Los jóvenes españoles: mejor formados, peor pagados e igual de precarios
Los nacidos en los años 90 son los grandes perdedores de la crisis
Han crecido, se han formado, han cumplido, pero el mercado laboral les ha dado la espalda. Los jóvenes españoles, nacidos en los 90, se consagran como los grandes perdedores de la crisis. Eso sostiene un informe del Banco de España en el que se confirman las sospechas: ninguna otra generación ha estado tan preparada y ha ganado tan poco.
Según el informe que firman Sergio Puente y Ana Regil, los jóvenes que han ido entrando en el colectivo de población activa «tienen un nivel educativo mayor que el de las generaciones que han dejado de trabajar», pero ganan menos y están obligados a cambiar con más frecuencia de trabajo. Los expertos lo atribuyen a varios factores como el desajuste entre las competencias adquiridas y la demanda de los empleadores o directamente a la escasez de trabajo cualificado para absorber a toda esa mano de obra.
La crisis del 2008 ha sido un Big Bang para la precariedad, en todas las generaciones. Las rentas medias anuales «han disminuido recientemente de forma generalizada» y los contratos temporales, antes más generosos, se han fragmentado hasta los tres meses de media en el 2017. En términos de temporalidad, los jóvenes están igual de expuestos de lo que estuvieron sus padres y abuelos en otros tiempos. El problema, señala el documento, es que la entrada de los jóvenes al mercado laboral ha coincidido con un entorno de crisis prolongada donde los efectos de la precariedad, más allá de ser cíclicos, se han convertido en estructurales, a consecuencia de la flexibilización del mercado laboral: «No es lo mismo iniciar la carrera profesional a los 20 años en un mercado laboral en auge, como le ocurrió a la generación de los nacidos en 1980, que en medio de una crisis económica importante (1990)», explican. El punto de rotura está en el 2008 y los años posteriores: «A partir del estallido de la crisis, la moderación salarial afectó a todos los grupos, pero con una intensidad desigual, de modo que, desde entonces, resulta más significativa la disminución de salarios medios percibidos por los trabajadores altamente cualificados», aseguran los autores del informe, quienes certifican que la tendencia se consolidó incluso durante los años de recuperación posteriores, mientras la reforma laboral del 2012, alumbrada al calor de la recesión, seguía vigente.
El ajuste salarial se ha ensañado con los trabajadores mejor cualificados. Aquellos que están peor formados atraviesan problemas similares a los que arrastraban sus predecesores. Con una desventaja mayor en el horizonte: la automatización de la economía. La mano de obra no cualificada siempre encontraba un nicho de mercado en la que desarrollarse en la España de finales del siglo XX. El futuro es menos halagüeño para este segmento de trabajadores. La robotización y uso extendido de las máquinas sustituirá y abaratará los costes de los puestos de trabajo que ocupaban antaño.