones que concentran la atención pública. Todo indica que así continuará el panorama durante las próximas semanas, pero subterráneamente hay otra trama que empieza a tejerse, y está directamente relacionada con el ámbito político. Es que nos acercamos a la mitad de este convulsionado 2020 y aunque el detalle escapa a los radares del ciudadano promedio, la clase política tiene muy presente que el próximo será un año electoral. Las elecciones intermedias, con casi todos los cargos ejecutivos resueltos (solo se definirán en 2021 las intendencias de Mutquín y Los Altos), son claves para el armado de los cuerpos legislativos a nivel nacional, provincial y de los concejos deliberantes. Aunque parezca demasiado temprano, el tema ya está instalado en los ámbitos partidarios y son muchos los que se ubicaron en la línea de largada, conscientes de que tienen que estar lo mejor posicionados que puedan para el momento en que empiecen a perfilarse las campañas.

 

 Uno de los polos de atracción será la elección de senadores nacionales, una categoría en la que Catamarca no participó el año pasado –tampoco en 2017-, y en la que le tocará renovar sus tres representaciones. Por el lado del oficialismo, concluyen los mandatos de Inés Blas y Dalmacio Mera. Surgida del riñón corpaccista, la primera de ellas fue en su momento delegada del ministerio de Trabajo de la Nación. Accedió a la banca cuando Lucía renunció al Senado para asumir la gobernación porque ocupaba una suplencia, y luego fue electa directamente. Es al menos improbable que se le conceda otro mandato y su lugar despierta ambiciones en varios dirigentes ansiosos de dar el salto al Parlamento nacional. Dalmacio Mera, por su parte, deberá extremar sus habilidades de negociación para sostenerse, pero parece haber perdido definitivamente sus contactos más fuertes. Quien fuera senador provincial y vicegobernador en el lejano 2011 que marcó el retorno del peronismo al poder, tuvo tantas idas y vueltas con la cúpula del peronismo provincial que prácticamente se aisló solo. Sus últimas grandes apuestas salieron mal, y quedó huérfano de padrinazgos cuando se desmoronó la figura de su primo Juan Manuel Urtubey, hoy radicado en España y alejado de la escena política. Es casi una certeza que si Mera se reinventa para seguir en carrera, no será desde la banca de senador que ocupa ahora. Una probabilidad es que pida, vaya a saber con qué argumentos, una banca de diputado provincial o de concejal, lo que dependerá de los jefes partidarios, Raúl Jalil y Lucía Corpacci. 

 

 Todavía más interesante se vislumbra la batalla en la oposición, donde quien cumple su mandato es el sempiterno Oscar Castillo, quien completará 18 años como senador. Así como se conoce su improductividad en el cargo, debe aceptarse su habilidad para negociar, lo cual impide descartar una reelección que lo catapulte al récord de superar las dos décadas en el Senado. Pero la acumulación de derrotas aplastantes como cerebro de la oposición en Catamarca, su cuestionadísimo liderazgo en el radicalismo y el hartazgo inocultable que su figura despierta puertas adentro y afuera de los comités (toda encuesta lo marca con imagen negativa en niveles del 60 al 70 por ciento), son promesa de que esta vez encontrará resistencia para perpetuarse. Entre los diputados nacionales, en tanto, las tres bancas que quedarán vacías son las del veterano exgobernador Eduardo Brizuela del Moral, la de Silvana Ginocchio, y la del extitular del IPV, Dante López Rodríguez; que si bien asumió este año sólo lo hizo en calidad de suplente para completar el mandato de Gustavo Saadi, quien se retiró del Congreso para asumir la intendencia capitalina.

 

 A nivel provincial, la renovación legislativa promete batallas apasionantes, porque tanto en el oficialismo como en la oposición se terminan los mandatos de varios “pesos pesados”, y una banca es siempre un espacio apetecible para el arco dirigencial, incluyendo aspirantes que llegan de otras experiencias como funcionarios, de intendencias y del ala sindical, más alguna cara nueva que siempre se busca para refrescar la lista. El año próximo terminan su mandato en el peronismo elexministro de Hacienda Ricardo Aredes; el hijo del fiscal de Estado, Juan Denett; la presidenta del Partido Intransigente, Adriana Díaz; el exsubsecretario de Asuntos Municipales, Daniel Lavatelli; el exlegislador nacional Isauro Molina; el exsubsecretario de Obras Públicas y administrador de Catastro, Marcelo Murúa; el sindicalista gastronómico, Juan Carlos Rojas; la exintendenta de Valle Viejo, Natalia Soria; el hijo del ministro de Gobierno y actual titular de Desarrollo Social, Maximiliano Rivera; la médica y exdirectora del Hospital de Niños, Mónica Zalazar y el exsubsecretario de Hacienda y secretario de Ambiente, Armando Zavaleta. También el exintendente tinogasteño Hugo “Grillo” Ávila, antes oficialista y ácido opositor desde que resignó el control de Tinogasta a manos de Sebastián Nóblega. Y por la oposición se despiden Enrique Cesarini, presidente del alicaído PRO; los veteranísimos Marita Colombo y el lapaceño Víctor Luna, Genaro Contreras, el ascendente Francisco Monti, Carlos Marsilli, el brizuelista Rubén Herrera y la jalilista Alejandra Pons. Una veintena de bancas quedarán disponibles, muchos aspiran a la reelección y aunque las definiciones llegarán dentro de algunos meses, es un hecho que la “rosca” ya comenzó.

