Sólo seis positivos de COVID-19 en Cuba

La isla no registró muertes hoy y el pico sigue en bajada

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El gobierno cubano, que controla todos los medios masivos nacionales, ha montado un despliegue informativo especial para manejar la pandemia. (AP)

La Habana, Cuba - Las autoridades sanitarias cubanas reportaron este lunes sólo seis positivos al COVID-19 en Cuba, sin fallecimientos, una tendencia en la contención de la enfermedad que se ha sostenido por más de dos semanas, lo que ha llevado a pensar a la dirección del país que la isla está en posición de darle el golpe de gracia a la pandemia a corto plazo.

El logro cubano se ha conseguido por una estrategia centralizada que, si bien ha tenido sus fallas -como el fracaso en controlar completamente el movimiento de personas en La Habana o garantizar los suministros de alimentación o aseo a toda la población-, lo cierto es que hoy Cuba reporta a diario más altas que contagios y sólo mantiene 159 casos activos de los 1,947 positivos acumulados registrados en la isla desde el pasado 11 de marzo, cuando se hizo público el primer caso.

Los números actuales de Cuba, que incluyen 82 muertes (sólo cinco en los pasados 15 días), mantienen al país en un escenario favorable y por debajo de los estimados oficiales, que en su momento proyectaron que para mediados de mayo el pico de la enfermedad hubiese tenido sobre 4,000 positivos activos al mismo tiempo.

Ese pico se dio mucho antes de lo esperado y con cifras por debajo de los mejores escenarios esperados por la isla, pues el 24 de abril se registraron 847 casos activos al mismo tiempo, la cifra más alta que ha tenido la isla.

Desde entonces, ese número no ha hecho otra cosas que reducirse, tanto que hoy se mantienen 159 casos activos, cinco en estado de gravedad y ninguno crítico. Mientras, 455 personas están en vigilancia clínica por ser sospechosas de haberse expuesto al virus de forma directa y otras 1,996 son seguidas por los médicos primarios en las comunidades por ser contactos secundarios de posibles positivos.

Todo ese escenario se basa en las estadísticas oficiales exclusivamente, las cuales son avaladas por la Organización Panamericana de la Salud. El hecho de que ninguna entidad independiente pueda validarlas de manera primaria y el manejo ineficiente de casos previos, como ocurrió en la pasada epidemia de zika, han provocado suspicacias entre sectores opuestos al gobierno cubano, como los llamados disidentes en la isla o grupos de la extrema derecha en el exilio.

Pero lo cierto es que en Cuba el mayor medio de comunicación masiva es la gente, que, a través de un intrincado sistema informal de flujo de información, se entera y lo cuenta todo, lo cual usualmente acaba dando tumbos en las redes sociales.

Ese fue el caso, por ejemplo, del serio brote de zika que afectó al país hace alrededor de tres años. Por semanas Cuba contuvola enfermedad, pero el flagelo llegó inevitablemente a la isla y comenzó a propagarse, logrando que los hospitales se abarrotaran de contagiados y cada familia en la isla reportara casos propios o de personas muy cercanas. Nunca se supo las estadísticas finales de ese brote, pero organismos externos aseguran que fueron miles de contagios.

Cuando el brote de zika, por ejemplo, si una persona cercana se enfermaba, la información entre familiares y vecinos corría como la pólvora. Dado que fue una infección generalizada, era muy normal que a diario los familiares o vecinos conocieran de nuevos casos.

Con el COVID-19, esa no ha sido la realidad, pues no hay el ruido habitual que crea el vox populi en las calles cubanas cuando situaciones extraordinarias afectan al país.

Para los cubanos, ese silencio comunitario es el mayor indicio de que se puede confiar plenamente en lo que dice el gobierno cubano.

“En Cuba uno sabe cuándo las cosas están en candela bien fácil, porque si esto estuviera malo, algún familiar mío, de algún amigo, de algún vecino, se hubiera enfermado a diario y se hubiera sabido rápido, pero yo no conozco a nadie que se haya enfermado ni he visto los hospitales explotando, eso me deja tranquila”, dijo a El Nuevo Día Brenda María Cabrera, una vecina del barrio capitalino de Vedado que hacía una cola para comprar pan.

“Creo que el gobierno ha aprendido a no inventar y decir la verdad, porque el pueblo siempre acaba enterándose de las cosas, y ahora con el internet en los móviles, más todavía”, agregó.

El bloguero independiente y opositor gubernamental Maykel González Vivero, quien también es un activista a favor de los derechos de los gays, afirmó que “el protocolo de tratamiento en Cuba es eficiente”, en un raro respaldo a la estrategia gubernamental.

El gobierno cubano, que controla todos los medios masivos nacionales, ha montado un despliegue informativo especial para manejar la pandemia.

Todos los días en la mañana el doctor Francisco Durán García, jefe de Epidemiología del Ministerio de Salud Pública (Minsap), realiza una rueda de prensa en la cual ofrece las estadísticas de la pandemia a nivel global y en Cuba, además de responder preguntas específicas de la prensa o de ciudadanos, lo cual lo ha convertido en toda una personalidad.

El popular programa Mesa Redonda, de la Televisión Cubana, está dedicado completamente a la temática de la emergencia y a diario recibe a ministros e importantes figuras gubernamentales que visitan la emisión para responder a quejas o preocupaciones de la población.

Los noticiarios colocan como nota destacada las reuniones diarias del comité especial para el manejo de la pandemia que dirige el presidente Miguel Díaz-Canel y han preparado ediciones especiales que se proyectan en distintos horariospara dar información de la emergencia.

Los periódicos y otros medios electrónicos usan sus plataformas digitales para mantener informada a la población. Hasta un panel de datos en vivo ha sido publicado en internet.

Hoy, los reportes colocan a la pandemia en su punto más bajo desde que dio inició en marzo y el presidente Díaz-Canel reclamó que Cuba ha logrado importantes avances en la lucha contra la COVID-19, como registrar más altas que positivos y reducir considerablemente el número de casos graves o las muertes, por lo que llamó a darle “el golpe final a la pandemia”.

Todo eso sin que se baje la guardia, porque los especialistas cubanos tienen claro que “camarón que se duerme, se lo lleva la corriente”.

“Con las 15 nuevas altas de hoy, ya en Cuba suman 1,704 las personas que se han recuperado de la COVID-19, pero hay que seguir cumpliendo las medidas de autocuidado para evitar una nueva oleada del virus”, señaló Durán García.

El logro en el manejo de la COVID-19, sin embargo, se ha visto opacado por la falta de alimentos y productos de aseo en las góndolas de las tiendas estatales. La población se mantiene haciendo largas colas para conseguir algo de comida, mientras las plataformas digitales para adquirir productos han colapsado.

Tampoco ha logrado impedir focos de contagios masivos repentinos, como el ocurrido en la tienda estatal La Época, que infectó sobre 15 personas, o incidentes en lugares de alta densidad poblacional, como el registrado hoy en el municipio capitalino de Playa, que ha dejado sobre 20 personas como sospechosas de estar positivas.

La Habana se ha convertido en un verdadero dolor de cabeza y es común, aunque no masivo, ver personas pululando en las calles o reunidas en las aceras jugando dominó y tomando ron, lo cual es condenado por las autoridades, que ha definido esta práctica como contraria a la ley y ha comenzado a materializar arrestos.

Mientras, la curva de casos sigue en bajada y las autoridades cubanas evalúa un plan de apertura gradual de la isla, tan pronto se le dé “el golpe final” que tanto pide el presidente Díaz-Canel.