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En su carrera, Aída Luz Villa, con 56 años, ha grabado cuatro trabajos discográficos.
Foto: Cortesía Aída Luz Villa

¿Cuál es la esencia del vallenato?

Aída Luz Villa, quien lleva el legado de su padre, habló sobre su música y del vallenato clásico. 

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Una infancia en un hogar lleno de los sonidos del acordeón, del sabor y sentimiento del vallenato fue la que vivió Aída Luz Villa, hija de uno de los más grandes compositores de este género musical, Abel Antonio Villa, quien murió en el 2006.

Esta mujer, nacida en Santa Marta, se ha encargado de rescatar el legado de su padre, para que el vallenato clásico perdure en medio de la industria.

Para esto, ha recurrido a sus habilidades de cantautora y a la influencia de su familia, a fin de componer canciones cargadas de sentimiento.

Su más reciente sencillo, Quiero dar un beso y no lo puedo dar, es una composición que nació de la nostalgia y rinde un homenaje a médicos y periodistas.

En entrevista con EL TIEMPO, la artista habló de cómo ha influido en ella la música de su padre, del vallenato clásico y de la producción de este nuevo tema en plena cuarentena.

¿Cómo ha influido su historia familiar en su composición musical?
Me despertaba de niña escuchando a mi padre tocar el acordeón. De tanto verlo y escucharlo, yo quería cantar. Decía que lo más importante no es cantar por cantar, sino el sentimiento y el toque que se le ponga.

¿En qué se inspira?
En el amor, la esperanza, en las cosas positivas. Espero que con mis canciones, las personas puedan reflexionar y transformarse en algo positivo.

¿Cómo definiría el vallenato?
El vallenato es un sentimiento, es expresar el amor, porque cuando mi papá me dejó el legado, él me dijo que no quería que se perdiera las raíces del vallenato, es decir, ese sentimiento.

El vallenato es un sentimiento, es expresar el amor

¿Cuál es la esencia del vallenato y qué lo diferencia de otros géneros?
Pienso que el sentimiento que se transmite con otros géneros no es lo mismo o no produce lo mismo. El vallenato puede llevar al sentimiento puro.
No se trata de los instrumentos con los que se hace, no tanto ese vallenato de caja con guacharaca: se trata de no perder el sentimiento y el tono. Cuando se pierde la esencia del vallenato, como cuando se mezcla con el reguetón, no se da el mismo mensaje.

Ahora hablemos de ese sentimiento de la canción que nació en cuarentena...
Estaba un poco triste y tenía nostalgia y ganas de llorar, porque todo dio un vuelco total. Estando así, me acerqué a la ventana de mi apartamento y me puse a llorar, pues vi las calles solas, sin ningún ruido, ninguna persona caminando. Entonces en ese momento empecé a decir: ‘Tengo ganas de llorar, porque quiero dar la mano y no la puedo dar, quiero dar un beso y no lo puedo dar’.

¿Cómo fue grabar en el confinamiento?
No fue fácil. Desde mi apartamento grabamos la voz y mi hermano, el acordeón. Inclusive, me costó grabarla, porque lloraba mucho por el sentimiento que me daba cantarla. Pues en sí, me puse a pensar mucho en los médicos que están dando su vida por salvar otras y, también, en los periodistas que exponen su salud por informar todo lo que está pasando.

¿Fue fácil empezar a cantar vallenato siendo mujer?
Al principio no era tan bien visto ver cantar vallenato a una mujer, pero desde niña me fui abriendo camino y ahora quiero llevar el legado de mi padre.

¿Cómo se podría rescatar el vallenato clásico en una industria tan exigente?
Estoy planeando para que próximamente se lleven a cabo los Premios Abel Antonio Villa, con el fin de premiar las nuevas voces de este género. Rescatar los nuevos valores del vallenato y también los consagrados para que el vallenato puro y clásico no se pierda. Cuando uno está en tarima, ve cómo el público pide ese vallenato viejo, como cuando mi padre empezó. El problema es que con la pandemia, los planes cambiaron.

VALENTINA SÁNCHEZ RAMÍREZ 
Cultura EL TIEMPO 
​@CulturaET