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Jordan Goudreau, Airan Berry y Luke Denman, estadounidenses profesionales de SilverCorp, nvolucrados en la fallida incursión contra Venezuela. Foto: EFE

La jugada imperfecta

Casi nadie duda que los guiones de la incursión a Venezuela y el atentado terrorista contra la embajada cubana en Washington fueron elaborados por el mismo escritor

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Casi nadie duda que los guiones de la incursión a Venezuela y el atentado terrorista contra la embajada cubana en Washington fueron elaborados por el mismo escritor. La puesta en escena, al estilo de un filme de acción realizado en Hollywood, movería a guasa si no fuera por la gravedad de las posibles consecuencias de acciones de ese tipo.

Creer que el mundo es un estudio de cine, más la catadura mercenaria de los participantes en ambos sucesos terroristas, y la subvaloración de los agredidos, condujo al guionista al sonoro descalabro.

En la invasión mercenaria a Venezuela, los argumentos esgrimidos por el gobierno de ee. uu.  –si se les puede llamar de ese modo– se resisten a ser creíbles, dados los antecedentes históricos de la política y la conducta actual de esa administración, con respecto a la tierra de Bolívar.

Con agresiones mercenarias se produjo el derrocamiento del presidente Jacobo Arbenz en Guatemala, en 1954, y la invasión por Playa Girón, en 1961; con el mismo pretexto de capturar a un narcotraficante se invadió a Panamá, en 1991.

Casi a diario se descubren nuevos hilos de la trama, y se capturan mercenarios escondidos en la selva, exmiembros de las fuerzas especiales yanquis vestidos al estilo de Rambo, mezclados con narcotraficantes y paramilitares colombianos; aventureros y desertores a la usanza de los tiempos del filibustero William Walker.

Los grupos que se entrenan en las selvas colombianas son los mismos que asesinan líderes sociales y exguerrilleros de las farc-ep, los que siembran el terror a ambos lados de la frontera colombo-venezolana y están listos para cumplir cualquier tarea que el gobierno de Washington les solicite y pague bien, por supuesto.

El asesino solitario, desequilibrado, tiene como antecedente el asesinato de  john f. kennedy; demasiadas coincidencias en un momento en el cual la retórica de hostilidad y promoción de la violencia ha aumentado contra Cuba y Venezuela.

Además, el escenario es más volátil aún, pues la extrema derecha en Estados Unidos aspira a posesionarse de la presidencia por un segundo periodo, a pesar de los problemas del presidente Trump con la presente pandemia del coronavirus, con los fracasos de su política contra Irán, Afganistán, Irak y Siria, y la cercanía de un proceso de recesión en la economía, peor que el  ocurrido en 2008.  

Hay que denunciar estas acciones y otras que puedan sobrevenir, resultado de una política que estimula ataques de naturaleza terrorista, que propician acciones violentas contra nuestras embajadas y colaboradores cubanos, como sucedió en Bolivia; una estrategia de gobierno que permite abiertamente el hostigamiento desde Miami, utilizando las redes sociales para alentar el magnicidio de dirigentes, así como estimular todo tipo de calumnias y mentiras.

Retomemos el pensamiento premonitorio de Fidel, cuando en 1988, en el iii Encuentro Continental de Mujeres decía: «Y mal anda un imperio cuando su arma más poderosa, la mentira, comienza a fallarle, cuando su instrumento más poderoso, cuando su garra más hiriente, que es la mentira, empieza a ser inofensiva, empieza a ser ineficaz, empieza a ser inútil, porque, al fin y al cabo, nos estamos vacunando».     

Y si la vacuna contra el sida o la covid-19 no ha aparecido todavía, la que inmuniza contra la mentira imperialista ha empezado a aparecer en el corazón, la conciencia y la inteligencia de los pueblos de América Latina.