Los cielos poscovid-19

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El sector aéreo es una de las industrias más profundamente afectadas por el impacto de la pandemia causada por el coronavirus. Aeropuertos a lo largo y ancho del planeta prácticamente han paralizado sus actividades, mientras que las flotas de aviones reposan en tierra. Los cielos del covid-19 están casi vacíos.

Según cifras de la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (Iata), la crisis sanitaria les costará a las aerolíneas en 2020 ingresos perdidos por 314.000 millones de dólares. Colombia no es la excepción. Esta misma organización calcula que la caída en el país será de más de 2.200 millones de dólares y un impacto directo en unos 30.000 empleos.

Desde los atentados contra las Torres Gemelas en Nueva York, en septiembre de 2001, la industria aérea no experimentaba una crisis tan grave. Además, por la naturaleza de la pandemia, tampoco hay claridad sobre cuándo regresarán los vuelos a la normalidad en el mundo y cómo esa ‘nueva normalidad’ alargará la recuperación financiera de las aerolíneas.

El sector aéreo, junto con el del turismo y los hoteles, fue de los primeros golpeados por las decisiones sanitarias, y desde ese momento empezaron los pedidos de ayuda a los gobiernos. Washington aprobó un paquete de 50.000 millones de dólares para las aerolíneas estadounidenses, mientras que el Gobierno francés prestó unos 7.000 millones de euros a Air France-KLM y el alemán, unos 10.000 millones a Lufthansa.

El Gobierno colombiano ha recibido solicitudes de multimillonarios préstamos de varias empresas que operan en los cielos colombianos. Cifras de la industria estiman en unos 4,5 billones de pesos las necesidades financieras de las aerolíneas locales. Esta es una suma elevada para las capacidades fiscales del Estado colombiano. Por ejemplo, el plan de alivios al pago de nóminas a las empresas costará unos 2 billones de pesos al mes.

El pedido más crucial es el de Avianca, una empresa de tradición centenaria en el país y que transporta poco más de la mitad de todos los pasajeros nacionales e internacionales de Colombia. Mientras el Gobierno pondera el salvavidas, ya Avianca anunció su entrada al capítulo 11, la ley de bancarrotas de Estados Unidos, por segunda vez en menos de 20 años.

Ante la entrada de Avianca al capítulo 11, el Gobierno debe tomar medidas que mitiguen su alto impacto en la conectividad aérea del país

El choque del coronavirus golpeó un sector que venía creciendo con dinamismo. No solo la aviación aporta poco más del 2 por ciento del PIB nacional, sino que la conectividad aérea en un país tan geográficamente difícil como Colombia es crucial para el desarrollo regional, en el cual se halla la industria del turismo, que depende en gran medida de la aviación.

Sin vuelos nacionales al menos hasta finales de julio y con unos costos fijos altísimos, la situación financiera del sector aéreo en Colombia no hará sino empeorar. Si el Gobierno está dispuesto a destinar parte de sus limitados recursos a prestarles decenas de millones a las aerolíneas, debe anunciarlo.

Esos préstamos tienen que darse con muchas condiciones que garanticen que los empleos se protejan y que el impacto en la conectividad del país se mitigue lo máximo posible. Los cielos pospandemia no serán iguales, y el Gobierno tiene la oportunidad de diseñar un nuevo sector con más eficiencia y servicio.

EDITORIAL
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