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Un viajero camina por la pasarela señalizada que lleva hasta el fast ferry en la estación marítima de Dénia. /Tino Calvo

La ruta con Baleares leva anclas

Un ferry con 180 pasajeros, el primero de Dénia a Ibiza en el estado de alarma

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Pasan tres minutos de las 16.30 horas de la tarde, el silencio impera en la atípica cola de unas 15 personas en la zona de embarque en la estación marítima de Dénia. Se trata de los primeros pasajeros que viajarán desde la península hasta las Islas Baleares desde que se inició el estado de alarma hace más de dos meses. A diferencia de la 'antigua normalidad', los pasajeros de este trayecto no viajan por placer, «tan solo se puede embarcar por razones médicas, laborales o por tener la residencia habitual en Ibiza o Mallorca», explican desde la naviera.

Por la segunda razón lo hace Yolanda Garcia, una vecina de Pego que trabaja como profesora en San Antonio, en la isla de Ibiza. La joven ha pasado los dos meses de estado de alarma en la localidad pegolina, tele trabajando como la mayoría de los docentes del país, «hemos hecho clases online». Ahora con la desescalada, desde el centro escolar van a iniciar las clases presenciales aunque serán «con grupos reducidos de cinco y de refuerzo», una especie de tutorías, explica Garcia. La pegolina está convencida que el este curso «lo vamos a acabar», lo comenta mientras espera turno para en la cola, sobre una de las marcas que ha colocado la empresa naviera en el suelo para separar a los viajeros a dos metros mientras esperan para embarcar.

Antes de hacerlo, deberán pasar un exhaustivo control. Cuando llegan al puesto de la azafata, muestran la documentación (pasaje e identificación) y se colocan en un punto estratégico para que un aparato térmico les mida la temperatura corporal. En el caso de que tengan valores normales, dejarán sus maletas por el escáner y ellos pasarán con los brazos en cruz por un arco que pulveriza agua ozonizada.

La odisea de José

En el caso que en la primera de las pruebas salte la alarma, es decir, se detecte una temperatura corporal más elevada de lo normal en el viajero; se le repite la prueba una segunda vez. De hecho, la cola de este primer embarque se paraliza unos minutos, pues el la pantalla del ordenador muestra a la azafata que su temperatura corporal es de poco más de 38 grados. Ante el visible nerviosismo del hombre, se le repite la prueba, en esta segunda ocasión la máquina muestra una temperatura normal, lo mismo que en el tercer y definitivo intento.

«En este caso el pasajero puede seguir su viaje», explican desde el control de Baleària. «En el caso de que hubiera dado positivo, se le hace una prueba diferente en una sala contigua». En esta habitación hay instalados dos sensores que también miden la temperatura corporal en cuestión de segundos, «por el momento no ha hecho falta que entre nadie aquí», comentan.

Tras Garcia, a dos metros de distancia, aguarda José González, un sevillano afincado en Ibiza que realiza el viaje con su esposa y su hija. Para conseguirlo esta familia ha tenido que pasar una odisea. Explica González que, como todos los años, realizaron en enero un viaje desde la isla balear hasta Sevilla para visitar a su familia. Allí les pilló el inicio del estado de alarma por lo que les fue imposible volver a su residencia habitual. «Tuvimos que quedarnos en casa de los familiares; perdimos cuatro vuelos», comenta este sevillano afincado en Ibiza.

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Una de las pasajeras es rociada con agua ozonizada antes de entrar en el ferry. /Tino Calvo

Para poder embarcar, comenta, salieron de la ciudad andaluza en coche, «con la documentación que acreditaba que vivimos en Ibiza en la mano. La policía nos ha parado en varias ocasiones durante el trayecto, pero nos han dejado seguir».

Por pequeños grupos, para evitar aglomeraciones, van embarcando los 183 pasajeros que realizaran este primer viaje, se trata del 25% de la capacidad del fast ferry Cecilia Payne, aunque indican desde Baleària que la cifra es casual, «podríamos haber llenado hasta el 80%».

Una vez a bordo los viajeros deben usar mascarillas durante todo el trayecto, «al igual que en la cola de embarque». La empresa ha instalado en los buques señalizaciones y cartelería para mantener las distancias de seguridad. Lo recuerdan también unos vídeos. Además se han instalado mamparas en las zonas de atención directa. En cuanto al viaje, hay un asiento de separación entre viajares, «a menos que sean familiares».

Tras dos horas de travesía el barco llega al puerto de Ibiza. Desde allí todavía tendrá que realizar otro viaje hasta Mallorca, antes de regresar a Dénia. Por el momento, indican, habrá un solo trayecto por día.