Mucho más que pelotazos al “Palomo”: así jugaba el Juniors de Comelles
El 25 de junio se cumplirán 20 años del ascenso del “Poeta” al Nacional B. El fútbol de Santoni, la jerarquía de Usuriaga y el amor propio de varios “jugadores-hinchas” fueron algunas de las claves del campeón.
by Agustín CaretóPablo Comelles, como entrenador, tenía un estilo definido de conducción. Considerado un especialista en ascensos del Torneo Argentino A hacia la B Nacional, llegó a Juniors en 1999 con el objetivo de lograr lo mismo que había conseguido con San Martín de San Juan, Juventud Antoniana de Salta e Independiente Rivadavia de Mendoza.
Pero una vez que se hizo cargo del plantel, comprobó que al club albo le faltaba aprobar aún varias materias, indispensables para que el ascenso fuera algo más que una ilusión.
Por eso exigió. Lo suficiente como para que Juniors actuara aquella temporada con un sesgo de profesionalismo, del que careció en otras ediciones del Argentino.
Y en pocos meses, tras vencer obstáculos de distinta índole, típicamente amateurs, su trabajo organizado y planificado dio frutos.
El cordobés que supo ser jugador de Talleres, Belgrano y River apostó en aquel torneo por un esquema 4-3-1-2, un clásico para la época. Y si bien para el hexagonal final sumó a Alveiro Usuriaga y el juego del equipo giró mucho en torno al “Palomo”, aquel Juniors tenía otros atributos.
Desde la primera fecha se caracterizó por ser un equipo muy aguerrido e incómodo para el rival, ordenado defensivamente, con jugadores de mayor jerarquía como Marcelo Santoni y el propio Usuriaga. Ellos eran los que le daban el toque de distinción al “Poeta”.
Hernán Panero y Daniel Amaya alternaron la titularidad en el arco de un Juniors que terminó con la valla menos vencida del torneo. Ambos transmitieron siempre seguridad y fueron piezas claves para el título.
Walter Boldorini, el capitán Pablo Brandán, Adrián Bozzoletti y Rubén Rodríguez solían ser los defensores de aquel equipo. La línea de cuatro era férrea y se caracterizaba porque salvo en pelotas paradas ninguno pasaba al ataque.
En el mediocampo había un volante central “tapón” que solía ser Raúl Britos o Marcelo Cuello. Cualquiera de los dos que jugase tenía la función de quedarse y hacer todos los relevos. Y por los costados estaban Eduardo Colazo y Sergio Módica, que hacían toda la banda y el mayor desgaste.
Como enganche aparecía Marcelo Santoni, la manija del equipo. Por sus pies pasaba todo el fútbol del “Poeta”. El “10” hacía todo sencillo. Tenía mucha visión de juego, una gran pegada y era el responsable de que Gustavo Corradini relate en varias ocasiones su clásica frase “cara a cara” porque solía colocar exquisitas asistencias.
Además, el mediocampo tenía un recambio de lujo con hombres como Jorge Maruán y Cristian Pizarro.
Y entre Usuariaga, Daniel “el Luli” Ríos, Cristian Sabir y Oscar Osorio se repartían los minutos en la delantera. “El Palomo”, que brilló en la recta final del torneo, terminó como goleador del equipo con siete tantos.
El Juniors de Comelles también se caracterizó por su buen juego aéreo tanto en defensa como en ataque. De hecho muchos goles a favor llegaron de pelota parada por los cabezazos de Bozzoletti y en varios partidos el equipo mantuvo la valla propia en cero.
Aquellos “Poetas” jugaban casi de memoria. Todos los futbolistas sabían cuál era su rol y lo cumplían sin salirse del libreto.
Además, era un conjunto que proponía mucha intensidad en los partidos y estaba bien trabajado físicamente por el profesor Gustavo Dambrosio. El PF estaba en todos los detalles y su labor fue excelente.
Todos esos atributos anteriormente detallados se conjugaron con la ambición de gloria que tenían los 24 hombres del plantel, como así también el cuerpo técnico y la dirigencia que comandaba Jorge Zamar.
El próximo 25 de junio se cumplirán 20 años de aquella hazaña que ningún “poeta” jamás podrá olvidar.
Palabra de DT
“Yo fui claro con los directivos cuando asumí. Propuse una serie de pautas de trabajo que consideraba imprescindibles para ascender. Ellos lo entendieron y se esforzaron al máximo para conseguir todo. Por eso se logró el objetivo”, supo contarle Comelles a La Voz durante el brindis que se hizo en el diario para celebrar el título.
Por sus exigencias, el DT tuvo más de un choque con la directiva del “albo”, poco acostumbrada a tener que invertir más de lo que un acotado presupuesto anual permitía.
“No pedí cosas de otro mundo, pero entiendo que son ítems que a este nivel cuestan mucho esfuerzo conseguir. Como buenos hoteles para concentrar, un ómnibus en condiciones para viajar, y que los jugadores tengan un sueldo digno, para que no deban tener un trabajo al margen del específico del fútbol”, relató el entrenador, quien murió en agosto de 2018.
“También les aconsejé que aprendan a ‘hacer pasillo’ en el Consejo Federal de AFA. Juniors no puede carecer de una persona allí, que es el sitio dónde se decide todo”, agregó el técnico campeón.
“La verdad es que seguramente los debo haber hartado. Pero creo que en unos pocos meses el tiempo me dio la razón”, comentó Comelles.
Para el cierre, y con una sonrisa cómplice, dejó una frase propia de su estilo: “Creo que con cuatro ascensos, y con una experiencia en la B Nacional con Independiente Rivadavia, ya puedo estar mereciendo la posibilidad de dirigir en Primera División”.