Aislaron por coronavirus a un popular barrio de Buenos Aires
Villa Azul, un barrio popular en la periferia de Buenos Aires y foco de contagio de covid 19, se convirtió este lunes en el primer asentamiento informal en ser aislado por las autoridades que intentan frenar la propagación del coronavirus en Argentina.
“Hoy se considera contacto estrecho a todo el barrio, por lo que el barrio quedó cercado por las fuerzas de seguridad. Nadie puede salir salvo criterio sanitario. El Estado busca dar toda la contención posible”, explicó a la AFP una fuente del gobierno de la provincia de Buenos Aires.
A 17 km al sur de Buenos Aires, en el barrio de unos 3.000 habitantes sobre estrechas calles de tierra y viviendas muy precarias, se confirmaron 84 casos de covid-19 mientras otros 100 están en estudio, informó el gobierno provincial.
En cada arteria fueron colocadas vallas para evitar la salida y entrada de vecinos por los próximos 15 días, abarcando un perímetro de unas 12 hectáreas.
Se trata de evitar que el coronavirus cruce la autopista y entre en la vecina Villa Itatí, donde se hacinan otras 16.000 personas.
Villa Azul, entre las localidades de Avellaneda y Quilmes, es uno de los 1.800 barrios vulnerables y asentamientos con casi ningún servicio público que albergan más de 3 millones de personas en la periferia de Buenos Aires.
A esta población se suman otras 350.000 personas que viven en villas de emergencia dentro de la capital argentina, donde en las últimas dos semanas, se desencadenó una ola de contagios que ya afecta a 2.593 personas, casi la mitad de todos los infectados en la ciudad.
Entre la capital y la provincia de Buenos Aires concentran el 80% de los 12.615 contagios en el país, de los cuales 467 fallecieron y 3.999 se recuperaron.
– Contener el foco –
“Lo principal es contener el foco epidemiológico. Es muy complicado, es algo incómodo para los vecinos y es entendible la angustia por no saber cómo esto va a evolucionar. Lo importante es llevar tranquilidad”, declaró el ministro de Seguridad bonaerense, Sergio Berni, a cargo del operativo en Villa Azul, organizado en tres turnos de 100 agentes cada uno.
Las autoridades aseguran que entregarán alimentos, medicamentos y elementos de limpieza, desinfección e higiene personal a todos los vecinos pero muchos aún no lo saben o desconfían.
“Hasta la semana pasada trabajé, pero ahora no somos dueños de salir, me da una sensación que estamos presos. Tengo un poco de plata ahorrada pero si no puedo salir a comprar no sé qué voy a comer”, sostiene José Sequeira, que arregla chapas de autos, de 63 años.
Darío Anso, de 24 y que por el aislamiento no puede visitar a su beba prematura internada, dice tener “impotencia por no poder salir del barrio, ni siquiera para ir al supermercado a tres cuadras”.
Anso admite haber participado en unos campeonatos de fútbol organizados en “la canchita”, al fondo de la villa que, según él, es “el único entretenimiento durante la cuarentena y antes también”. Muchos vecinos aseguran que fue ahí donde empezó el foco del nuevo coronavirus.
“En la canchita jugaban todo el día a la pelota. Toman bebidas, comparten y después pasa esto. Partidos de varones y de mujeres, hasta la madrugada. Este aislamiento es la única manera”, afirma Marcos Motta, un albañil de 64 años que asegura que la mayoría de los contagiados son jóvenes.
– Sin experiencia mundial –
Estos barrios marginales, donde el aislamiento social casa por casa es impracticable por el hacinamiento, se han convertido en el centro máximo de atención del gobierno del presidente Alberto Fernández, que declaró la cuarentena el 20 de marzo y el sábado la prolongó hasta el 7 de junio.
El mandatario advirtió que “no hay antecedentes [de cómo abordar el tema en las villas] porque en Europa y Estados Unidos no existen barrios populares tal como existen en la Argentina o en América Latina”.
El freno de la actividad por la cuarentena le dio un duro golpe a una incipiente recuperación de la economía argentina tras dos años de recesión. Fernández asumió en diciembre en un país con 35% de pobreza, índice que ascendía a 40,5% en la periferia de Buenos Aires, y afecta a más de la mitad de los niños.
AFP