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Un aspecto de la nueva librería Ona, este lunes. MANU MITRU
REFERENTE DEL LIBRO EN CATALÁN

La librería Ona regresa a lo grande en plena desescalada

El proyecto es una iniciativa del empresario Tatxo Benet, que lo ha vinculado también a su faceta de coleccionismo de arte

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Abrir una librería el primer día  de la fase uno de la desescalada ‘covírica’ supone buenas dosis de valor, pero si has estado ocupado durante dos años con un ambicioso proyecto y  has visto pasar de largo un Sant Jordi en el confinamiento, subir la persiana del negocio se  ha hecho perentorio. Así lo cuenta, el inversor del proyecto, el empresario y coleccionista de arte Tatxo Benet.  De ahí que la nueva librería Ona, que solo y únicamente vende libros en catalán, haya abierto sin más este lunes y  ha dejado entrar a los curiosos. De momento, sin inauguración oficial, políticos y fanfarrias, han  tenido que reducir su espacio total de casi 1.000 metros cuadrados a los 400 preceptivos. La gran ventaja es precisamente eso, el espacio, porque permite esponjar la exhibición de libros hasta el punto de que unas 70 personas pueden estar en su interior y mantener las distancias obligatorias.

La nueva librería ha abierto en Pau Claris, a poca distancia de donde se ubicaba la antigua Ona en la Gran Via de les Corts Catalanes.  Ahora,  también a dos pasos de Laie, una de las grandes librería generalista barcelonesas.  El cierre de la vieja Ona, fundada por Jordi Úbeda en 1962,  fue consecuencia de la quiebra en 2010 de la distribuidora L’Arc de Berà, y afectó en su caída al  25% de las pequeñas editoriales catalanas, algunas de las cuales tuvieron que echar el cierre permanente. Tiempo después, la hija del fundador, Montse Úbeda, creó una pequeña librería de barrio en Gran de Gràcia con el nombre de Ona y el mismo espíritu de ‘fer pais’ que animaba los proyectos de su padre. Úbeda será también la librera en jefe del macro proyecto de Tatxo Benet y su presencia es una forma de vincular el pasado con el presente.  

El arte de Tatxo Benet 

La nueva Ona tiene también el sello de su creador, o más bien ‘recreador, porque en su entrada exhibe unas ocho piezas, obras de arte de su colección personal, entre las que destaca una obra del extravagante británico Damien Hirst (sí, el del tiburón en formol) más sendas esculturas de Alicia Martín y Guillermo Basagoiti, además de una obra fotográfica de Rogelio López Cuenca. Se echa en falta la obra que ha despertado más interés mediático, 'Presos políticos', de Santiago Sierra, que Benet compró en Arco después de que fuera  retirada de la feria. “He seleccionado obras que tuvieran que ver con el mundo del libro, por eso no está 'Presos políticos'”, explica.

 También se incluyen varios espacios más dedicados a libros antiguos y primeras ediciones, libros modificados por artistas que se venden como objetos entre un euro y 500,además de  libros de arte cuya venta no se realizaba normalmente en librerías sino por subscripción. Y tendrá su joya de la corona en una sala polivalente, La Boqueria, con una instalación de 15.000 libros no venales que los clientes podrán consultar en las mesas instaladas allí junto a un escenario previsto para presentaciones, debates y coloquios. "Nuestra intención es que el proyecto acabe convirtiéndose en un centro cultural, donde se realicen talleres de escritura, de poesía y clubs de lectura, porque sabemos que el futuro de las librerías está vinculado a ese dinamismo y a la recomendación de los libreros".

Buena recepción 

Los 400 metros abiertos desde este lunes corresponden a la parte de librería propiamente dicha , en los que se incluye una sala de libro infantil y juvenil con un espacio de cuentacuentos. Con una capacidad total de unos 40.000 ejemplares, en estos días todavía están recibiendo buena parte de las novedades que se quedaron en dique seco a causa del coronavirus. La recepción ha sido muy buena, tanto que en las primeras horas de la mañana del lunes, los clientes y curiosos estaban cerca en número de alcanzar el aforo máximo permitido. De momento, la nueva-vieja Ona está abierta, las circunstancias y las fases dirán cuándo se podrá inaugurar como merece. ¿Quizá en el nuevo Sant Jordi de julio? “Ya veremos”, contesta cauto Benet.