COVID-19, ¿dónde estamos, a dónde vamos?
by Hernán SandovalEl Instituto Pasteur de Francia acaba de publicar un estudio de la circulación del virus en ese país (Estimating the burden of SARS- CoV-2 in France, Science, 13 de mayo de 2020). Concluyen que al 11 de mayo, fin de la cuarentena, entre el 3% al 7% de la población del país habría sido contagiada por el virus de la COVID-19, entre 2.013.000 y 4.697.000 de personas contagiadas.
En esa fecha había 170.000 casos con diagnóstico de la enfermedad, es decir, la relación entre los casos confirmados y los estimados sería de 11,84 veces para el 3% y de 27,62 para el 7% de la población. Se encontraron importantes diferencias regionales, relacionadas con la densidad poblacional. En la región de París la proporción de contagiados sería superior al 10%, mientras que en zonas rurales solo de un 3%. El estudio señala que la cuarentena total fue eficaz en Francia, porque el número de personas contagiadas por caso (R0) cayó de 2,9% a su inicio, a solo 0,67% al final.
Un estudio del 14 de mayo del Instituto de Salud Pública Carlos III de España, que se hizo con medición de los anticuerpos en la población (IgM-IgG), concluye que un 5% de la población se contagió con el SARS-CoV-2, con grandes diferencias regionales, siendo más elevadas las cifras en las regiones de mayor densidad poblacional, con variaciones de 2% al 14%. En más del 90% de los casos, la infección fue inadvertida por el sistema de salud. En ambos estudios se señala que la proporción de la población contagiada está muy lejos del 66% que podrían producir una inmunidad colectiva, que pudiera frenar la expansión de la enfermedad y advierten sobre la necesidad de mantener medidas para prevenir rebrotes de la pandemia.
Si aceptamos la metodología usada por entidades tan prestigiosas y aplicamos sus conclusiones a nuestro país, habida cuenta de las diferencias socioeconómicas, culturales y demográficas entre esos países y el nuestro, podemos estimar qué impacto tendría aplicar las mismas proyecciones a nuestra población. Además, habiendo realizado cuarentenas –dinámicas, parciales y sectorizadas– de longitud semejante, tenemos que para los 19.107.216 de habitantes de Chile (INE 2020), en la estimación de un 5% de la población, habría 955.360 personas que habrían adquirido el contagio. Al 24 de mayo, con 69.102 casos declarados con COVID-19, la relación sería de 13,8 veces de casos proyectados, respecto de los declarados.
Atribuyen a Ho Chi Minh, líder vietnamita, la frase “cualquier situación, por mala que sea, es susceptible de empeorar”. En relación con la pandemia, estamos en un momento en que todo indica que va a empeorar y que es preciso reforzar las medidas de distanciamiento social y cuarentena, además de reforzar la capacidad de asistir a un mayor número de enfermos graves, que es la máxima prioridad para el Gobierno y donde se han registrado importantes avances. La cuarentena estricta es la mejor forma de salvar vidas, por su eficacia y no solo por ahorrar sufrimientos, sino también por ahorrar muertes.
El 24 de mayo, El Mercurio publicó resultados preliminares y parciales de un estudio de prevalencia de anticuerpos de COVID-19 en algunas comunas de la Región Metropolitana, realizado por la Universidad del Desarrollo. La prevalencia en ese conjunto sería 7,6 veces lo declarado de portadores de la enfermedad. La proyección de esa cifra al conjunto de la RM nos señala que habría 414.534 casos en ella.
Cualquiera sea la proyección que realicemos, encontraremos que el número de casos reales en la sociedad es significativamente superior a lo declarado y ello es así en todos los países en que se han hecho estimaciones de contagiados, con distintas metodologías. Desde luego que los cálculos que aquí mostramos son especulativos, a partir de realidades diferentes a la nuestra y, en el caso de la Región Metropolitana, de resultados parciales y escasos, sin embargo, recogen una experiencia que, con algunas diferencias, se está produciendo en Chile. Con más de 70.000 personas diagnosticadas con la COVID 19 en Chile y con, por lo menos, más de 500.000 casos de contagiados, lo más probable es que el número de enfermos que requieran cuidados intensivos aumente, porque todo indica que la tasa de contagios se mantiene alta.
En realidad, cualquier avance en dirección al fin de la cuarentena total es solo una expresión de voluntarismo, que en este caso no ayuda, porque lo único que se ha demostrado eficaz en disminuir la tasa de contagio y la presión sobre los servicios asistenciales, es el confinamiento total. La experiencia de Corea del Sur, exitosa en ese país, no rindió frutos en el nuestro, al ser implementada parcialmente, como lo señalé en una columna anterior en El Mostrador, el 7 de mayo. Además, con el 5% de la población contagiada se está muy lejos de alcanzar la inmunidad colectiva, que en la práctica se alcanzaría al contar con una vacuna eficaz y siempre que la inmunidad sea efectiva en evitar recaídas.
Atribuyen a Ho Chi Minh, líder vietnamita, la frase “cualquier situación, por mala que sea, es susceptible de empeorar”. En relación con la pandemia, estamos en un momento que todo indica que va a empeorar y que es preciso reforzar las medidas de distanciamiento social y cuarentena, además de reforzar la capacidad de asistir a un mayor número de enfermos graves, que es la máxima prioridad para el Gobierno y donde se han registrado importantes avances. La cuarentena estricta es la mejor forma de salvar vidas, por su eficacia y no solo por ahorrar sufrimientos, sino también por ahorrar muertes.
Para obtener cuarentenas eficaces hay que insistir en el distanciamiento social, que se cumple parcialmente, y en el aislamiento, para lo cual se está ampliando el número de albergues sanitarios. También es preciso generar las condiciones del cumplimiento de las cuarentenas, asistiendo a las familias empobrecidas por la cesantía en su sustento cotidiano, para evitar que rompan el aislamiento.
La mirada curativa es imperativa por la avalancha de enfermos que nos amenaza, pero la mirada preventiva es ¡indispensable!, porque ella nos permitirá crear las condiciones para enfrentar la pandemia en el mediano y largo plazo, que es lo que prevemos, porque antes de disponer de la vacuna pasará más de un año y medio y, hasta entonces, sufriremos de múltiples rebrotes.
- El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.