Emergencia económica
Recuperación verde para la nueva prosperidad
by Ignacio S. GalánUna vez controlada la propagación de la enfermedad, el reinicio de la activi-dad se presenta como la receta imprescindible para paliar los efectos del coronavirus sobre la economía y el empleo. Las instituciones europeas y los gobiernos están trabajando ya en estrategias que permitan una reconstrucción económica rápida, eficaz, sostenida e inclusiva. Para lograrlo, debemos superar dicotomías como la que contrapone a empresas y personas.
Las empresas –grandes, medianas o pequeñas– son las mayores generadoras de empleo, y por tanto apoyarlas con planes racionales, que primen la inversión sobre un gasto improductivo, es apoyar el bienestar de la población. Si las empresas mueren, no se podrán crear los puestos de trabajo que la sociedad demanda.
La crisis está golpeando de manera desigual a los distintos sectores. Por ello, en línea con el Plan 3R, puesto en marcha hace más de 30 años en plena reconversión industrial del País Vasco, es fundamental identificar aquellas actividades que pueden seguir creciendo y ejerciendo un efecto tractor
sobre el empleo sin añadir
presión sobre las finanzas públicas.
Son muchos los informes que indican el gran efecto multiplicador de las políticas de estímulo ligadas a la transición energética. Así lo ha reconocido también la Comisión al alinear las políticas de reconstrucción con los objetivos del Pacto Verde Europeo.
El Gobierno español ya ha aprobado el anteproyecto de ley de Cambio Climático, que fija la senda hacia la neutralidad climática en el 2050, y ha remitido a Bruselas el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima, que, gracias a inversiones de 240.000 millones de euros, estima la creación de hasta 350.000 empleos netos para el 2030. Seamos audaces y aceleremos su implementación para crear empleo masivo y de futuro desde hoy.
Pero esta oportunidad única solo se podrá materializar con más empresas capaces de llevar a cabo las inversiones. Para ello, resulta imprescindible generar un entorno atractivo y un marco jurídico estable y predecible. Dado que los países de nuestro entorno se están viendo igualmente impactados
por las consecuencias económicas y sociales de la Covid-19, es esperable que en todos ellos se busquen soluciones similares, generándose así una gran competencia por los recursos financieros. Un marco legislativo y regulatorio atractivo se convierte así en la mejor garantía para que la inversión fluya en nuestro país, y con ello
que seamos los ganadores del futuro.
Un futuro que debe venir cargado de esperanza para esos jóvenes a los que vamos a transmitir una hipoteca en forma de deuda pública provocada por la crisis. Apliquemos los fondos de modo eficiente y les dejaremos también como legado una sociedad mejor, más solidaria, más próspera, más saludable y más innovadora.
En Iberdrola creemos en una combinación equilibrada de los intereses de accionistas, empleados y la sociedad en general. La aceleración de nuestras inversiones, que este año alcanzarán por primera vez los 10.000 millones de euros, supondrá contratar a cerca de 5.000 nuevos profesionales en el 2020. Y dará confianza a miles de empresas, muchas de ellas medianas y pequeñas, a las que hemos adelantado pedidos para sostener los 400.000 empleos que genera nuestra actividad. Mantenemos además nuestra política de dividendos, que supone un ingreso sostenido para los 600.000 accionistas de la compañía, muchos de ellos pensionistas.
La hora de la “nueva normalidad” tiene que ser también la hora de un nuevo modelo económico más sostenible, más equitativo y más inclusivo, para que nadie quede atrás. La recuperación verde es una gran oportunidad no ya para pilotar una época de cambios, sino para acometer un verdadero cambio de época.