Un país de América Latina está al borde de una nueva revolución por culpa de la COVID-19
Por la incapacidad del gobierno para atender adecuadamente todos los casos de COVID-19, sus pobladores empiezan a reanudar sus protestas sociales masivas
by Alejandro ChavezSe estima que la situación de la COVID-19 en Chile es similar a la de España en su punto de mayor crisis
A la vez, no es considerado el país más afectado por la enfermedad dentro de la región
Ese “honor” pertenece a México y Brasil, con las mayores tasas de mortalidad e infección en toda la zona
Mucho se ha hablado de las consecuencias sanitarias y económicas de la actual pandemia de COVID-19. Ante la paralización masiva de actividades para reducir el número de contagios, un gran número de negocios e individuos están al borde de la ruina, sin poder generar ingresos. A eso se le debe sumar que los servicios de salud rápidamente se están viendo rebasados por el creciente número de casos. Pero lo cierto es que también hay graves consecuencias sociales.
El ejemplo perfecto de estos efectos secundarios está en América Latina. Específicamente, de acuerdo con Bloomberg, en Chile. Dentro del país, las protestas sociales que caracterizaron a la nación durante 2019 lentamente han vuelto a surgir en varias zonas de la nación. Esto, a raíz del mal manejo del gobierno sobre la pandemia de COVID-19. Lo anterior es mucho más claro en la capital, Santiago, donde el nivel de ocupación de camas ya está cerca del 95 por ciento.
De acuerdo con el medio americano, ya se han empezado a registrar protestas civiles, muy parecidas a las de 2019 en intensidad y números, en plena pandemia de COVID-19. Santiago vivió un encuentro entre la policía y los habitantes más humildes de la ciudad ante la falta de suministro de comida. Muchos expertos de salud, economía y política no se esperaban este tipo de demostraciones. Sin embargo, ahora temen que se hagan más frecuentes e intensas.
Riesgos sociales de la COVID-19
No es la primera vez que se sugiere que la pandemia podría provocar mucho más que una crisis sanitaria y económica. Empresas como Intel y Amazon han estado en el ojo del huracán por el descontento de sus empleados ante la falta de adecuadas medidas de protección. En México, hace unas semanas se creía que durante la Fase tres y cuatro de la COVID-19 se iban a registrar saqueos. Y algunos aliados comerciales de marcas también están muy molestos.
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Hay mucho que aprender de la situación en Chile. Ya se esperaba que la lucha contra la actual pandemia sería mucho más dura en América Latina. Sin embargo, igual que en Santiago, es muy poco probable que las autoridades de la región esperen protestas sociales a raíz de esta enfermedad. Así que tal vez la mayor lección para el resto de los gobiernos se preparen para muestras de descontento. O bien, que traten de evitar esta consecuencia de la COVID-19.
¿Como se puede evitar protestas sociales provocadas por la pandemia? Lo más importante es recordar que la COVID-19 parece contribuir a ensanchar las brechas sociales entre distintos sectores de la población. Así que una buena estrategia política sería tratar de asegurar que la parte más vulnerable de la población pueda sobrellevar esta crisis. No solo en la cuestión de finanzas, sino también servicios, perspectivas a futuro y hasta sus necesidades más básicas.
Otras consecuencias de la pandemia
Tal y como ya se dijo, la COVID-19 está teniendo graves efectos a lo largo de varios aspectos de la vida de las personas. A pesar del peso de esta crisis de salud, se estima que menos del nueve por ciento de la población de hecho cuenta con un seguro médico. La prevalencia de la economía informal ha llevado a los gobiernos de América Latina a problemas que en Europa y Estados Unidos no se detectaron. A eso hay que sumar la estabilidad del mercado global.
Sin embargo, varios agentes confirman que las consecuencias sociales de la COVID-19 van a ser de los retos más significativos de la pandemia. De acuerdo con Psychology Today, puede haber cambios importantes en las dinámicas de comunidad en el mediano y largo plazo. De acuerdo con las Naciones Unidas, también pone en notable riesgo a los sectores más pobres y vulnerables. Por su lado, la ILO teme que la situación sea peor en países con alta informalidad.