 

 La rentrée de Nicolás “Nico” Verón a los primeros planos de la política, dispuesta por el ministro Jorge Moreno con el aval del gobernador, fue la clásica “crónica anunciada”. Nadie puede asombrarse de que haya sido nombrado en la Secretaría del Interior, en lugar de Néstor “Chicho” Tomassi, cuando forma parte de la vanguardia de la llamada Renovación peronista, el sector que, en términos de organización, tiene al ministro como punta de lanza. Por cierto, en el mundillo de la política catamarqueña, el hecho fue calificado como una movida interna que puede tener prolongaciones en el futuro cercano. Según se dice, especialmente cuando aflojen totalmente las restricciones por la pandemia, sobrevendrán otras variantes con peso específico propio.

 

 El cruce de acusaciones entre los fiscales federales, Santos Reynoso y Rafael Vehils Ruiz, se convirtió en el culebrón del otoño y, como ya lo dijimos, promete nuevas instancias de morbosidad. Ambos podrían recibir muy malas noticias en la semana o las que vienen. Vehils Ruiz podría ver cómo se consolida el procesamiento de su hijo, acusado de violar la cuarentena y haberse valido de maniobras para superar reglamentaciones estrictas que, sin distinciones, valían para todos los ciudadanos. Las picardías o tráfico de influencias, como se sabe, le valieron la imputación de Santos Reynoso quien, a su vez, podría ser procesado por otro andarivel de irregularidad que valora el juez Contreras. El exfuncionario peronista –llegó al cargo por acciones políticas del exgobernador Ramón Saadi- fue acusado de “coimero” y de tener tratativas non sanctas con el submundo de la droga, lo que llevó al fiscal Vehils a pedir que sea llamado a declarar. Los papeles que están sobre la mesa de Contreras, conforme lo dan cuenta fuentes confiables, apuntarían a dos procesamientos. En el caso del chico Vehils ya existen antecedentes locales y nacionales. El juez procesó por el mismo tema, aunque haya habido motivos diferentes, al intendente de Recreo y, en el Chaco, imputaron a las dos mujeres que iniciaron los contagios. En cuanto a Reynoso, para desgracia suya, todos los testimonios tienen la misma dirección. Aparte, incumplió con la promesa de “denunciar inmediatamente” al abogado que lo puso contra las cuerdas, lo cual es un indicio de la falta de argumentos.

 Fue imputado por la Justicia de Catamarca por lanzar comentarios temerarios sobre el coronavirus. Le advirtieron, al momento de la notificación en la ciudad de Andalgalá, que maniobras de esta naturaleza lo pueden llevar a prisión. Sin embargo, el mercenario comunicador de las redes sociales –espacio donde nadie se hace responsable de nada- parece no acobardar y ha reaparecido estos días con comentarios que, claramente, responden a maniobras políticas de quienes las pagan. Algunos nos aluden y pretenden castigarnos por nuestra irreductibles posiciones editoriales que, entre otras cosas, dejan de lado cualquier censura u obturación de la libertad de expresión. Por lo pronto decimos que conocemos la maniobra y sabemos quiénes, cómo y por qué las impulsan los que juegan con planes divisionistas.

 

RECUERDOS. Como lo hacemos siempre, el final incluye comentarios sobre acontecimientos del pasado cercano.
El 6 de marzo de 1995, el gobierno del Frente Cívico y Social inauguraba el puente sobre el Río Santa Cruz y un tramo de la ruta 33. Lo hacía a través de un préstamo que había otorgado el Banco Hipotecario Nacional, que dijo presente a través de la presencia de su vicepresidente segundo, Rodolfo Chaín. Fue una obra importante del castillismo.

El Esquiú.com