Jugar con la vida no es cosa de juego

¿Será que no está bien aprendida la lección de lo ocurrido en Liverpool? ¿Existirá conciencia del valor de la vida?

¿Cuánto vale la vida de un ser humano? Cualquier intento por ponerle precio pecaría de insuficiente e inmoral.

Nos invaden la tristeza y la irritación al ver cómo el afán de lucro de unos pocos sirve de lanza para exacerbar el fanatismo en los simpatizantes de un deporte, al punto de desconocer escenarios que ponen en peligro la existencia de muchos. No tiene sentido lamentar, a posteriori, una tragedia evitable tan solo con que, quienes tienen poder de decisión, alcen la voz para impedir un error.

Un estudio realizado por Edge Health, institución que analiza los datos del Servicio Nacional de Salud británico, publicado por el periódico Sunday Times de esa nación europea, concluyó que el partido de fútbol entre el elenco local Liverpool y el Atlético de Madrid, jugado el pasado 11 de marzo, propició el contagio con la COVID-19 y la muerte de 41 personas.

«Dejar jugar aquel encuentro fue un error», dijo José Luis Martínez-Almeida Navasqüés, alcalde madrileño estrenado en junio de 2019. También se lamentó Joe Anderson, con igual responsabilidad en Liverpool, a donde concurrieron 3 000 simpatizantes del conjunto ibérico. Dos días después, España declaraba el estado de alarma, por lo que las apreciaciones de quienes se opusieron a que aquel desafío tuviera lugar, estaban bien fundamentadas.

Leo en un despacho de Prensa Latina que otro alto funcionario gubernamental, Andrew Cuomo, gobernador de Nueva York, autorizó, a partir del pasado domingo, los entrenamientos de todas las ligas de deportes profesionales: béisbol, baloncesto, hockey y fútbol americano, además de las prácticas de las asociaciones de tenis y golf.

«¡Hacedlo, hacedlo! Que funcione la economía», dijo Cuomo en una rueda de prensa, en tanto también fue aprobada la entrada al país de deportistas profesionales extranjeros, lo que estaba vetado por la pandemia. «Es una vuelta a la normalidad», agregó, mientras su ciudad este lunes sobrepasó el millón y medio de contagiados y ascendieron a 95 863 los muertos, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Donald Trump presiona a los gobernadores de los estados para que abran paso a la reanimación de la economía, a cualquier precio. Sabe que su deficiente respuesta a la pandemia, con el ascendente número de fallecidos, junto a la cifra también en aumento de desempleados, le han hecho perder terreno ante el demócrata Joe Biden en su carrera por reelegirse como inquilino de la Casa Blanca.

¿Será que no está bien aprendida la lección de lo ocurrido en Liverpool? ¿Existirá conciencia del valor de la vida?