¿Cómo y con quién?
by Miquel Roca JunyentCómo vamos a salir de esto es, seguramente, la pregunta que mucha gente se formula en este momento. Es una pregunta que se hace en relación con vertientes muy diferentes de un mismo problema. El post-Covid-19 se nos presenta lleno de incertidumbres; muchos modelos y valores de referencia han entrado en crisis. Todo junto está en un proceso de revisión que nadie sabe demasiado bien hacia dónde nos conducirá y, sobre todo, cómo se acabará. Pero, posiblemente, el escenario más preocupante y aquel que, en todo caso, condiciona en buena parte todos los demás es el político. Dónde estamos y hacia dónde vamos. Esta es la cuestión.
Lo que es evidente es que, para afrontar todos los problemas que nos vienen encima, sería necesaria una mayoría parlamentaria estable, que pudiera poner la vista en un horizonte de larga duración. Para ser claros: mejor dos legislaturas que una sola. Sobrevivir a corto plazo no tiene ninguna posibilidad de gestionar la crisis ni con eficacia ni con solvencia. El golpe ha sido muy fuerte y nos obliga a pensar en largos plazos para digerir todo lo que la Covid-19 nos deja, de momento, como legado. Y la pregunta, obviamente, es si realmente vemos con perspectiva una mayoría coherente y estable. Para nosotros y para Europa, porque los que nos dejan dinero quieren saber si lo devolveremos o si nos lo regalan, quieren saber si sabremos sacar provecho de ello.
Una mayoría estable parece un deseo poco fundamentado. Cada semana aparecen composiciones diferentes y, a veces, muy contradictorias. Y no parece que a algunas fuerzas políticas les preocupe nada la estabilidad. Ahora ni la predican; es más, se dejan arrastrar por todo tipo de estrategias disgregadoras de radical confrontación, más entusiasmados por sacar provecho del malestar social que por ponerle remedio. La estabilidad no parece dominar el juego político; al contrario. Así pues, ¿cómo vamos a salir de esto? Y
¿con quién se puede intentar conseguirlo?
¿Mayorías estables? Quizás no, pero pactos de larga duración sobre aspectos fundamentales del diseño del mundo económico y social ¿serían posibles? Parece que no se podría contar o no se debería contar con posiciones extremas. No quieren acuerdos o el coste de lo que pudieran aceptar sería demasiado caro. Pero los demás no deberían, en principio, rechazar la posibilidad. La negativa también tiene un coste para ellos. Será necesario, quizás, que la propuesta sea transparentemente presentada y con margen suficiente de ajuste para llegar a un final positivo. Difícil, pero tan necesario que no se puede no intentarlo.
Ha de convertirse en imposible decir que no. Imposible no proponerlo. Imposible negarse. Pero todo el mundo ha de saber que en este proceso alguna cosa se dejará. No todo saldrá como se desearía, pero el acuerdo en sí mismo convalida y consolida su contenido. Nos jugamos mucho; incluso demasiado. Ni los profetas del desastre podrían aprovecharse de ello. Vale más un pacto de larga duración que administrar para siempre un desastre de proyección indefinida. Ya lo hemos vivido y sabemos el precio que nos ha tocado pagar. La historia también debería servir para tomar ejemplo de lo que no hay que hacer.
La situación ya bordea el post-Covid-19, pero los discursos son como los de antes. Son anticuados, anacrónicos, poco digitales . ¿Tanto cuesta reaccionar? ¿No hay posibilidad de llegar a un –¡solo uno!– gran acuerdo?