Hablan de nosotros

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Quedará, sin duda, el tapabocas como símbolo de estos meses inéditos, que a la postre quizás sean años. Los documentos que registran y conservan la historia ofrecerán millones de fotografías de los más lejanos rincones del planeta en donde poblaciones de razas diversas aparecerán en ellas con este objeto que, al menos por un tiempo, ha entrado a formar parte esencial de nuestra vida. Y que habla de nosotros mucho más de lo que hubiéramos imaginado hace apenas unos meses, cuando lo utilizábamos de manera esporádica y solo en condiciones muy especiales.

El tapabocas refleja rasgos del carácter: los temerosos los eligen tan grandes que por momentos les tapan los ojos; los aprensivos escogen para salir a caminar aquellos que utilizan quienes manipulan sustancias radiactivas; los relajados usan el primero que les ofrezcan en la farmacia; los descuidados dejan la nariz por fuera del tapabocas; los que están convencidos de que tarde o temprano la humanidad entera se contagiará del virus que ocasionó la pandemia lo llevan en la barbilla, solo por cumplir con una norma que a la larga les resulta poco efectiva; los rebeldes evitarán utilizarlo, y en caso de tener que hacerlo elegirán –o elaborarán ellos mismos– un modelo que incomode a la vista de los demás o que, en todo caso, constituya una posición ante el mundo, como la que muchas veces pretenden demostrar con los tatuajes.

Los que necesitan hacer gala del poder probablemente obligan a los demás a llevarlo, pero ellos se niegan a hacerlo, al menos ante las cámaras. Y aquellos que requieren exhibir ciertas marcas para andar seguros por el mundo están a la espera de que aparezcan pronto los tapabocas con los símbolos a los que les han delegado parte de su identidad. Mientras tanto, los oportunistas que esto saben planean cómo producir sin demora las imitaciones o cómo traerlas de la misma China, de donde llegó el virus.

Quienes desean pasar inadvertidos deben adorar estos tiempos de tapabocas, tanto como aquellos que han encontrado en la creciente demanda de este objeto la oportunidad para enriquecerse de la noche a la mañana con el incremento exagerado de sus precios o la coyuntura ideal para cuadrar millonarios contratos fraudulentos, como los que revelan las noticias con dolorosa frecuencia.

No hay duda: tapan la boca, pero hablan de nosotros.

FERNANDO QUIROZ
En Twitter: @quirozfquiroz